La Catedral tendrá su cinerario antes de la próxima Semana Santa
Hace casi un año, el Concejo venadense aprobó la ordenanza de cinerarios, estableciendo la colocación de uno de ellos en el Cementerio municipal para sepultar los restos mortales cremados de las personas que así lo hayan decidido en vida, o bien por decisión de sus familiares. Además, esa misma normativa, impulsada por el concejal Pablo Rada, autoriza su instalación en parroquias e iglesias, y la parroquia Nuestra Señora de la Misericordia, a través de gestiones del Padre Eduardo Celoria, resultó la primera en obtener la habilitación legislativa para su construcción.
Poco después, también la Parroquia Inmaculada Concepción, con sede en la Iglesia Catedral, puso manos a la obra en dicho cometido, a través de su párroco y vicario general de la Diócesis de Venado Tuerto, Diego Cavanagh, y hoy ya cuenta con los planos de la estructura del cinerario, cuya construcción comenzaría a la brevedad en el patio contiguo a la Catedral, con ingreso por 25 de Mayo 899, y estiman la inauguración en marzo próximo, previo a la Semana Santa, en el marco de una ceremonia que contará con la bendición del nuevo obispo Han Lim Moon.
El sacerdote Diego Cavanagh recibió a Sur24 en la secretaría de la Iglesia Catedral y describió los detalles del proyecto, aclarando que, con excepción de los cinerarios individuales del Cementerio Parque Otoñal, “a nivel parroquial seremos los primeros en tener un cinerario en el sur de Santa Fe”.
Más allá de la autorización en general, el Concejo debe habilitar cada proyecto en particular, y así ocurrió el miércoles 24 de noviembre con la iniciativa de la Inmaculada Concepción, que ahora cuenta con el visto bueno de los ediles, con el bosquejo elaborado por el arquitecto Gustavo Borlasca -el mismo que coordinó las remodelaciones en la Catedral en el ’99- y con una campaña de recaudación de fondos en marcha, pero que aún necesita de otro esfuerzo de los fieles para financiar la obra. Y a partir de su estreno, si bien el servicio será gratuito, la Parroquia solicitará una contribución, por única vez, al momento del depósito de las cenizas.
Cabe acotar que, por la futura construcción, la Parroquia está eximida del pago del derecho de edificación y/o cualquier otra tasa o gravamen municipal.
Al aire libre
En los fundamentos de la iniciativa aprobada en Sarmiento y Alem, sobresale que “el objetivo de este espacio es que todos los feligreses que hubieren sido cremados dispongan de un lugar para darles cristiana sepultura, detallando seguidamente alguna de las características que habrá de tener el cinerario, a saber: se construirá el atrio descubierto, de forma heptagonal, de unos 80 centímetros de alto aproximadamente, con una tapa de hierro o mármol, con cierre de seguridad para su resguardo, por donde se introducirán las cenizas, desarrollándose en el patio lateral del templo sobre calle 25 de Mayo, dentro de los límites del terreno parroquial, y rodeado de una parquización acorde al entorno, realizándose una fosa impermeabilizada que albergará las correspondientes cenizas de los fieles”.
En la Parroquia ya se había empezado a trabajar en el predio de calle 25 de Mayo, a los fines de darle un embellecimiento estético y mayor seguridad al sector, a lo que “se suma este cinerario, cuyo diseño será semejante a una pila bautismal, que ya empezaba a constituirse en una demanda de la comunidad. Poco a poco se fueron descubriendo los beneficios de tener los restos de los difuntos en un espacio protegido y accesible para todos, donde se va a rezar por ellos, con una misa mensual en un día fijo -a designar- para el depósito de las cenizas”, detalló el párroco Cavanagh, acotando que el espacio estará habilitado todos los días para quienes concurran a rezar por sus familiares y allegados fallecidos.
Guiño de la Iglesia
Durante siglos, el acto de la cremación estuvo vedado por la Iglesia Católica, hasta que en 1963, a través de una instrucción del Santo Oficio, levantó esta prohibición a los fieles. De hecho, el Canon 1176 del Código de Derecho Canónico establece: “La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación…”.
En consecuencia, amparados por la ley vigente de la Iglesia y las realidades objetivas de la época, con cementerios públicos saturados y costos económicos que no todos pueden abonar en cementerios privados, además de razones de distancia y seguridad, se afirma la tendencia a la cremación, que en algunas ciudades ya es preferencia mayoritaria de la población.
Asimismo, el sacerdote, justificando la iniciativa parroquial, recordó que la Iglesia Católica desaconseja ciertas prácticas, como esparcir las cenizas en espacios públicos o conservarlas en el hogar (“no ayuda a la elaboración del duelo”, advirtió el Padre Cavanagh), y entonces crece la importancia de la disposición final en estos cinerarios en la cercanía de los templos religiosos o bien en cementerios.
Más adelante, aclaró que en el caso de este cinerario, no se recibirán urnas, sino que los restos mortales se esparcirán en una fosa común. Y tampoco se admitirán placas ni ningún tipo de identificación, aunque en todos los casos deberá hacerse una registración de datos personales en la secretaría parroquial.