Tiene 24 años
La historia del argentino considerado mejor fotógrafo del mundo y que sueña con el Nobel de la Paz
Se trata de Nicolás Marin. Desde las Islas Malvinas cuenta su vida. “Siento que traspasé la pantalla”, relata.
Por Alejandro Venzatti
Cuántas veces alguien puede soñar con estar “del otro lado de la pantalla”. Desde chicos, mirando televisión, más de uno habrá pensado en ser lo que estaba viendo, en “traspasar la pantalla”. Nicolás Marin Benítez es un argentino de 24 años que hace tiempo cumplió ese deseo. Navegando por las Islas Malvinas, dialoga con Sur24 y cuenta su historia.
“Nunca pensé que se podía llegar y es muy loco hoy en día ser uno de esos que le muestra ese contenido a todo el mundo” relata Marin y añade una frase que le da epicidad a su relato: “Es como que traspasé la pantalla”.
Ese contenido del cual habla, es la vida diaria de los animales que se pueden encontrar tanto en la isla más recóndita del planeta como en el fondo del océano y que la gran mayoría de las personas, solo conoce por fotos y videos. Ese material que hoy documenta y comparte Nicolás, es el mismo o similar al que de chico veía con su familia en National Geographic.
“Nací en San Miguel, Buenos Aires, el mar más cercano está a 700 km, no es que tuve una conexión fuerte desde chico. Sí recuerdo ver los documentales de National Geographic mientras cenábamos o almorzábamos en mi casa. Yo no entendía cómo esa gente podía estar ahí, para mi era un sueño super inalcanzable, de esos que ni siquiera se va en búsqueda”, relata desde el barco.
Actualmente, Nicolás es parte del proyecto Darwin200, una expedición que busca recrear el viaje de Charles Darwin por todo el mundo pero con las herramientas de la actualidad. Marin se describe a sí mismo como “un conjunto de cosas” pero remarca: “Antes que nada, soy Nico”.
“Periodista, buzo, fotógrafo submarino, activista. Me identifico mucho con un artista cuando hace un mix de colores y junta un poco de todo o con un chef cuando prepara una ensalada”. Así es la forma en la que se ve y se define Marin.
Su infancia y adolescencia
“Nico” no nació en las profundidades del océano, con una cámara y fotografiando tiburones de 12 metros u orcas al momento de la caza. De chico soñó con ser tenista profesional, jugó a grandes niveles junior pero el miedo y el paso del tiempo le jugaron una mala pasada. Hoy, con 24 años, una enorme cantidad de islas y países recorridos y por recorrer, recuerda que le dedicó al tenis “el 50% de su vida”.
“Yo quería ser tenista profesional. De los 8 a los 18 años me dediqué al tenis, es decir, el 50% de mi vida se lo dediqué a eso. Jugué uno de los torneos internacionales más importantes a nivel Junior del tenis pero cuando cumplo 18 y tenía que decidir que hacer me daba mucho miedo no llegar a ser profesional porque llegaban 3 de millones de chicos que jugaban muy bien”, cuenta.
“Me dio mucho miedo, me paralizó. En ese momento dejé y me sentí frustrado pero sabía que si no llegaba no había plan B. Me sentí triste y no sabía por dónde seguir. Todos mis compañeros lo tenían decidido”, agrega Nicolás.
Dudas y nuevos comienzos
En ese momento de incertidumbre, cuando todavía cursaba quinto año en la escuela secundaria, el hoy explorador de National Geographic no sabía lo que el destino le tenía preparado. Tampoco, que sus dudas sobre qué hacer en un futuro lo llevarían a un lugar que le cambió la vida.
“Me anoté en un curso de creatividad e innovación sólo porque sonaba distinto. Ahí descubrí un nuevo mundo, una nueva manera de pensar y conocí a una profesora que había estudiado en la escuela de creativos que yo no sabía que existía. Cuando terminé la secundaria, no dudé y me inscribí ahí”, expresa Marin.
“Yo quería estudiar muchas cosas: periodismo deportivo, marketing, fotografía, publicidad pero no estaba preparado para hacer todas porque es mucho tiempo. Cuando empecé a trabajar en una agencia administrando redes sociales pensé que el marketing iba a ser mi vida pero me di cuenta que no me gustaba la rutina así que dejé” cuenta Nicolás. Otra decisión que lo llevó a ser quien es hoy.
“Cuando dejo la agencia veo una propuesta de trabajo de la escuela de creativos en la que buscaban un fotógrafo submarino y alguien que administre redes sociales de la escuela de buceo. Mandé currículum pese a nunca haber buceado y de los 1000 postulantes, me seleccionaron a mí”.
“El trabajo era en Cozumel, México y cuando llegué me dijeron: ‘hacé lo mismo que haces en la tierra pero en el agua’. Era todo un desafío para mí porque no sabía bucear”, recuerda entre risas.
“Empecé a bucear, a llevar la cámara al fondo de mar, me frustraba porque se me alejaban los peces. Mejoré mi nivel de buceo, empecé a conectar con las especies y con mi cámara y ahí fue que me contacté con biólogos para que no sea solo una simple foto”, cierra Nicolás sobre su etapa en Cozumel.
Respecto a esa conexión añade: “Yo quería que la gente se sienta atraída por el océano y empecé a conectar la fotografía con la ciencia y el activismo. Fotografía para llamar la atención, ciencia para entender lo que estás viendo y activismo para que sepan que pueden ser parte de la solución y dejar de ser espectador”.
Premios y distinciones
Una de sus fotos en Cozumel fue premiada en España e incluso el motivo de su primer tatuaje. “Era mi primer encuentro con un animal tan grande, fue un tiburón ballena de 12 metros. Fue uno de los encuentros que más me marcaron, se me habían roto las dimensiones de lo grande que era el animal”, cuenta. Ese animal, lo tiene tatuado en su brazo.
Además, en noviembre de 2023 fue premiado por sus trabajos como el mejor fotógrafo submarino del mundo. Más allá de ese galardón, Nicolás fue nombrado también como uno de los 25 exploradores del mundo, embajador de las Naciones Unidas para esparcir la paz mundial a través de la naturaleza y uno de los 11 jóvenes líderes del mundo.
Su futuro
“Mis próximos pasos es una pregunta que siempre me hago y cada vez que actualizo mi casilla de correos hay una nueva aventura pero nunca es algo normal, es todo algo de otro mundo”.
“Me dejo sorprender mucho por la vida. Últimamente estoy soñando mucho y por qué no apuntar al premio Nobel de la Paz, ver el océano desde la luna o ir al punto más profundo del planeta y nombrar una nueva especie. Últimamente me permito soñar muy en grande”.