La noche en la que pudo cambiar la carrera de Leo Mattioli y otras anécdotas desconocidas
Agosto es un mes plagado de emociones para la familia Mattioli. El sábado 13, Leonardo conocido popularmente como “Leo” o “león” cumpliría 50 años y también en este mes se produjo su repentino fallecimiento (2011). Por ello El Litoral viajó hasta la intimidad de sus seres más queridos para recordar al mítico cantante de cumbia santafesina. En Santo Tomé, Marina (su mujer), Nicolás y Julieta (dos de sus hijos) abrieron el baúl de sus más añoradas anécdotas.
Inicios
La pareja de toda la vida del “león” contó por primera vez ante las cámaras cómo se conocieron y sus primeros años. “Nos conocimos en barrio Centenario. Estaba en la vereda de mi casa con una amiga jugando a la pelota, se me fue a la calle y él me la alcanzó. Después lo encontré frente a la cancha de Colón, él vivía por ahí y me chistaba. Yo tenía 14 y él 17 años. Nos presentó un amigo en común y enseguida empezamos a salir”, señaló.
Ante la consulta de si el cantante era igual en la intimidad de lo que se veía arriba de los escenarios, Marina no dudó: “El Leo que estaba en casa era muy parecido al que subía al escenario. Siempre fue de tener ese ángel que tenía. En casa igual pero era más suelto, más libre. Era auténtico, no era uno en los shows y otro con su familia. Tenía mucho carisma por eso la gente lo amaba tanto, por su generosidad”.
—¿Cómo lo recordás?, preguntó El Litoral.
La primera imagen es recordarlo en mi casa, tomando mate, preparando la cena de la noche. Le gustaba cocinar y mirar tele. Llevaba a los chicos a la escuela, volvía y desayunábamos juntos. Siempre se levantaba temprano. Era feliz cantando, a mí me cantaba y a los más chiquitos también. Temas que me gustan mucho, con guitarra en mano. Me compuso un montón de canciones. También recuerdo de ayudarlo a componer.
En la continuidad de su relato, Marina sacó tal vez uno de sus secretos mejor guardados. 1993 fue un año que marcó la vida de los Mattioli, porque fue cuando Grupo Trinidad le ofreció a Leo ser la voz de la banda.
“Cuando me avisan los de Trinidad que Leo se tenía que ir a probar, Nico tenía 13 días. Entonces, pasan por mi casa y me dicen si podía ir. Y yo no se lo dije ese día, no quería que él cante; quería que trabaje, que vuelva a la empresa de techos o busque otro empleo. No pude con mi culpa y al otro día le dije: ‘te buscaron para cantar pero no vayas porque tenés que trabajar’. Me contestó que iba a ir. Se probó y quedó. Vino contento porque había quedado y me dice ‘no les voy a cobrar, lo voy a hacer porque a mi me gusta’”, reconoció.
Y sumó: “Esa etapa de Trinidad fue buena. Le gustaba cantar y era feliz en la banda. No veía cosas malas, al contrario, para mí evolucionó. Estaba todo el tiempo en el estudio con ellos. Cuando se abrió solo, nos costó mucho. No teníamos casa propia, alquilábamos y era muy duro, lo era para mí que él se vaya y teníamos dudas sobre cómo le iba a ir. Le fue bien, pero tuvimos que pasar un montón de obstáculos. Le pasaron cosas como para que esté bajoneado pero le puso empeño. Estuvo cuatro meses frenado y fueron dolorosos, tristes. Y componía y ahí salió el primer disco “Un homenaje al cielo”.
Nicolás sigue el legado de su padre y lo recuerda permanentemente. “Hay muchas formas de recordar a papá. Todos los fines de semanas tenemos algún recuerdo, porque viene algún fanático y nos cuenta. Es imposible no recordarlo, de cualquier forma. Voy por la calle y suena en todos lados. Lo mismo con la radio, sintonizo y está mi papá”, le dijo a El Litoral.
En ese sentido, el también artista de cumbia recordó: “Cuando hice mi primer Grand Rex como acordeonista, me equivoqué en un tema en la entrada y pasó y me dio un ‘cortito: ‘Dale boludo que vos sabés tocar’, me dijo. Y ahí arranqué a tocar y me saqué los nervios que tenía. El teatro estaba lleno, era como entrar a un partido de fútbol. Sólo se veían los flashes de las cámaras. Pude reivindicarme en la función del otro día”.
“Fue lo que fue y sigue siendo. No hay nadie que saca un disco con 12 temas inéditos y que sean éxito. Hoy no hay esa clase de música, de composición. No se ve mucho. Era un genio, no se olvidaba de dónde venía”, agregó.
Quien también participó de la entrevista es Julieta, una de las cinco hijas de Leo. “Yo no lo tenía como alguien famoso o tan querido por la gente. Lo comprobé, lamentablemente, cuando falleció. Al estar en contacto con el público, al viajar. Con las anécdotas de los fanáticos. Una vez nos dijeron que Leo le pagó la cuenta de la luz a una mujer de Tucumán”, mencionó.
Ante la pregunta por sus momentos más sentidos con su papá, recordó: “Mi cumpleaños de 15 al cual invitó a muchísima gente, a la que yo no conocía. Fue uno de los recuerdos más lindos de mi familia. Cuando fui hacer los exteriores él se sacó fotos conmigo y otras quinceañeras que había en ese momento en Casa de Gobierno”.
Miles de anécdotas
Al momento de contar anécdotas, Marina memorizó: “Estábamos en una lancha y él nos ponía el chaleco a todos. Un día Tamara, una de mis hijas más chicas, se tiró al río antes de salir y la levantó así nomás. Le encantaba ir a la isla a pescar con Nico y nos reíamos porque llevaban panchos para comer, no iban a pescar para comer pescado frito. Era rarísimo, se llevaban hasta café y terminaban volviéndose a las 2 de la mañana por los mosquitos”, dijo y agregó: “Era divertido, hacía cosas de locos. Le gustaba cocinar, hacía ricas hamburguesas con Nico”.
También hizo alusión a cómo le gustaba celebrar sus cumpleaños. “Hubiese hecho algo en el teatro con la gente y con nosotros. Él invitaba a todo el mundo para esta fecha. Mi casa se llenaba de gente y teníamos que improvisar porque invitaba sin que nosotros supiéramos”.
Por su parte, Nicolás enfatizó en el fanatismo de los seguidores. “ Hay millones de anécdotas, sobre todo de los shows. Por ejemplo, los fanáticos vienen y nos dicen que le pusieron el nombre de sus hijos por las canciones de Leo. Otro seguidor le dio ‘permiso’ a la mujer para que mi papá le diera un beso. Ni hablar de tatuajes con la cara de mi viejo o frases de los temas”, sostuvo.
Y no pudo esquivar un recuerdo familiar, de su infancia. “A veces me daba vergüenza (risas) porque me llevaba a la escuela en la moto que tenía con una figura de león. Llegaba y todos gritaban ‘Leo, Leo, Leo’. Otras oportunidades me buscaba en un mini bus gigante o en los autos o camionetas que tenía. De chicos por ahí no nos dábamos cuenta, toda la escuela se amontonaba para saludarlo”, recordó.
A su tiempo, Julieta contó una misteriosa situación que viven hace tiempo, que sólo los seguidores más acérrimos protagonizarían. “Hasta el día de hoy nos pasa que nos tocan el timbre y preguntan si pueden pasar a conocer nuestra casa. Piden sacarse una foto”, contó.
Y reveló: “Escuchar un tema de mi papá me genera orgullo. Me gusta y a la vez, me da nostalgia pasar por un lugar y que estén escuchando un tema de él. Tenemos una anécdota con un vehículo, no sabemos si auto o camioneta, que nunca salimos cuando pasa pero lo hace un día en la semana y pone la música de mi viejo lo más fuerte que puede y aminora la marcha. Todas las semanas lo hace, con cualquier canción de Leo a todo volumen”.
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Añoranzas
En el cierre de la entrevista, cada integrante de la familia Mattioli tuvo palabras para el león que partió hace 11 años.
“Lo escuchó por todos lados. Me agarra nostalgia. Hay un montón de temas que hizo para mí, pero algunos no puedo escucharlos, por ejemplo: “Porque te quiero”. Trato de no ponerlo en casa porque me lo hizo a mí y me da mucha tristeza. Lo evito. Si tengo que llorar, lloro. Me hubiese encantado que conozca a mis nietos. Es difícil. También sé que él hizo de todo. Tuvimos hijos, nuestra familia, se hizo famoso, fue artista, escribió. Y aparte vivió como le gustaba, amaba la música así que eso me deja tranquila. Leo era todo. El amor de mi vida, el padre de mis hijos”, redondeó Marina.
Mientras que Nicolás finalizó el reportaje diciendo: “Tenía un corazón gigante, no conozco a otro tipo como él. Con mucha nobleza y humilde. Con mucha memoria también, porque al tener tanta fama y cosas, la gente se confunde y mi papá no, siempre fue el mismo. Y así me lo contaron mi mamá y otros conocidos”.
Por su parte, Julieta reconoció: “Me gustaría darle un abrazo y decirle muchas cosas. Una noche le dije ‘no le prestes el auto a una persona’ y lo hizo igual. Y como vio que me enojé, nos llamó a mí y mamá y nos dijo ‘dejen de juzgar a la gente, no sean así, yo ayudo a todo el mundo’. Entonces, a mi me gustaría decirle todo eso que yo le decía, tenía razón, con un montón de gente que hoy en día no nos ayudó en nada”.