Estados Unidos, que trató por años de convencer a los rusos de las bondades de la iniciativa privada, hoy se encuentra con una respuesta inesperada: el PMC Wagner. O al menos eso parece, porque más que un ejército privado -PMC significa Private Military Company (Compañía Militar Privada)-, al estilo de las tropas que proveían los “contratistas integrales” estadounidenses (como Blackwater/Academi o Halliburton, en Irak o Afganistán, que ofrecían servicios militares y logísticos, por un lado, y de obra pública de reconstrucción, por el otro), Wagner luce más como una milicia de élite rusa por fuera de la burocracia militar. Especialmente al estar encabezada por alguien de diálogo fluido con Vladimir Putin, como es Yevgueny Prigozhin, conocido como “El Cocinero del Kremlin” por dicha relación, como así también por algunos emprendimientos gastronómicos que posee.
“La picadora de carne”, la estrategia rusa para consumir a las fuerzas ucranianas en Bajmut
Con bautismo de fuego en el conflicto de baja intensidad, pero igualmente cruento, posterior al Euromaidan -el derrocamiento del presidente ucraniano Víktor Yanúkovich y la subsecuente imposición del nacionalismo ucraniano del Oeste, expresado por el magnate chocolatero Petro Poroshenko y el mediático Volodímir Zelenski-, el PMC Wagner tuvo misiones en Siria y países africanos. Hasta que llegó el momento de su consagración, con una acción que generó idas y vueltas, y que la prensa occidental rápidamente catalogó de fracaso ruso, pero Putin reveló como una estrategia de desgaste: “La picadora de carne de Bajmut” (o Artiómovsk, como llaman los rusos a dicha ciudad).
Fue la periodista ruso-española Liu Sivaya, de buena información sobre el PMC Wagner, quien anticipó de qué se trataba. Según Sivaya, cuyos informes empiezan a replicarse en los medios occidentales -confirmando que lo expuesto resuena en las usinas atlantistas-, la idea de Prigozhin fue cercar la ciudad sin terminar de tomarla, para que Zelenski -envalentonado por la propaganda y a la vez presionado por sus financistas para obtener resultados- siga intentando recuperarla. Esto último, a pesar de que el teniente general Valerii Zaluzhnyi -comandante en jefe de las fuerzas ucranianas- había decidido evacuarla el 4 marzo de este año, según documentos filtrados.
La idea del “cocinero” que lidera a “los músicos” (tal como se conoce a estas tropas, denominadas como un célebre compositor alemán), según él consensuada con el Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, es armar así una “picadora de carne”, que consuma el recurso humano de las fuerzas ucranianas, llevando, de mínima, a la suspensión indefinida de la contraofensiva que vienen preparando. Y de máxima, a un colapso de cualquier resistencia. Incluso la “aparatosa” disputa por municiones con la cartera de Defensa, que dirige el general Sergei Shoigú, sería parte de una guerra de desinformación: los recursos siguen llegando.
Moldavia inicia su salida de la Comunidad de Estados Independientes prorrusa
Pantomima o no, permitió un momento de protagonismo para el Jefe de la República de Chechenia, Ramzán Kadírov, quien llamó a la concordia, al tiempo que ofreció a sus duros comandos para tomar cualquier relevo que hiciera falta. Por cierto, alcanza ver y escuchar a Prigozhin y Kadírov, como al vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, o al general Valeri Gerásimov, para llegar a la conclusión de que Putin es un moderado, y que la posibilidad del “regime change” soñado por la CIA sería más bien otra de las “operaciones contraproducentes” de la agencia estadounidense (que desde hace mucho deja teocracias y Estados inviables allí donde acciona fuerte).
Mitología propia
Obviamente la prensa occidental hace comidilla de estas internas que del otro lado se desmienten. Pero no es la primera vez que Prigozhin juega con lo que crean sobre él y su grupo, parezca positivo o no, sea cierto o no, o sean versiones contrapuestas. Se dice que recluta soldados en las cárceles, a cambio de oportunidades, pero que también aumentan los contratos voluntarios, estimulados por promesas salariales y por la imagen positiva que el PMC Wagner ha generado. Incluso apostando con éxito al cine, ya que rodaron tres películas sobre un agente real al servicio de la compañía, Maxim Shugaley, y otras sobre instructores en varios países: “Tourist” en República Centroafricana, “Brilliant Sun” en Dombás y “Granite” en Mozambique. También se dice que prefieren mandar combatientes sirios para las tareas “casa por casa”, o que dejarán de tomar prisioneros -aunque aclarando que el Ministerio no lo permitirá- tras el asesinato de un prisionero ruso.
Con un pasado trunco como esquiador de fondo, y habiendo conocido las cárceles soviéticas acusado de delitos comunes, la imagen de Prigozhin no encuadra con la de los oligarcas que se criaron al amparo del noventismo neoliberal de Boris Yeltsin (el capitalismo entró con estruendo en los ex países socialistas, donde no tenían los anticuerpos para sobreponerse) y que Putin ha luchado por dominar. Por el contrario, hasta ahora su relación es bastante armoniosa, ya que el líder del Kremlin ha encontrado en Wagner una unidad que se mueve más rápido que el ejército regular, está menos burocratizada, y cuenta con la autonomía suficiente para hacerse cargo de sus propios errores y excesos.
Prigozhin, por su parte, encontró la forma de tener un perfil alto y popular. En sintonía con lo que dijimos antes, deja que otros se entretengan en dilucidar si tiene o no aspiraciones políticas. “En el Oeste, cuando la leyenda supera a la verdad, publicamos la leyenda”, decía James Stewart en “El hombre que mató a Liberty Valance” (o “Disparos en la noche”, según la época), el clásico de John Ford. Prigozhin lo sabe: a fin de cuentas, también es un productor de cine.