Iconografía patriótica
La vida de San Martín retratada en cinco obras inmortales
Un recorrido visual por las representaciones más emblemáticas del general José de San Martín, a 174 años de su muerte.
(Por Juan Ignacio Novak) - El 17 de agosto de 1850, en Boulogne-sur-Mer, Francia, falleció uno de los grandes próceres de la historia argentina: José de San Martín. A 174 años de su partida, su epopeya sigue siendo un pilar en la construcción de nuestra identidad nacional. Nacido en Yapeyú, Corrientes, el 25 de febrero de 1778, se destacó como un estratega militar incomparable y como un hombre de ideales firmes, cuya lucha no fue meramente militar, sino también ética y política.
San Martín lideró la gesta emancipadora que liberó a Argentina, Chile y Perú del yugo colonial español, siendo así el artífice de la independencia sudamericana. Su travesía por los Andes, que desafió tanto a la naturaleza como a los imperios, es una de las campañas militares más notables de la historia universal. Pero más allá de sus victorias en el campo de batalla, su grandeza residió en su renuncia al poder, su apoyo a la causa de la libertad y su deseo de ver a una América unida y libre.
Producto de la influencia que, ya en vida, tuvo el “Libertador de América”, fueron numerosos los artistas plásticos, adscritos a movimientos variados, que decidieron retratar su imponente figura o plasmar sus gestas. Desde contemporáneos suyos como José Gil de Castro, hasta artistas de estos tiempos, como Guillermo Roux, quien ejecutó un famoso retrato en agosto de 2000, en el contexto de los 150 años del fallecimiento de San Martín. En las líneas que siguen, evocamos cinco obras que contribuyen a conocer diversas facetas del prócer más valorado por los argentinos.
Instituto Sanmartiniano
La primera que cabe mencionar es el retrato en óleo sobre tela que realizó José Gil de Castro en 1818, obsequiado por el general José de San Martín a José Ignacio de la Roza. Gil de Castro y Morales, limeño, fue un pintor considerado un engranaje central en el período de transición entre la Colonia y la República. Luego de la épica liberación de Chile, San Martín aceptó ser retratado por él. El prócer tenía 39 años y decidió que el pintor lo plasmase en el lienzo con su uniforme de granadero, el mismo que ostentó al frente del Ejército de los Andes. Como dato curioso, José Gil de Castro se convirtió posteriormente en “el pintor oficial” de los libertadores: retrató a Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y Bernardo O’Higgins.
Museo Histórico Nacional
Si hay un hecho, entre los muchos que jalonan la vida de San Martín, que permanece incólume en la memoria colectiva, es precisamente el cruce de los Andes. “El Ejército de los Andes saliendo del campamento del Plumerillo”, un boceto al óleo y dos tintas sobre tela firmado por José Bouchet en 1901, trata de reflejar esta heroica acción. Nacido en España en 1848 y nacionalizado argentino en 1875, este pintor se formó con el maestro Juan Manuel Blanes, cuya influencia posiblemente explique su inclinación hacia las temáticas históricas. Además de la obra dedicada al padre de la Patria, Bouchet buscó inspiración en la época colonial (“La primera misa-fundación de Buenos Aires por D. Juan de Garay”) y en la etapa posterior a la Revolución de Mayo (“El fusilamiento de Liniers”).
Archivo
Hay un dato curioso que envuelve la próxima de las obras que decidimos recordar: la batalla de Maipú, contienda decisiva en el contexto de la Guerra de la Independencia de Chile, fue inmortalizada artísticamente por un francés, Jean-Louis André Théodore Géricault. En una nota publicada en La Nación en enero de este año, Hugo Beccacece recuerda las circunstancias. “Jérôme Cramer (llamado Ambrosio Crámer en América Latina), exoficial del ejército bonapartista, excombatiente del Ejército de los Andes, y ex edecán de Manuel Belgrano en el Ejército del Norte, le encargó a Géricault, precisamente en 1819, sendas litografías ecuestres de los generales José de San Martín y Manuel Belgrano; además de otras tantas litografías sobre la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817) y de Maipú (5 de abril de 1818). De la de Maipú, San Martín tenía en su casa de Boulogne-sur-Mer una copia impresa por Auguste Raffet”.
Archivo
Uno de los retratos más conocidos de San Martín es el que firmó Jean Baptiste Madou, en Bélgica. Es el que más tarde aparecería en billetes y estampillas. Hay un posteo en X del Museo Histórico Nacional que describe la trastienda de la creación de esta obra. William Miller era un militar inglés que se incorporó muy joven al Ejército de los Andes. Con el fin de publicar sus memorias en castellano, en 1828, Miller intercambió cartas con José de San Martín. Le pidió además un retrato suyo para ilustrar las memorias. San Martín le escribió -de acuerdo a la información del museo- “usted me ha hecho quebrantar el propósito que había hecho de no volverme a retratar en mi vida”. El retrato se lo hizo el artista belga Jean Baptiste Madou, a quien Miller le pidió que, por tratarse de memorias militares, lo representara con uniforme.
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Por último, se debe mencionar el retrato realizado por el pintor argentino Guillermo Roux en 2000, donado al Instituto Nacional Sanmartiniano. El trabajo del referente del surrealismo en Argentina, para el cual se valió de la acuarela, sirvió para ilustrar un suplemento de La Nación. San Martín aparece con gesto adusto y señala al espectador del cuadro. “Con ese gesto de reconvención -explicó Roux en una entrevista que consta en la página web de la Secretaría de Cultura de la Nación-, quise interpretar a un San Martín al que no le gustaría mucho este país, de modo que opté por desdeñar una estampa victoriosa o satisfecha. Pensé que un símbolo mayor de nuestra historia debía tener una imagen más activa, desde la cual nos dijera algo para estos tiempos. No lo podía representar en forma pasiva ni distante, en un altar donde nada lo roce. Preferí hacerlo mirándonos y señalándonos, como reclamándonos la parte que nos toca en la construcción de esta Argentina”.