Inédito pedido
Lo que planea el Gobierno para importar gas en invierno y negociar con las distribuidoras
La Casa Rosada aún no resolvió cómo se cubrirá el faltante de gas argentino. Ya adquirió parte de esos requerimientos pero aún se estudian alternativas a la producción de Bolivia (que priorizará a Brasil). Una posibilidad es adquirirlo a Chile (que lo obtiene a mejores precios) o mediante los costosos barcos de GNL. Pero también se discute quién lo debe financiar.
El gobierno nacional ha convocado a las empresas distribuidoras de gas natural por redes para negociar la posibilidad de que ese sector se encargue de comprar el combustible necesario para cubrir el pico de demanda residencial de este invierno, para el que falta solo un mes.
Las conversaciones no son nuevas y están completamente al margen de lo que dispone el marco regulatorio con que se privatizó en la década del '90 el sistema del gas natural en la Argentina, cuando aún la producción propia bastaba para alimentar los hogares y solo debían hacerse interrupciones a las industrias en ciertos días de muy bajas temperaturas. Todavía estaba en una etapa embrionaria el GNC y se confiaba en una expansión del sector petrolero y del transporte de gas que garantizarían el crecimiento natural de la demanda. No fue así: creció la producción con Vaca Muerta pero no se cuenta aún con el sistema de transporte necesario para que el país explote esa enorme ventaja.
En pocas palabras, hoy la Secretaría de Energía de la Nación espera que sean las empresas distribuidoras (Metrogas, Naturgy, Camuzzi, EcoGas, Gasnea, Gasno y Litoral Gas) las que se encarguen de comprar el gas para luego distribuirlo, también en invierno, cuando no es suficiente el que se produce en la Argentina. En síntesis: el gobierno del presidente Javier Milei no quiere que sea la empresa estatal Enargas quien asuma la titularidad de esas operaciones de comercio internacional y, sobre todo, de pagarlas.
Nuevo modelo
Antes de asumir su cargo como canciller, Diana Mondino dio una pista de cómo el nuevo gobierno iba a proceder con el sector energético. Fue cuando sorprendió con su declaración respecto de que no debían ser hechos por el Estado, sino por los privados, los gasoductos (como el Néstor Kirchner, que sigue sin ser aprovechado en todo su potencial). Más allá de su discutible argumento de que esa infraestructura pública no genera beneficios a la población, la intención siempre estuvo a la vista: dejar al mercado todo, aún las decisiones vitales de la planificación. En efecto, se trata de un extremo que todavía no está a la vista en ningún país, pero que fue central en al campaña electoral..
En un modelo en el que el objetivo es que se terminen todas las formas de participación estatal, y los subsidios (que aún subsisten parcialmente para el 70% de los usuarios) la idea es que con la suma de todas las facturas de todos los usuarios de todo el país se paguen los "costos reales" del sistema. Y las ganancias para las empresas, claro. Aunque la situación de subsidios cero es aún lejana porque el sector público todavía responde por una parte de los consumos, esa es la dirección oficial.
El razonamiento desde la lógica gubernamental sería, si durante todo el año cada empresa distribuidora adquiere gas al mercado mayorista, ¿por qué no durante el invierno, aunque haya que importarlo? El problema es que comprar el mercado mundial GNL en barcos es por lo menos dos o tres veces más caro que el BTU criollo.
Entre otros aspectos a negociar entre el gobierno y las distribuidoras, en una eventual operación de este tipo, todavía no está claro quién se haría cargo de la financiación de esos cargamentos. En teoría, según las normas regulatorias vigentes, las empresas que distribuyen gas natural no deben ganar ni perder dinero ante un mayor o menor consumo de los usuarios... pero el gas que se quema hoy en una estufa mendocina o el una cocina santafesina bien puede ser pagado por los clientes finales recién dentro de dos meses o más, según los períodos de facturación. ¿Quién paga por esa financiación?
Contexto
Hoy sería suficiente el gas que produce el país, pero aún no es posible transportarlo a todas las regiones. No se ha logrado utilizar al 100% el gasoducto Néstor Kirchner porque se paralizaron obras complementarias y, además, se ha atrasado la ejecución de la obra de reversión (dar vuelta el sentido del flujo) del gasoducto Noroeste, que es clave para el abastecimiento invernal de las provincias de Córdoba, Tucumán y Salta. Estará listo para septiembre, ya con la primavera encima.
Hasta aquí esa región recibía gas importado de Bolivia, pero el país del altiplano ya anunció que privilegiará su principal mercado: Brasil. En años anteriores esos dos actores internacionales (el principal proveedor de gas convencional y el primer comprador del Cono Sur) facilitaban gas a la Argentina: uno al venderlo aquí, el otro al no comprarlo. Hoy es difícil que algo así se repita.
Sin gas de Bolivia será mayor el volumen a importar para cubrir la demanda de todo el país que, aún con cierres de válvulas a las industrias, no es suficiente cuando hace frío. Pese a los discursos dominantes en décadas anteriores, el país nunca logró el autoabastecimiento (o la llamada soberanía energética) y la importación de buques con gas natural licuado (GNL) añadieron un déficit mayor al comercio internacional.
El clima
Días atrás, un sitio de internet de la ciudad de Mendoza consultó a sus lectores si ante la suba de los precios del gas natural por redes ya habían encendido la calefacción. El 75% respondió que sí, que pese a su costo ya lo había hecho. Mientras, en Santa Fe pensar en estufas todavía parece algo lejano. Sin embargo, para el sector energético, el invierno está muy cerca.
Queda apenas un mes para los dos meses más crudos. Y entre otros asuntos aún sin resolver se encuentra la provisión extra de gas natural que requiere la Argentina desde hace décadas durante los meses de frío, cuando se eleva notablemente el consumo de los usuarios residenciales y que, sin gas de Bolivia, será aun más complejo.