A 30 años de la Reforma
Los mozos de la Convención y sus imperdibles anécdotas
El vínculo con las figuras políticas de la época en dos testimonios de santafesinos que trabajaron en el servicio.
(Por Gustavo Ocampo y Marcelo Zentner) - Se cumplen 30 años de la última reforma constitucional. De mayo a agosto de 1994, el arco político argentino discutió y finalmente aprobó cambios en la Carta Magna. Nuevos derechos, garantías, mandatos presidenciales, la Jefatura de Gabinete y el reconocimiento de los tratados internacionales fueron algunos de los principales temas debatidos.
El escenario fue el Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral de la ciudad de Santa Fe y el recuerdo de aquellos tiempos está más vivo que nunca. Así lo reflejan dos de los mozos que trabajaron por aquel entonces en la Convención que charlaron con El Litoral y contaron cuestiones poco conocidas.
Momentos, recuerdos y anécdotas
Miguel Benavidez comentó que por ese entonces trabajaba en el sector de limpieza, pero hubo un problema con uno de los mozos y lo eligieron a él por su experiencia en servir con bandeja.
—¿Qué es lo primero que se te viene a la mente de la Convención?
— No tenía ni saco ni corbata, así que tuve que comprarme. Temblaba, tenía un miedo bárbaro con gente que sólo la miraba por televisión y tenerlos cerquita fue una experiencia rara. Hasta que nos fuimos acostumbrando con otros mozos. Fueron momentos únicos. Recuerdo que estaba por nacer mi hija y no podía dejar el trabajo, empezaba la sesión y hasta el otro día a las 6 me tenía que quedar. Mi señora me quería matar, “¿a dónde te quedaste?”, nadie me creía que estaba trabajando.
— ¿Cómo era el vínculo con los políticos?
— Me acuerdo, por ejemplo, cuando llegaba Aldo Rico y nadie lo miraba. Parecía el dueño de todo. Otra anécdota que se me viene a la mente fue cuando “Chacho” Álvarez llegó hasta la cocina y nos dijo “¿muchachos me puedo tomar un café?” y se sentó a charlar con nosotros. Después nos reconoció que era para que no le escupiésemos la taza.
Después estaba Raúl Alfonsín, que tenía su oficina en el primer piso. Se arrimaba y te decía “cuando tengas un tiempito, me traes un café”. Era un señor, lástima no haber podido sacarme una foto con él. Mucho respeto hacia él, una persona única. Muy educado. Había otros que nos gritaban ‘traeme whisky’ y no podíamos.
—¿Te acordás de algo insólito que haya ocurrido?
— Un día salgo con la bandeja por el pasillo y estaba la policía. Nos tiramos todos al suelo. Resultó que había un maletín en la galería y lo hicieron explotar porque pensaban que tenía explosivos. Pero no, era de alguien que se lo había olvidado. Volaron los papeles.
Los hijos de Menem nos visitaban también en la cocina. Me acuerdo de “Lule”, que decía que no estaba en la política, pero manejaba todo. Adrián me prestó un saco para la foto con el presidente de la Convención. Nos peleábamos porque ellos son de River y yo de Boca. Eso fue lo único, el trato siempre fue buenísimo. Con Eduardo Menem casi no teníamos contacto. Sí me acuerdo de que le llevábamos agua caliente y tenía hojitas de coca. Tomaba té de coca a la tarde, esa era su costumbre.
Otra anécdota con el presidente de la Convención fue que nos pidieron chocolate dietético y yo ni sabía que existía. Así que le preguntamos a un quiosquero de la zona y lo compraba. También me acuerdo de que Menem pedía palmitos y otras cosas que no se conseguían en Santa Fe.
Puede interesarte
Convivencia
Otro de los mozos entrevistados por El Litoral fue Raúl Mansilla, quien comentó que primero las tareas fueron destinadas a acomodar el mobiliario y dejar todo preparado para las sesiones. “Yo tenía experiencia como mozo, empecé en la profesión en el ‘81, por eso me eligieron. Vinieron del Senado de la Nación a corroborar cómo era el plantel que le asignaron al presidente”, reveló.
— ¿Cómo era el trabajo?
— El trabajo se dividía en dos partes. Por un lado, presidencia y vicepresidencia del lado donde está el Rectorado y por otro, se asistía a los convencionales. Había figuras como Alfonsín, Jaroslavsky, Yoma, Palito Ortega y otros.
La Convención nos permitió conocer a los mayores distintivos de la política de la época. Estaban todos. No faltó nadie. Hasta los Kirchner estaban. Pasan los años y uno tiene el recuerdo pero en estas épocas afloran esas memorias.
Se convivió con mucha gente. Se aprendió mucho. Después están los temas políticos de aquel entonces pero nosotros no tenemos nada que ver. Nuestro aporte era hacer servicio.