Mansión Estrugamou, una señorial residencia porteña que siempre cautivó a los venadenses
En los últimos tiempos se volvió a hablar de la casona de calle Basavilbaso 1251, en el barrio porteño de Retiro, construida por Alejandro Estrugamou, la mano derecha del fundador de Venado Tuerto, Eduardo Casey, dado que sus herederos mantienen su voluntad de venta, aunque por el momento nadie se aproxima a los más de 10 millones de dólares de su tasación, que es la última cifra divulgada por la inmobiliaria responsable de la operatoria comercial.
En busca de mayores precisiones sobre las características de dicho inmueble, también conocido como Mansión Estrugamou, y ligado a Venado Tuerto a través de la figura del estanciero y filántropo nacido en 1855 en la ciudad de Rosario, Sur24 dialogó con el historiador revisionista Mauro Hugo Bertozzi, que investigó vida y obra de Alejandro Estrugamou, tanto en la Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires, como en el sur de Santa Fe.
Ese recorrido, que el venadense plasmó en el libro “Linaje francés en la pampa”, le permitió dimensionar las acciones de quien fue, a la par de Casey, la personalidad más influyente en el progreso de la comunidad venadense desde la incipiente colonia, en 1883, hasta pasada la década de 1920. A poco del 85º aniversario de su fallecimiento -será en octubre próximo-, “investigaciones de carácter inédito serán brindadas a la sociedad en este 2023”, anticipa el estudioso, quien considera a Estrugamou como el cofundador de la ciudad y gestiona desde su radio de acción para que así se lo reconozca.
En ese cometido revisionista, Bertozzi incluyó en su hoja de ruta la visita a la mansión, donde se impregnó de su arte y arquitectura, atesorando un trabajo fotográfico y audiovisual que le posibilitó el redescubrimiento del lugar donde pasó sus últimos días el administrador de “Los Campos del Venado Tuerto”.
Puertas adentro
Sobre esa experiencia, el historiador local resumió sus emociones, aún a flor de piel, a pesar del tiempo transcurrido desde 2017: “Recorrer la casona donde habitó Alejandro Estrugamou me dejó la sensación de estar en un museo. En lo personal, importaba cada espacio y cada detalle. No quedan dudas de que el estilo marcaba en su vida un lugar natural. Cien años después, ese espacio impresiona y responde muchas preguntas que nos hacemos quienes revisamos la historia. Esas respuestas alimentan el alma, sin lugar para la ostentación ni la vanidad. Este patrimonio edilicio es hoy una joya en pie, libre de todo gravamen público, sólo pura historia”.
También recordó que “no fue fácil la gestión”, pues para ingresar debió lograr que los 19 herederos de Alejandro Estrugamou y sus hermanos (Pedro, Fernando, María y Margarita) dieran el permiso ante los inminentes trabajos de investigación para la elaboración del libro. En este sentido, enumeró los ocho hijos de Alejandro Estrugamou y Rosa Isabel Turner Casey: Rosa Isabel Estrugamou Turner; Catalina Estrugamou Turner; Juan Fermán Estrugamou Turner; María Victoria Estrugamou Turner; Margarita Estrugamou Turner; Lucía Estrugamou Turner; Angélica Estrugamou Turner y Alejandro Estrugamou Turner, alias el Bebe, que se afincó en Venado Tuerto y falleció en 1977, siendo quien hizo cumplir el testamento de su padre Alejandro y, entre otras obras benéficas, procedió a la donación de las 100 hectáreas sobre las cuales se edificó el Parque Industrial “La Victoria”, en 1973, a la vera de la ruta 8.
Luego, Bertozzi observó que “los medios nacionales replican constantemente textos que, en un híbrido, enlazan algo de la arquitectura del lugar y parte de la estrategia de marketing para la venta de la mansión, pero no se enfocan en su recorrido histórico y del porqué, desde Venado Tuerto, Alejandro Estrugamou la hace construir. Sin duda, la influencia europea de la Belle Époque logró penetrar hasta la misma pampa; el edificio descubre una época donde la expansión del imperialismo, las transformaciones culturales y económicas, influían en las capas de la aristocracia argentina”.
Clásico y elegante
Como si estuviera ingresando a la mansión una vez más, el autor de “Venado Tuerto del 1900” describió con precisión: “Se logra acceder a ella por un imponente portón de hierro sumamente trabajado y finamente forjado. En el interior de su patio se deja ver un hermoso jardín y su bella fuente de agua. Sus grandes molduras, techos altos, amplios ventanales con balcones y balaustradas, son sólo detalles de este inconmensurable edificio. El acceso principal marca el eje de simetría de la composición del cuerpo principal”. Y añadió: “Dicho acceso cobra importancia gracias a su pórtico de esbeltas columnas jónicas. Al ingresar, el exquisito gusto de los moradores de esta regia residencia queda revelado en su primera vista a un inmenso salón, el cual funciona de distribuidor y nos presenta los accesos al resto de los ambientes de la planta”.
“En el centro del mismo -continúa el relato- surge su gigantesca escalera revestida de madera y con barrotes torneados que domina el salón, dando ingreso y comunicando la planta baja con el hall del primer piso. En ella persiste una araña francesa colgada en el centro del salón. Los techos pintados a mano, sus muebles de roble rojizo, unos relojes pendulares, causan una agradable impresión. La misma cuenta con 1.500 metros cuadrados cubiertos, distribuidos en 12 distinguidos ambientes con carácter y estilo, desarrollada sobre un lote de 2.800 metros cuadrados”.
Desde hace casi un siglo sobrevive una leyenda, envuelta en un halo de misterio, vinculada con un presunto túnel que uniría la mansión de Basavilbaso al 1200 con el Palacio Estrugamou de Juncal y Esmeralda. Y Bertozzi, que lo tenía muy presente, algo logró averiguar: “No puedo decir que vi ese famoso túnel, pero recuerdo que me indicaron dónde quedaba, y de hecho fui hasta la puerta de acceso”, sintetizó, aunque sin poder asegurar si en la actualidad está transitable.
Nuevos desarrollos
Habían pasado poco más de 20 años de iniciado el pueblo Venado Tuerto cuando Estrugamou proyectó sus desarrollos edilicios en Capital Federal. En 1904 y 1906, casi en paralelo, comenzó a construir, tanto la mansión de calle Basavilbaso -para la residencia familiar-, como el Palacio Estrugamou, un edificio de departamentos concluido en 1929. Sin embargo, las ambiciones del incansable hombre de negocios no se detuvieron en la ciudad capital de Argentina, sino que en ese mismo período construyó con capitales propios el Colegio “Rosa Turner de Estrugamou”, que se inauguró en 1921 y se llamó así en homenaje a su esposa fallecida en 1915, y el Colegio “Santa Rosa”, ambos en Venado Tuerto; la Escuela Primaria N° 1 “Catalina Larrart de Estrugamou”, en Junín, en homenaje a su madre (donde estudió María Eva Duarte hasta sus 15 años); el Hospital “Catherine”, en Chacabuco; y la Iglesia “San Luis Gonzaga”, en Villa Flandria. También se ocupó de recuperar la antigua mansión en Nabas, Francia, que perteneciera a sus padres Jean Baptiste Estrugamou y Catherina Larrart Larralde.
Consultado sobre las construcciones en el sur santafesino, Bertozzi explicó que “cuando esta corriente llegaba a su fin y Buenos Aires había quedado totalmente transformada por los hacendados que hicieron llegar su poderío económico hasta los confines de la pampa gringa, nosotros no fuimos la excepción, dejando Estrugamou en nuestra ciudad, dos palacios educativos de estilo escuela estancia, basados en la propuesta de arquitectos franceses”.
Con apego al arte
“Una de las constantes que podemos apreciar en las propiedades de Alejandro Estrugamou es el apego al arte del viejo continente y a las esculturas de la mitología griega y romana. Él se formó en uno de los colegios más prestigiosos de Sud América, el San José, al igual que su socio Eduardo Casey. No solo sus propiedades estaban atravesadas por el estilo Beaux Arts, sino que también estaban decoradas en esa línea”, destacó el autor.
“En el caso del Palacio Estrugamou, refleja en toda su arquitectura el arte francés, en estilo ecléctico influenciado por el barroco. Consta de cuatro edificios alrededor de un patio donde se halla una copia de bronce de una escultura de Victoria de Samotracia, que representa la Diosa de la Victoria. Corona el patio que sirve de espacio compartido para los cuatro edificios que conforman el palacio. La misma fue donada por Marcelo T. de Alvear, que residió con su esposa francesa Regina Pacini Quintero en este edificio. Los materiales y elementos de construcción fueron importados de Francia y los pisos de roble, de Eslovenia. Los portones y sus amplios corredores simulan las entradas de carruajes de los palacios franceses. Portones de hierro forjado, pilastras de capitel, techos con mansardas de pizarra. El boite á rideaux era un clásico en palacios y residencias francesas, que enmarcaba y destacaba aberturas con ventanas curvas de vitraux. Picaportes y herrajes de bronce también importados de Francia. Muchos departamentos tenían su propio hogar con chimenea a leña. El techo del edificio tenía mansardas, colocadas sobre el tejado para iluminar y ventilar el desván. Hoy, los cotizados penthouse del Palacio Estrugamou están habitados por amantes de ese estilo señorial”, actualizó Mauro Bertozzi.
Menos Cayetano y más Estrugamou
Desde hace un buen tiempo, sostiene en sus escritos que “Venado Tuerto tiene una deuda pendiente con el principal hacedor del pueblo”, en referencia a Alejandro Estrugamou. “Las generaciones actuales están inmersas en un desconocimiento profundo sobre los orígenes de nuestra ciudad, y es deber de los gobiernos de turno enfocarse en la reivindicación de los ausentes. La figura de Casey quedó instalada a su tiempo, como se está haciendo ahora con la de Cayetano Silva, el creador de la marcha San Lorenzo, lo que considero un error”.
“A lo largo de la historia local, y aun hoy, Venado Tuerto calla sobre los homenajes a Estrugamou, ni en sus páginas oficiales está presente, y eleva la figura de Cayetano en forma exponencial los últimos años. No podemos ser ‘Cayetanodependientes’, y no se trata de menospreciar a un referente de la cultura, sino de darle la estatura correspondiente a los hacedores y fundadores de un pueblo. Más en el caso de Estrugamou, que dejó un sello con estilo. El Concejo Municipal, a pesar de haber recibido las investigaciones y los pedidos, no se hace eco tampoco de esta reivindicación. Espero que con la presentación de la biografía de Estrugamou y el material audiovisual sobre su legado, se inicie un camino que hoy está opacado por otras atenciones. No es bueno para una ciudad olvidar a quienes hicieron que este suelo y este sueño sea hoy parte de ellos mismos. Las personas, en las instituciones, se renuevan, por ende, somos las acciones que dejamos plasmadas”, disparó, filoso, en busca de impulsar la revisión de la historia de la ciudad.
Bertozzi en el mausoleo
En su visita a la Mansión de calle Basavilbaso, en 2017, Bertozzi aprovechó para visitar el Cementerio de La Recoleta y ahora recuerda ese periplo con emoción: “Soy un convencido, y las evidencias históricas lo prueban, de que Alejandro Estrugamou hizo tanto o más que Eduardo Casey por nuestro Venado Tuerto, y por eso mi admiración, mi respeto y el obsequio floral en el mausoleo donde descansan sus restos y los de sus familiares cercanos”.
El epitafio, que consta en la portada de su libro, reza: “En su corazón no cupo jamás el engaño; la honradez fue una de sus más grandes ambiciones”.