Cada 24 de marzo se conmemora el Día mundial de la Tuberculosis, una enfermedad que para muchos y muchas pertenece al pasado. Sin embargo, en la provincia de Santa Fe se confirmaron 728 casos en 2022, casi cien más que el promedio hasta ese entonces. Es un aumento que se puede explicar por el subdiagnóstico que hubo durante la pandemia por Covid-19 pero que, en cualquier caso, afecta a personas jóvenes y económicamente activas, es altamente contagiosa aunque tiene tratamiento (prolongado y gratuito) y se cura.
Más de 700 personas fueron diagnosticadas con tuberculosis en 2022 en Santa Fe
Sur24 dialogó con Fernando Biasutti, médico que integra el Programa provincial de Tuberculosis y HIV del Ministerio de Salud de la provincia, y autor del libro “La infección tuberculosa latente: la base del iceberg”. ¿De qué se trata este concepto y cuáles son los tres ejes que, para el especialista en infectología, son claves para controlar la enfermedad y alcanzar la meta establecida por la OMS que proyectó para 2035 el fin de la TB?
– ¿Están en aumento los casos de tuberculosis o hubo casos ocultos durante la pandemia por Covid-19 y se están registrando ahora?
– Con respecto al resto del mundo estamos en el medio. Desde el año ’80 se viene registrando un descenso en la mayoría de los países, inclusive en Argentina. Es un descenso que tiene picos y valles: los aumentos de los casos coinciden, en general, con la mala situación socioeconómica del país, por ejemplo, las crisis del ’89, la del 2001. Y los valles se producen cuando tenemos mejores condiciones económicas. En 2013 se produjo un quiebre y a partir de ahí hasta ahora estamos registrando un aumento de casos. Es una tendencia que viene hasta los días de hoy.
– ¿Por qué se produce ese quiebre y en ese momento?
– En general tiene que ver con la situación socioeconómica del país. A la tuberculosis se la reconoce como una enfermedad “de la pobreza”. Las malas condiciones de vida y el hacinamiento son el caldo de cultivo para su desarrollo.
La irrupción del VIH
En el año 1981, “cuando parecía que teníamos las drogas y los programas para asegurar su descenso, el HIV marca un antes y un después en el control de la tuberculosis”.
– ¿Por qué?
– El VIH produce una inmunodepresión, una baja en las defensas del huésped. En pacientes infectados con tuberculosis, el sistema inmune controlaba la enfermedad, pero con HIV eso ya no ocurre. Esa es la que se llama tuberculosis latente: el 25 % de la población mundial tuvo contacto con el bacilo de la tuberculosis y con su propio sistema inmune pudo controlar que la enfermedad no se desarrolle. Sin embargo, la situación cambia cuando irrumpe el VIH, sumado a las malas condiciones de vida y al aumento de las expectativa de vida.
Entonces, de la población que tuvo contacto con el bacilo, el 90 % lo controla sin enfermarse; solamente el 10 % en algún momento de su vida va a reactivar esta infección por deterioro del sistema inmune y va a desarrollar la enfermedad. Con el HIV esto aumenta y, como dije, también con el aumento de la expectativa de vida, en personas con inmunodepresión como pacientes renales crónicos que están en diálisis. Al aumentar la expectativa de vida tienen más chance de reactivar la enfermedad.
Además, las drogas biológicas que se utilizan para tratar algunas enfermedades (reumáticas, dermatológicas) funcionan deprimiendo el sistema inmune.
– ¿En qué momento estamos ahora, de valle o de pico?
– No estamos en un momento de pico absoluto pero si de crecimiento. Y esto es por el efecto post pandemia. En 2020, la pandemia por coronavirus (y la fase inicial de confinamiento) hizo que la cantidad de casos de tuberculosis descendiera pero no de manera real sino porque no se diagnosticaron, como ocurrió con otras enfermedades cardiovasculares, oncológicas y demás.
Cuando se volvieron a abrir los servicios de salud, los casos volvieron a subir y ahora estamos en un nivel de recupero (catch up) de casos de tuberculosis. Entonces, de un promedio de poco más de 600 casos en la provincia de Santa Fe por año, pasamos a 728 en el año 2022. Esta situación se manifiesta en la Argentina y en todo el mundo.
– La franja etaria de niñas, niños y adolescentes, ¿preocupa de manera particular?
– La mayor cantidad de casos de tuberculosis se da en la población adulta joven de entre 20 y 35 años; es la más económicamente activa y con mayor circulación. Pero desde hace unos años fue subiendo el porcentaje de niñas, niños y adolescentes con la enfermedad y ahora representan un 17 % del total de casos positivos.
No es una situación preocupante pero si para tomar cartas en el asunto, por ejemplo, hacer foco en el tratamiento de la tuberculosis latente y testear a chicos que son contactos de una persona con la enfermedad para tratarlos con una quimioprofilaxis y evitar el desarrollo de TB.
Estigma y estrategia
– ¿La estigmatización asociada a la tuberculosis puede demorar la búsqueda de un diagnóstico?
– La estigmatización siempre estuvo presente porque la tuberculosis es una enfermedad que se asocia con la pobreza y, en general, con las malas condiciones socioeconómicas. Lo que planteo en mi libro es un cambio de paradigma y enfoque en el control de la tuberculosis a nivel de los programas.
– ¿Cómo es esto?
– En la Argentina y en otros países se encaró el control de la enfermedad en el diagnóstico rápido del enfermo para ponerlo bajo tratamiento. Resulta que esta modalidad aislada no dio resultados: la OMS propone para el año 2035 una estrategia (fin a la tuberculosis) que consiste en tratar no solo a los enfermos sino a los que están infectados con riesgo de enfermar: esa es la tuberculosis latente.
¿Y quiénes son los infectados con riesgo de enfermar?: niños en contacto con personas que tienen la enfermedad, pacientes con VIH y personas inmunodeprimidas por otras causas como insuficiencia renal crónica en diálisis, o que van a recibir quimioterapia o un trasplante. En este grupo de personas debemos diagnosticar la infección latente para tratarla y evitar que desarrollen tuberculosis.
– Cada 24 de marzo hay actividades de concientización sobre la enfermedad. ¿Cuál debería ser el mensaje este año, ya prácticamente finalizada la pandemia por Covid?
– Para controlar la tuberculosis hay tres ejes. El primero es su visibilización y eso se logra rompiendo el estigma que hay a su alrededor. El segundo es lograr una vacuna más eficaz: la BCG que nos aplicamos al nacer previene contra la infecciones diseminadas y graves en los recién nacidos pero no la infección en la adultez, aunque es lo mejor que tenemos hasta ahora. Y el tercero y más difícil, en una enfermedad arraigada en las malas condiciones de vida, es derrotar a la pobreza.