(Por Juan Ignacio Novak) – A Osvaldo Soriano tal vez se lo recuerda con nitidez por dos novelas escritas durante la última dictadura militar argentina, “No habrá más penas ni olvido” y “Cuarteles de invierno”. Ambas, desde el ficticio pueblo de Colonia Vela, representan una reflexión que va desde lo cómico hasta lo trágico y lo brutal sobre la convulsa situación política argentina de la década del ‘70. Desde la descripción de situaciones que rozan lo surreal, Soriano aporta más luz sobre aquellos años que varios historiadores, en tanto describe como la locura y el fanatismo político desdibujan todo posible vínculo social.
Medio siglo de “Triste, solitario y final”: un clásico literario que desafió géneros
Sin embargo, la primera novela de Osvaldo Soriano, que cumple 50 años desde el momento de su publicación, no alude a la situación política argentina ni tiene como ambientación a la Colonia Vela de sus trabajos posteriores. Por el contrario, tiene mucho más que ver con el propio universo del autor como consumidor de otros textos, sean estos literarios o cinematográficos. De la lectura de “Triste, solitario y final” se puede visualizar con facilidad al joven Soriano imbuido en el universo del cine mudo y de la lectura de libros policiales de ediciones baratas. En efecto, es un homenaje a las películas, los libros y su impacto duradero en la vida de las personas.
En esta singular novela, el propio Soriano se incorpora como personaje y se refiere a sí mismo en tercera persona. Pero el protagonista es, en realidad, un personaje que no pertenece a Soriano ni a la literatura argentina a pesar de que es medular para la literatura: el detective Philip Marlowe, tal vez el más emblemático de los detectives privados gestados por los escritores de policiales de la primera mitad del siglo XX. Marlowe, nacido de la pluma de Raymond Chandler, interactúa en “Triste, solitario y final” con el propio Soriano en una trama que involucra a Stan Laurel (el actor de “El gordo y el flaco”) y hasta un veterano Charles Chaplin que no queda muy bien parado: Soriano, como Chandler, opta por los perdedores.
Con un estilo de escritura a la vez intenso y cargado de sentido del humor que rinde homenaje tanto al propio Chandler (y, por extensión, a Dashiell Hammett, James M. Cain, Ross MacDonald y otros cultores de la vertiente negra del policial) como a las propias películas de Laurel y Hardy (en la novela se suceden varios gags donde Soriano y Marlowe parecen emular a los cómicos), el escritor desarrolla una historia llena de intertextualidades, que conecta con “El largo adiós”, tal vez la obra más amarga de Chandler. Y, de paso, se permite cumplir el sueño de todo lector o cinéfilo que se precie, es decir, el de convivir en un mundo ficcional con esas criaturas ficcionales que fueron (como afirmó una vez Mario Vargas Llosa) más importantes que muchas personas de carne y hueso.
Recordar un texto icónico
¿Por qué volver la mirada a la novela de Osvaldo Soriano a medio siglo de su primer paso por la imprenta? Porque la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno” preparó una muestra que recupera aspectos vinculados al libro del escritor argentino, a través del acervo de la institución, que incluye artículos de Soriano en La Opinión y Satiricón sobre el Gordo y el Flaco, Raymond Chandler y su detective Philip Marlowe, la primera edición de la novela en Corregidor y la edición francesa con prólogo de Julio Cortázar.
Cabe citar a Tomás Schuliaquer, curador de la muestra. “Es una novela muy peculiar, que fue muy exitosa desde su publicación en cuanto a venta y circulación, pero es muy disruptiva porque tiene como personajes principales al propio Soriano y a consumos culturales de los cuales el escritor era muy fanático: el Gordo y el Flaco, Raymond Chandler y su detective Philip Marlowe, uno de sus escritores preferidos y, sobre todo, su novela El largo adiós, una de las grandes fuentes de inspiración para esta obra. Si le sumamos a John Wayne y Charles Chaplin, son cinco los personajes estadounidenses que aparecen en una novela de la literatura argentina de principios de los 70. Y todo sucede en Los Ángeles, ciudad que Soriano no conocía”.
“50 años de Triste, solitario y final” se podrá visitar a partir del 4 de agosto hasta el 1 de octubre de 2023 en el Hall del 3º piso de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires (Agüero 2502).