Paradoja estadística
Menos pobres, pero más pobreza: la UCA contrasta los datos del INDEC
El análisis alerta que aumentaron las carencias en salud, alimentación, vivienda, empleo y seguridad social.
Por Mauro L. Muñoz
Que al terminar el primer año del gobierno de Javier Milei haya habido menos pobres es cierto, aunque también lo es que haya aumentado la pobreza. Así lo considera la UCA en un informe que contrasta con el INDEC, incorporando variables socioeconómicas al dato por ingreso.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, el 38,1% de la población se encontraba en situación de pobreza al terminar 2024. El número representa una caída del 14,8% respecto al primer semestre de Javier Milei, y del 3,6% al final de la gestión de Alberto Fernández, cuando había alcanzado el 41,7%.
A simple vista, la reducción de números tan sensibles marcan un éxito en la gestión. Sin embargo, el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), pone la lupa sobre esas cifras: la baja, señalan, puede estar sobreestimada al calcular solo una variable.
“Deudas sociales en lista de espera” es el título del documento en el que, tras la difusión de los números oficiales, la ODSA plantea una pregunta retórica para poner en perspectiva la aparente paradoja estadística: "¿Mejora real o ficción estadística?".
“Si bien los resultados muestran una tendencia real, cabe relativizarlos”, responde el documento. “Hay razones para sostener que se está sobrestimando la caída de la pobreza en un contexto de cambios significativos en el sistema de precios que no se refleja en una mayor capacidad de consumo de los hogares pobres”, agrega.
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Más allá del ingreso
La medición que realiza el Observatorio de la UCA se basa en el enfoque de pobreza multidimensional. Al incorporar variables como acceso a alimentación, salud, vivienda, educación y empleo, el estudio muestra un aumento de la pobreza estructural durante el segundo semestre de 2024.
En números, la pobreza multidimensional pasó de 39,8% a 41,6% interanual, según el documento en el que se advierte, además, que más de la mitad de niños y adolescentes (53,4%) vive en hogares pobres. “Se observa una acentuación de privaciones estructurales entre los hogares sometidos a la pobreza por ingresos”, afirma.
Plantea, también, que hay un “piso estructural” de pobreza crónica que ningún gobierno ha logrado quebrar desde la crisis de 2018-2019. “Entre 30 y 35% de personas sobreviven en hogares pobres, y un 6% en hogares indigentes, cuyos ingresos mensuales no cubren una canasta básica de alimentos”, puntualiza el documento.
A esto se suman privaciones persistentes en salud, educación, vivienda, saneamiento y seguridad alimentaria. “Uno de cada tres ciudadanos está privado de derechos sociales elementales”, resumen los investigadores. “La pobreza de desarrollo humano se agrava cuando se combinan ingresos insuficientes con carencias estructurales”, agregan.
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El impacto del ajuste y el peso de los gastos
El informe contextualiza el análisis en el marco del programa económico implementado por el gobierno de Javier Milei en el primer año de gestión. “En el primer trimestre del año, la pobreza creció interanualmente de 38,7% a 54,9%, al mismo tiempo que la indigencia pasó de 8,9% a 20,3%”, advierte el ODSA, poniendo el foco en la devaluación de diciembre de 2023.
Luego, destaca que en el segundo trimestre del año pasado se verificó una baja, atribuida principalmente a la desaceleración de precios y la estabilización macroeconómica, pero también por el aumento de las asignaciones sociales (como AUH y Tarjeta Alimentar), que en algunos meses superaron la inflación.
De todas formas, los técnicos del Observatorio de la UCA advierten que se trató de una recuperación parcial. “Aunque los índices de pobreza estimados por ingresos hayan alcanzado niveles similares a un año atrás, esto no implica que los hogares hayan recuperado los niveles de consumo que existían previo al ajuste”, remarca el informe.
Uno de los elementos en los que se apoya para explicar el contraste son las subas en servicios y gastos fijos: “el aumento diferencial de los servicios públicos ha incrementado el peso de los gastos fijos por sobre los variables de los hogares. Las mejoras en el ingreso familiar real no implican necesariamente más y mejores consumos corrientes”.
Es decir que, aun cuando algunos hogares lograron recuperar ingresos por encima de la línea de pobreza, no consiguieron mejorar las condiciones materiales de vida. Y destacan que la clave está en la caída en el consumo durante el segundo semestre del año: "La evolución de los precios de las canastas que sirven de parámetro para medir la pobreza viene retrayéndose aún más que el índice general de precios".
Un país segmentado
El estudio también advierte sobre la profundización de las brechas entre estratos sociales y territoriales. “El actual nuevo punto de partida o ‘regreso a cuando ya estábamos mal’ no es homogéneo al interior de la estructura social ni de la geografía urbana”, subraya. La tasa de pobreza en algunos aglomerados urbanos supera el 60%, mientras que en otros está por debajo del 25%.
La estratificación social se refleja, además, en las posibilidades reales de movilidad: “La dinámica económico-ocupacional tiende no sólo a reproducir, sino también a agravar las brechas de productividad, remuneraciones y bienestar. La insuficiente demanda de buenos empleos hace imposible que los sectores pobres y las medias bajas accedan a un mejor sendero de progreso social”.
“El crecimiento, sin inclusión social, aunque logre bajar la pobreza por ingresos, no significa un efectivo desarrollo humano con igualdad de oportunidades”, concluye el informe del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina sobre los déficits estructurales que no mide el ingreso.