Nito, el trotamundos de la bicicleta, empieza el regreso a tierra chilena
(Por Ana Inés Dobal) – Nito Nuñez tiene 33 años, viaja en bicicleta con su perrita desde hace años y llegó el lunes 17 a Rufino. Su objetivo era recargar energías, reunir provisiones y tomar una pequeña pausa para seguir en ruta rumbo a Chile, donde planea reunirse con su familia, que no ve desde hace 15 años.
“Mi bicicleta se llama ‘Pluma Blanca’ y yo confío plenamente en ella. A todo le doy nombre y una entidad para que cobre vida y ella jamás me dejó a pie”, comparte agradecido, mientras toma unos mates con Sur24 en casa de una vecina que lo albergó para que pueda ducharse y resguardarse del frío antes de tomar el tren.
Al llegar a Rufino, preguntó por lugares donde instalar su carpa y dio con el albergue del Parque Balneario municipal. Allí debió ponerse en contacto con la Dirección de Acción Social, pero no recibió una respuesta positiva para instalarse y protegerse del rigor invernal.
Según cuenta, fue citado varias veces para cumplimentar los datos necesarios y acceder al espacio, pero el personal nunca estaba presente para hacerlo. Finalmente, logró apoyo de vecinos y recibió hospitalidad y buena energía de unos pocos que valieron por mil, dispuestos a confiar, conversar y aprender.
Volver a casa
Nito viajó por Perú, Bolivia, Ecuador, Paraguay y pasó seis años en Brasil. Habiendo transitado la pandemia, consciente de que la vida podía desvanecerse en un suspiro, y habiendo tenido la experiencia de estar sin conexión ni contacto con tecnología por dos años en la selva amazónica, decidió que era tiempo de emprender su regreso a casa.
Hace dos años arrancó este viaje que él mismo denominó “La familia”, por el deseo y el objetivo claro de regresar a su origen, a su familia, a su nido, viajando desde San Pablo (Brasil) hacia su Chile natal.
Con respecto a sus seres queridos, el joven chileno destaca emocionado: “Mi viejita me publicó en las redes como perdido durante el tiempo largo que permanecí en la selva. Después regresé a una ciudad, cerca de Manaos, y ahí a través de mi Facebook supe de su preocupación y sus deseos de mi regreso, con lágrimas en los ojos”.
Esa circunstancia lo movilizó y entendió que era tiempo de emprender la vuelta.
Esencia de trabajo
De pequeño, era muy creativo y participaba de concursos de dibujo. A los ocho años, ganó uno de esos concursos, y sus padres no tenían los recursos para ayudarlo. Entonces se largó por su cuenta: “Me hice un carrito con ruedas para llevar y vender mis dibujos en la plaza del pueblo, así logré comprar los lápices y colores, además de ayudar a mi familia con algunos pesos”, evoca sobre su infancia.
Además, Nito cuenta que de chico pasaba noches largas al lado de un fuego encendido por él mismo, en valles desolados de la helada cordillera chilena, cuidando a los animales de su familia. Su abrigo eran ropas de lana que su madre confeccionaba para protegerlo de los fríos montañosos, un arma colgada en su espalda y largos días y noches sin dormir para no ser devorado por los amenazantes pumas de la región. Historia que, testimoniada en primera persona por este joven de valores buenos y una fuerza inquebrantable, genera escalofríos, pensando que sufrió esas peripecias con sólo ocho años, haciéndose cargo además de alimentar, acunar, vestir y acompañar a todos sus hermanos menores, mientras sus padres trabajaban en el campo hasta la noche.
Pueblito natal
Pueblito Rengo se llama el pueblo cordillerano que lo vio nacer, el que después pasó a llamarse “La isla”, por inundarse con la crecida de grandes ríos que desembocan en el mar. La Sexta Región es la zona donde comienza la falda de la cordillera, recóndita en medio de la naturaleza donde Nito creció.
La vida no fue fácil para el incansable ciclista, que decidió volver a abrazar a su familia luego de encontrarse lejos, recreando su historia por años, conectado con la naturaleza, las artes, el acompañamiento a infancias y la conexión con los saberes de los ancianos sabios de variadas regiones, culturas y países, para regresar ahora a su Chile natal. “Vengo preparándome hace tanto tiempo para cruzar la cordillera que no me lo pierdo por nada”, expresa con entusiasmo.
Mientras desanda el retorno, planifica sus próximos pasos: “Al asentarme en mi tierra, me gustaría escribir un libro para los viajeros con todo lo que he vivido, pero también dedicado a todas esas madres que quedan preocupadas en casa, sin saber de esos hijos en viaje”.
De Rufino a Chile
Nito, Yuli y su bicicleta fiel esperan arribar a Justo Daract (San Luis) en el tren que salió desde Rufino y seguir acercándose a las montañas de su Chile natal. Cien kilos de equipaje, conciencia en su alimentación, artes para ganarse la vida y la conciencia de andar con buenos pasos, intenciones y energías positivas, son los pilares de este trotamundos que deja en Rufino una nueva chance de ver con otros ojos, trascender los juicios y ser más humanos, reconociendo el valor de la búsqueda, la experiencia y la mirada, por encima de todo.
Compañera Yuli
Yuli se llama la perrita que acompaña a Nito en su viaje y vive con él todas las aventuras desde hace cinco años. El periplo juntos comenzó en su primer encuentro, en Brasil, y desde allí jamás se separaron. Van camino a casa, en equipo, pedaleando ahora las rutas argentinas, y esperaron este último sábado, bien temprano, para tomar un tren que los acercara a la cordillera.
Seguir sus pasos
En Facebook, al viajero trasandino se lo encuentra como @nitonuñez y seguramente muchos rufinenses lo agendarán para seguir de cerca sus nuevas experiencias, sobre todo aquellos que abrieron su corazón, su escucha y eligieron regalarle tiempo, charlas y buenas vibras para lo que viene.