Oscar Gil y la caña con ruda, una buena costumbre que perdura en Rufino
(Por Ana Inés Dobal) – El día de la Madre Tierra es una celebración tradicional latinoamericana que conecta a los seres humanos con la gratitud a la tierra que los nutre, brindando ofrendas, rezos, cantos y fuegos en los que se materializa la esperanza de la prosperidad de la vida a través de su florecimiento, sin el cual no hay supervivencia de los pueblos. “Pacha” en aymara y quechua significa tierra, mundo; y “mama”, madre.
En la ceremonia tradicional creada por los pueblos de los Andes centrales, se realiza una serie de ofrendas para celebrar la naturaleza “protectora” y fecunda de la tierra, y los ritos, regalos, cantos y recursos naturales ofrecidos a la gran madre, cambian según cada región. Ocurre igual en pueblos y ciudades a lo largo de todo nuestro país con guitarras, coplas y rondas al fuego a viva voz, para algunos, como en la sencillez de un ritual simple pero sentido, para otros.
El médico veterinario Oscar Horacio Gil es un referente en la ciudad más austral de la provincia, por su tradicional convite a los amigos, de la bebida tradicional preparada y macerada para ser tomada en esta fecha, denominada “caña con ruda”. Este año, a pesar de los cuidados y prevenciones instaladas por el Covid-19, Oscar no interrumpió su “ritualito” de cada año, que es también, como él dice: “la excusa para visitar a los amigos”. Cerca de las ocho de la mañana del domingo 1 de agosto, bien temprano como buen paisano, Oscar comenzó la recorrida por la ciudad en busca de amigos y conocidos, esta vez por cada una de sus casas, con quienes acostumbra año tras año, compartir la “cañita” en ayunas, como manda la tradición. Así lo hizo, sin excusas, el último día del fin de semana pasado. En sus palabras: “Este año decidimos salir de recorrida, como siempre, bien temprano, y compartir con los amigos este brindis como todos los años”, compartió el veterinario.
Siempre con amigos
Oscar Gil en su veterinaria de calle Primitivo Galán 53.
Oscar cuenta que la pandemia se ha llevado a algunos amigos con quienes no pudo, esta vez, concretar el encuentro y el brindis, pero vive con entusiasmo y alegría, cada año, esta sana costumbre, acompañado por su gran familia, a quienes tiene acostumbrados y contagiados, ya que su mujer e hijos lo ayudan en la producción de la bebida y en la organización de la recorrida cada año. La modalidad de convite cambia, según pasan los años -más aún en tiempos de aislamiento y salud amenazada-, “pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre”, como dicta la canción más emblemática de nuestro folklore, en el verso de Mercedes Sosa.
El trago largo de caña con ruda a ojo cerrado y ceño fruncido es el latido de un corazón anhelante, un rezo esperanzado y un espíritu agradecido y siempre amigo de los amigos. Botella en mano cada día de la tierra, el rufinense con más años en el ejercicio de la medicina veterinaria en pequeños y grandes animales, y en la expansión genuina de esta “tradición del bien”, además de docente y padre de familia, viaja domicilio por domicilio convidando sonrisas dentro de los confines de la ciudad, como también con familias y amigos del campo, donde pasa la mayor cantidad de tiempo durante su jornada laboral en contacto directo con el cuidado animal.
La fiesta de la Pachamama encierra el concepto de finalizar ciclos, renovarse y comenzar nuevos proyectos, pedir por la salud de la tribu y agradecer en ceremonia a la Tierra por su protección y abundancia cotidianas. En un marco social y planetario tan complejo y movilizador como el que estamos atravesando, donde tantas vidas se apagan a diario, volver al origen, volver a la tradición sobre la que se han forjado pueblos y ciudades, puede ser una gran luz en el camino. Silencios, agradecimientos y rezos, que también vibran y vivencian en el pago de Rufino.
Cómo se toma
Es una medicina casera y ancestral para mejorar la salud y atraer la buena suerte, pero también sirve para desparasitar. La mezcla de caña blanca paraguaya o ginebra con hojas de ruda se bebe en ayunas, preferiblemente a la madrugada, y su propósito es de protección. Se toma en tres sorbos, siete sorbos o de un trago largo. Otros ejemplos… en Salta, la ceremonia apunta a recordar que todo lo creado proviene de la Tierra. Es característico que los habitantes enciendan sahumerios para ahuyentar los posibles males que hayan quedado en sus hogares. En Jujuy, luego de una comida comunitaria, se hace un hoyo y se da de comer y beber a la Pachamama. Se ofrendan hojas de coca, chicha, alcohol y cigarrillos y luego se tapa el pozo con tierra, botellas de alcohol y vino. Para completar la ceremonia, en casi todos los casos, los presentes se toman de la mano para expresar el espíritu de hermandad que reina, y danzan alrededor del hoyo ya tapado, al son de la caja, flauta y la copla. Los rituales suelen estar a cargo de las personas mayores de cada comunidad. La fe centrada en la Pachamama convive en muchos casos con el cristianismo. Se producen entonces sincretismos entre las creencias: por ejemplo, en Bolivia, la Pachamama es identificada con la Virgen de Copacabana en La Paz, y la Virgen del Socavón en Oruro. En Perú, la Pachamama es identificada con la Virgen de la Candelaria.