(Por Emerio Agretti) – Las cuentas no cierran. El oficialismo no consigue juntar 37 senadores para sesionar, y la oposición no está dispuesta a facilitar el quórum. El motivo de ambos es la intención de autorizar que Ana María Figueroa continúe en funciones en la Sala I de la Cámara de Casación Penal después de cumplir los 75 años, momento en que de no mediar esa excepción estará obligada a jubilarse. El oficialismo quiere que siga en el cuerpo que debe resolver si envía o no a Cristina Fernández a juicio oral por la causa Hotesur-Los Sauces, ya que (más allá de los méritos que le adjudican) la consideran inclinada a favorecer a la exmandataria. Por la misma razón, Juntos por el Cambio prefiere de deje su cargo, y utiliza la herramienta de no prestar quórum para impedir la sesión en la que el kirchnerismo habilitaría su continuidad.
Otra sesión fracasada por falta de quórum en el Senado nacional
En el discurso, unos y otros se achacan mutuamente la responsabilidad de que el cuerpo no sesione, y buscan liberarse de culpas ante la sociedad, y achacárselas al rival; sin margen para ceder ni conceder. Lo que están en juego en última instancia son las concepciones sobre el papel del Congreso y el propio rol de cada quien ocupa una banca. Pero por lo pronto, y más allá de la vehemencia de los discursos y la firmeza de las estrategias, la puja se basa en cuestiones formales.
Para el oficialismo se trata de que haya quórum para sesionar y de hacerlo antes del 9 de agosto, día en que Figueroa cumplirá los 75 y deberá retirarse; algo extremadamente improbable dadas las circunstancias y el contexto electoral.
Números rojos
La llave del quórum es el escurridizo número 37. Después de la división del bloque en febrero (esta vez genuina, y no como maniobra para acceder a cargos en el Consejo de la Magistratura), el Frente de Todos quedó con 31. Cifra que llega a 33 sumando dos aliadas prácticamente incondicionales: Clara Vega (La Rioja) y Magdalena Solari Quintana (Misiones), y a 34 computando a la puntana María Eugenia Catalfamo, que también suele acompañar.
Los tres senadores con los que se esperaba alcanzar el número mágico eran Guillermo Snopek (Jujuy), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y Alberto Weretilneck (Río Negro). Pero en la fallida sesión del 12 de julio esos legisladores no estuvieron. Por eso todos los esfuerzos se concentraron en conseguirlos para este jueves 3 de agosto. Y en medio de ese trámite, el kirchnerismo recibió la noticia de que no asistiría la chaqueña Inés Pilatti de Vergara, por motivos personales. Y la sesión volvió a caer, sin remedio.
Con este escenario y antecedentes, la última chance estaría dada el próximo jueves 10. Para entonces, Figueroa ya habrá cumplido los 75, pero el oficialismo considera que el dictamen de comisión a favor de su continuidad ya implica un paso en orden a consagrarla, con lo cual se impediría la jubilación “automática”.
Con el mismo argumento, el plan B es que la sesión se haga después de las PASO del día 13. Aunque en ese caso se expone al riesgo de que los resultados proyecten sus efectos sobre el grado de alineamiento de los senadores del peronismo, y ello pueda gravitar no ya sobre el quórum, sino sobre la mayoría necesaria.
En medio de la puja quedan 75 pliegos judiciales que, más allá de ser parte o no (según quien lo diga) de una estrategia de copamiento de los tribunales, incluyen cargos federales vitales para fortalecer la estructura en Santa Fe. Y también una agenda de alcance mucho más amplio, pero desplazada de las urgencias parlamentarias. No es un accidente: el Senado está hace rato sometido a una lista de prioridades unidireccional, y librado a la suerte del juego de mayorías y minorías (y quórum), aparentemente sin margen para consensuar iniciativas o incluso negociarlas. Por eso en todo el año sesionó solamente dos veces para tratar proyectos. Y ésas son, en definitiva, las cuentas que no cierran para nadie.