Perros sueltos: en Venado son cada vez más y ponen en riesgo a la comunidad
En los últimos días, las crónicas venadenses divulgaron nuevos episodios de motociclistas caídos por culpa del cruce a su paso de perros itinerantes, sean con dueño o sin dueño o tutor conocido, que pululan en distintos sectores, tanto en el centro como en los barrios. Algunos de estos episodios, fueron con mayor suerte, pero otros acabaron con personas hospitalizadas, además de las lesiones sufridas por los propios canes como consecuencia del impacto. Asimismo, el inoportuno cruce de animales ante la marcha de automóviles, y la intempestiva frenada de los mismos para evitar arrollarlos, suele derivar en choques en cadena con otros autos, o la irremediable caída de ciclistas y motociclistas que vienen detrás. Sumado a los perros que corren a toda velocidad, descontrolados, y atropellan a los peatones, multiplicando los riesgos en el caso embestir a niños y ancianos.
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Sin embargo, desde hace largo tiempo, la presencia de perros sueltos en la calle se naturalizó en la comunidad, y estas transgresiones ni siquiera se denuncian (o se denuncian muy pocas veces) ante el Instituto Municipal de Sanidad y Convivencia Animal (Imusca), que cuenta con equipos de inspección para evaluar caso por caso.
Según la directora del Imusca, la médica veterinaria Inés Carusillo, el estimado de la población canina en la ciudad (no hay un censo con rigor científico) es de unos 25 mil, con la particularidad de una mayor circulación de perros comunitarios (sin tutores) en el sector céntrico, en mayor medida en las noches, mientras que en los barrios se constata una alta proporción de perros en la calle, cuyos tutores lo permiten, desafiando las normativas vigentes.
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Entre los factores que propician la itinerancia (perros sueltos) se cuentan: accesibilidad a la vía pública (ausencia o deficiencia de cerramientos o aislamientos de las viviendas; hogares cerrados con tutores que permiten a sus animales las salidas sin control); accesibilidad a recursos alimentarios (mal manejo y disposición de residuos domiciliarios, minibasurales, etc.); dispensa de alimentos en espacios públicos o vía pública (comederos comunitarios o particulares); y accesibilidad a refugios (disposición de “cuchas comunitarias”, accesibilidad a lugares con reparo del clima, accesibilidad de hembras en celo a la vía pública e itinerancia de machos enteros).
Alta población canina
En la misma línea, la especialista especificó que mientras en Europa “hay una media de un animal cada 12 habitantes, en América latina prácticamente cuadruplicamos esa proporción, que es mucho mayor a la sugerida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y esa población animal significativa implica un impacto que debe considerarse en el trazado de las políticas correspondientes”. En este sentido, Carusillo refirió a una valiosa herramienta que ofrece la Municipalidad de Venado Tuerto: “la castración gratuita de perros y gatos, todos los días del año, para ayudar a los tutores a evitar la reproducción descontrolada. Sumado a la vacunación antirrábica, dado que la rabia, que es una enfermedad mortal, nos está sorprendiendo en estos últimos tiempos, hasta el punto tal que montamos una vigilancia epidemiológica semanal ante la presencia ya detectada del virus rábico en la ciudad”.
Luego, aseguró que desde el Imusca siguen adelante con las campañas de concientización en busca de una tenencia responsable de las mascotas, a través de permanentes charlas, abarcando a todos los sectores de la comunidad, además de ofrecer una vía de comunicación inmediata para responder a las inquietudes de la gente. También destacó que el organismo dispone de un Registro municipal de perras y perros en el Dispensario Canino y un Servicio de retiro e intervención de perros peligrosos. Además, el Dispensario Canino -dependiente del Imusca- cuenta con un sistema de registro para perras y perros que se tatúan como método de identificación externa y se vinculan al tutor/tenedor.
Abandono, el pecado original
No hace falta profundizar demasiado para concluir que los perros sueltos en la calle son consecuencia del pecado original del abandono, que “es un flagelo, un delito, pero está socialmente aceptado. No es muy usual que una persona denuncie a otra por abandonar a su perro cuando se muda, por ejemplo, o porque lo deja todo el día en la calle. El abandono está naturalizado en Venado Tuerto”, insistió Inés Carusillo. No obstante, en estos días, y como consecuencia de una oportuna denuncia ante el Imusca, sus agentes debieron notificar a una vecina por sus perros sueltos, la cual, además de enojarse, interrogó a viva voz por qué sus perros no pueden estar sueltos, alegando que no puede tenerlos todo el día adentro, que ‘las necesidades’ deben hacerlas enfrente, en otra palmaria demostración del desconocimiento de la legislación y de la tendencia a resistir lo que las sociedades desarrolladas ya no discuten.
Además, la experiencia diaria muestra que la mayoría de los vecinos que son apercibidos por sus perros en la vía pública, “no comprenden que esta acción previene situaciones que ponen en riesgo el bienestar del animal (accidentes, maltrato, robo, envenenamientos, etc.) y la seguridad y sanidad del vecindario. Todos debieran entender el sentido de la notificación, que no es molestarlos, sino poner en aviso al tutor del animal de una situación reclamada por sus vecinos y evitar males mayores”.
“Hay animales deambulando que evidentemente han sido abandonados después de permanecer un tiempo con una familia, por sus hábitos y costumbres, y por sus maneras de comunicarse y vincularse, pero de pronto se los abandona a su suerte, con absoluta irresponsabilidad, y peor aun cuando se trata de animales potencialmente peligrosos. Ante estas conductas, lo esperable es que se denuncie a estas personas insensibles y reciban una sanción, pero no es lo más común”, comentó la veterinaria, quien aclaró que “no existe el espacio físico necesario en la ciudad para alojar a todos los perros que están en la calle, con los lógicos riesgos para ellos mismos y para todo el entorno social”.
“El abandono es fácil de ejecutar y luego es difícil para el Estado esclarecer las responsabilidades, sobre todo porque esa conducta está socialmente aceptada”, enfatizó la funcionaria, quien también incluyó entre los obstáculos la demora en modificar la Ley de Protección Animal, que luego de intensos debates en la Cámara de Diputados de la Nación, en 2019, no volvió a considerarse.
Otro modelo cultural
Inés Carusillo marcó diferencias con los modelos culturales del mundo desarrollado, donde son muy distintos los grados de aceptación de la ley, comparando, por ejemplo, sociedades europeas con latinoamericanas, y en particular con Argentina. “Suele comentar la gente que vuelve de Europa, entre otras anécdotas, que en su estadía no ven ni un solo perro suelto en la calle, y eso obedece a un trabajo de control mucho más avanzado. Ellos tienen normativas que, una vez establecidas, no se discuten, sino que se cumplen, porque de otro modo las sanciones son rigurosas. Francia, por ejemplo, es uno de los países más avanzados en el bienestar animal, con lo cual una persona que desea adoptar un animal de compañía, sea perro o gato, debe reunir ciertos requisitos para hacerlo, no todos están en condiciones de ser tutores”, advirtió la jefa del Imusca. “Esa persona tiene muchas obligaciones, desde registrarlo hasta colocarle el microchip, e incluso si el veterinario detecta en el carné la falta de vacunación, debe denunciar al tutor del animal ante las autoridades, dado que la legislación contempla distintas penalidades, desde la aplicación de una multa hasta el retiro del animal”, subrayó.
Luego, en cuanto a los animales sueltos en la vía pública, en la mayoría de las naciones europeas existe la eutanasia. “En algunos países, como España, cuentan con refugios, pero sólo transitorios, es decir que, si al cabo de un cierto lapso nadie reclama al animal, se aplica la eutanasia (sacrificio del animal)”.
La Patagonia lo hizo
Según contó Inés Carusillo, en nuestro país hay dos localidades, Ushuaia y Puerto Deseado, que abordaron la problemática como consecuencia del impacto causado por perros itinerantes en la mortandad de fauna autóctona y de producción (matanza de pingüinos, guanacos, choikes, maras, etc.). Ahora, en ambas es obligatoria la identificación con microchip y la prohibición absoluta de animales sueltos, con multas a los propietarios. Realizan castraciones sostenidas, y cuentan con albergues y canileras temporales de gestión pública y privada.
Puerto Deseado, de 8 mil habitantes, relevó 1.400 perros callejeros y bajo un programa experimental de control de poblaciones, aplicó en toda la población canina -con propietario- un microchip con geolocalizador, que además de vincular al animal con su tutor, relevó los desplazamientos de los perros sueltos.
Las bases del programa son: normativas claras y difundidas sobre adopción/tenencia; identificación con microchip del total de la población de registro; control permanente de animales itinerantes; obligatoriedad de cercado/canileras en propiedad privada; disminución de factores que predisponen la itinerancia de perros; servicio público de castración.
Cabe acotar que después del intenso trabajo emprendido en Puerto Deseado, como los perros seguían sueltos, en 2018 se promovieron proyectos para implementar eutanasia selectiva en animales sin dueño, al estilo europeo, pero la oposición fue masiva e inmediata, sobre todo de las organizaciones protectoras, y logró desarticular dichas iniciativas.