Productores sojeros analizaron las amenazas externas e internas
En el marco del Seminario Anual de Acsoja, realizado en Rosario el último jueves 22, el economista de la Fundación Argentina para el Desarrollo Agropecuario (FADA), David Miazzo, habló sobre la situación tributaria de la oleaginosa. “El 46% del precio de la soja son impuestos y el 40% corresponde a la producción. De ese 46%, un 69% son impuestos nacionales no coparticipables, un 25% nacionales coparticipables y un 6% tributos provinciales y municipales”, detalló. “Un grano de soja tiene más impuestos que lo que recibe la producción, se lleva más el Estado que lo que recibe el productor y tienen más peso los impuestos que los costos de producir, comercializar, transportar e industrializar la soja”, indicó el economista.
De los tributos no coparticipables, las retenciones representan el 67%. “Dos tercios de todos los impuestos que paga la cadena son Derechos de Exportación, un impuesto no coparticipable en una cadena que por definición es federal y que resta espacio para producir e invertir más, pero también resta espacio a los gobiernos provinciales y municipales”, analizó Miazzo. Por otra parte, en cuestión de ingresos, por cada peso que gana el productor, paga $5 de impuestos. En tanto, cuando se considera toda la cadena de la soja, el 60,9% del valor agregado que genera son impuestos, de acuerdo con el especialista. “La cadena de la soja tiene el doble de presión tributaria que el promedio de la economía argentina”, afirmó el economista de FADA.
Por su parte, Julio Calzada, economista de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), se refirió a los distintos tipos de cambio del cultivo de soja en los últimos tres meses, analizando los precios a los que pudo acceder el productor según las distintas disposiciones del gobierno nacional. A través de un estudio realizado por su equipo de trabajo determinaron que el mejor momento para vender la cosecha de la campaña pasada fue marzo de 2022. “En julio, lo que realmente recibía el productor era el 44% del precio Cámara en dólar billete”, dijo Calzada. Luego, en agosto, con un nuevo tipo de cambio, la soja 70/30, accedió el 53% del precio Cámara. Y en septiembre, con el dólar soja, recibió el 67% de ese precio. Pensando lo que puede pasar en octubre, el especialista indicó que “probablemente se vuelva a la situación de julio, con porcentajes entre 44% y 53%”. Y afirmó que, en ese mes, sin retenciones y sin brecha cambiaria, podría obtener entre el 30% y el 35% del precio FAS teórico en dólar billete.
Andrés Iölster, de CIARA y CARBO, abordó el tema del diésel renovable o HVO como amenaza para Argentina puesto que está haciendo que en Estados Unidos se procese mucha más harina de soja y esta mayor oferta podría provocar una caída de los precios internacionales del principal producto de exportación de nuestro país.
El HVO es un combustible renovable producido a base de grasas y aceites hidrotratados. El crecimiento de su producción se da principalmente en EE.UU., pero también en Europa impulsado por el cambio climático, la necesidad de reducir emisiones de GEI, las políticas que promueven el uso de combustibles con baja emisión de carbono, entre otros factores. De 2021 a 2024 se espera un crecimiento de 8 millones de toneladas y la materia prima principal será el aceite de soja. “El precio que obtendrá la industria aceitera en EE.UU. por su aceite será mucho más alto que el que obtendrá la industria en otros orígenes, especialmente en Argentina, que está muy orientada a la exportación de aceites y harinas proteicas”, dijo Iölster.
Además, sostuvo que EE.UU. molerá mucho más poroto y colocará los excedentes de harinas proteicas agresivamente en los mercados externos, deprimiendo los precios y nuestros márgenes, lo que impactará la capacidad de pago de la industria aceitera en Argentina, que ya viene trabajando con márgenes que apenas cubren costos variables. Así, habría precios más bajos para la soja y probablemente mayor dependencia de la demanda de poroto desde China. Por eso, instó a aumentar el volumen de poroto que cumpla con los requisitos para poder acceder al mercado de EE.UU., aumentar la demanda local de aceites y proteínas, e incentivar la siembra de oleaginosas con mayor contenido de aceite como la colza.
Finalmente, Nelson Illescas, del INAI, se refirió a la situación internacional y las amenazas globales para la cadena de la soja. En ese sentido, habló del impacto de la geopolítica, principalmente por el conflicto bélico en Ucrania que derivó en aumento en el precio de los commodities pero también de manera mucho más significativa en el de los fertilizantes. También señaló el conflicto entre EE.UU. y China y las nuevas modalidades de comercialización postpandemia como el nearshoring, es decir, el comercio con países más cercanos, en un ámbito regional y no ya global, así como el friendshoring o comercio de amigos, que alude a comprarle a aquellos proveedores con quienes se comparten los mismos valores.
A nivel regional, mencionó las dificultades para lograr acuerdos en el Mercosur (MS) y su agenda de negociaciones estancada. Pero destacó que el MS puede ser un gran abastecedor de alimentos para la Unión Europea (UE). Al respecto, llamó a prestar atención a las políticas de la UE, a los requisitos para acceder a sus mercados y a las demandas en materia de sustentabilidad.