Fórmula republicana
Quién es James Vance, candidato a vicepresidente de Estados Unidos
Su origen humilde, las fuertes conexiones, un particular lazo con Rusia en busca del diálogo y las palabras que el ex mandatario no quiere decir.
Gonzalo Fracchia
Horas después de fortalecerse en el intento de magnicidio, Donald Trump hizo público el nombre de su compañero de fórmula de cara a las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de este año: James J.D. Vance.
El senador por Ohio de 39 años se adelantó en la carrera por sobre figuras de mayor historia o peso dentro del Partido Republicano, como gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum; el senador de Florida Marco Rubio; el senador de Carolina del Sur Tim Scott; la presidenta de la Conferencia del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, Elise Stefanik; la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley; y el senador de Arkansas, Tom Cotton.
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Todos estos nombres le aportan un plus electoral en distintos distritos o para cierto grupo de votantes, envalentonado por la confianza que le otorgan las encuestas y una recaída profunda de la imagen de su contendiente, apostó por el activo que le brinda Vance: el futuro.
La idea de trumpismo y afianzarse en el partido
Vance se presenta, recién en este 2024, como una opción para afianzar el término de “trumpismo” en Estados Unidos y el seno del Partido Republicano.
Trump, en caso de que gane en noviembre ante Joe Biden, cumpliría el total de dos mandatos que la constitución permite para el gobierno estadounidense, por lo que una figura joven, con proyección y que no opaque bajo ninguna circunstancia la figura mayor del líder sería una buena elección para prosperar en el poder.
Hace sólo unos meses, el candidato a vice se oponía al magnate y durante unos seis años fue uno de sus más fervientes detractores. Ahora, a pesar de que el ex mandatario lo cuestionó mientras apoyaba su candidatura al Senado, parece haberse “evangelizado” y se convirtió en uno de los más cercanos.
A su vez, su juventud y su costumbre a la polémica le otorgan el rol de simil vocero de ideas que el propio Trump no puede expresar. “La premisa central de la campaña de Biden es que el presidente Donald Trump es un fascista autoritario al que hay que detener a toda costa. Esa retórica condujo directamente al intento de asesinato del presidente Trump”, como una simple cita de los hechos más recientes.
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También se posiciona de forma más drástica en campos como el aborto. Con un Donald un tanto pragmático respecto a esta temática, J.D pisa el acelerador y se opone incluso en casos de incesto o violación.
Biden lo acusó de ser un “mini-Trump” o un “clon”, afirmando que sus pensamientos se encuentran en la misma línea. Posiblemente en punto aún más cercano sea su retórica.
Por fuera del rol que se le otorgue a Vance durante la gestión, Trump apunta por encima del concepto de presidencia o nombre principal de los republicanos y pretende instalar el concepto de trumpismo dentro del partido a largo plazo.
El recambio generacional es una de las principales problemáticas de la política estadounidense. De la mano de nuevos nombres y su familia, Trump podría estar gestando una nueva estructura republicana.
Los orígenes de Vance y el perfil superficial los presentan como una figura digna de reflotar ciertos valores tradicionales que el candidato republicano entiende que ha perdido Estados Unidos.
J.D. fue marine durante su juventud y fue enviado a Irak en 2003. Trabajó para Clarence Thomas, juez asociado de la Corte Suprema de EE.UU. y figura fuerte del sector radical del catolicismo. Ohio, su estado de origen, es uno de los más reticentes al plan de gobierno de Biden.
Rusia y los lazos religiosos
La guerra en Ucrania es uno de los factores que mueve el amperímetro en el debate estadounidense. Respecto a la ampliación más reciente del financiamiento a Kiev, Vance fue uno de los que votó en contra en el Congreso y en una de las entrevistas más recientes comentó: “Realmente me importa poco lo que suceda con Ucrania”.
Este punto retoma el concepto de que J.D. oficia de vocero de la mente de Trump en lo que este no pueda hacer público.
Donald no ha sido tan explícito al respecto, pero sí ha dado a entender que si gana se comenzaría a alejar de Europa en temática bélica, incluso deslizando que saldría de la OTAN.
La buena relación con Viktor Orban, primer ministro de Hungría y uno de los hombres cercanos a Vladimir Putin dentro de Europa, también influye en la postura trumpista. Orban ha realizado una gira “por la paz”, con cierto aval de Trump y con preponderancia en las ideas del Kremlin.
La conexión de Vance acá se da por su relación cercana con Rod Dreher, un periodista que lo acompañó en su proceso de bautismo en la Iglesia de Santa Gertrudis en Ohio ya de adulto. Hace más de una década, Dreher se inclinó a la ortodoxia rusa.
Dreher estableció relaciones con Grigori Alfeyev, Hilarión de Volkolamk, y el Patriarca Kirill, encargado del departamento de relaciones exteriores del Patriarcado de Moscú, liderado por el ex agente de la KGB y brazo religioso de Putin. Por la influencia religiosa en Hungría, se acercó a Orban.
Con el Danube Institute, una ONG de Orban, gestionó el Heritage Foundation, el foro de los republicanos ahora tomado por Trump.
La aceptación rusa de la fórmula Trump - Vance llegó esta semana de manera oficial por parte del ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, quien remarcó que durante la gestión Trump sufrieron sanciones, pero “el diálogo estaba en marcha al más alto nivel entre nosotros y Washington”. ““En este momento no existe tal diálogo”, agregó.