En el sur de Santa Fe
Quisieron ingresar droga y celulares a la cárcel de Piñero entre galletitas y cajones de verduras
En paquetes de masitas que en apariencia, se veían cerrados herméticamente, se hallaron seis envoltorios de cocaína.
El efecto de la barrera tecnológica para ingresar elementos y sustancias prohibidas a las principales cárceles de la provincia sigue desencadenando situaciones sorprendentes. El ingenio al que se apela para intentar burlar los controles y el alcance de los scanners y body scanners llevó a que familiares o amigos de los detenidos probaran ingresar droga o celulares a través de un televisor, en los apoyabrazos de un sillón de ruedas, en la suela de un zapato y hasta dentro de una papa, por sólo mencionar algunos ejemplos.
En los últimos días, se detectaron tres nuevos casos llamativos. Todos corresponden a la cárcel de Piñero que aloja a internos de alto perfil. El primero de ellos se registró cuando se requisaron las pertenencias de una mujer, familiar de un interno recluido en ese penal.
Tras pasar por el scanners, las pantallas advirtieron sobre la posible presencia de sustancias. Al revisarse el material, se detectó que en cinco paquetes de galletitas se escondían seis envoltorios de nylon con cocaína y restos sueltos de otra sustancia, similar a la marihuana.
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Una de las particularidades detectadas en el caso de los envoltorios que intentaban ser introducidos a través de paquetes de galletitas fue que los envases aparecían herméticamente cerrados, con la apariencia exacta de cuando son comercializados.
La situación se explica a partir de un sencillo artilugio; según explicaron a El Litoral fuentes penitenciarias, los paquetes son abiertos con vapor para que no se dañe el precinto, y vueltos a cerrar una vez que ya fueron introducidos los envoltorios con droga.
Otro de los casos detectados en las últimas horas se dio cuando, también, un supuesto familiar de un interno de Piñero ingresa entre sus pertenencias un cajón de plástico con verduras. Pero se detecta que en uno de sus compartimentos, se escondía un teléfono celular sellado de fábrica sin chip.
El tercer caso implicó, en realidad, la reincidencia en una práctica que ya se había dado en el mismo penal hace un mes, cuando un familiar intentó ingresar también un teléfono celular en una papa. En la primera ocasión, habían envuelto el tubérculo en papel aluminio, imaginando que ello sería suficiente para enmascarar el aparato. En el de esta semana, se trató de un teléfono marca Samsung, colocado de manera minuciosa y manual en el bulbo.