Rano Sarbach: historias de un nómade guitarrista cañaseño
(Por Juan Manuel Speerli) – Oscurece en Villa Cañás, al sonido de la calle lo alimentan -o contaminan- los autos y las motos. Pasa uno a todo volumen escuchando música de la que se escucha ahora e instantáneamente Rano Sarbach dice a Sur24: “No se escucha el cencerro (NdR: hace mención al instrumento de percusión que produce sonido gracias a su propia vibración y se toca con un palo). ¿Cómo pueden escuchar a ese volumen?” Y se responde solo: “Bueno… si fuera AC/DC yo también lo haría. No hay que renegar”.
Rano Sarbach, “ese músico que todos los músicos quisiéramos ser”, como lo elogió una vez Andrés Calamaro, vino a Villa Cañás a visitar a su familia, vino a su casa, hasta volver donde actualmente reside y trabaja: Pollensa, una localidad del norte de Mallorca, ese lugar soñado de las Islas Baleares, rodeadas por el mar Mediterráneo. “Hasta octubre me contrató una empresa de entretenimientos por seis meses. Fueron 120 shows y me ofrecieron seis más para trabajar en las Islas Canarias, pero dije que no. Quiero ver crecer a mis hijos”, dice.
Rano, además de ser un reconocido y virtuoso guitarrista, es padre de dos hijos nacidos en Haití, que llegaron a su vida en 2012, dos años después de aquel terremoto feroz que castigó duramente al país centroamericano. Gama (13) y Belo (15) conviven con él en una finca donde pasa sus días entre la naturaleza y su estudio de grabación. “Me tomo todo con mucha calma, no estoy detrás de ganar mucho dinero… así me siento millonario”. Cuando habla de sus hijos le brillan los ojos, que parecen cambiar de color según el tiempo. “Son buenos para todo. Tocan, hacen deporte y tienen un espíritu muy creativo. Se incentivan solos y yo no los pongo a practicar para que sean buenos, porque creo que hay muchos niños que son buenos -tocando, por ejemplo-, pero nos los veo felices”, relata Rano, que supo zapar con Gustavo Cerati, quien le dijo de grabar alguna vez un disco de guitarras y, sobre todo, con Charly García, con el que tiene una anécdota que siempre recuerda, porque era Charly el que la revivía cuando se encontraban: “Fue en Madrid, en el año 1994, me invitó a pasar por el hotel donde estaba alojado -El Emperador-. Subimos a la pileta del último piso, rodeados de mujeres muy lindas, pedimos unas hamburguesas, lo miro y le digo: ‘¡Carlitos, somo’ feliz!’ El título del tema de Random (NdR: 13° disco de estudio de Charly grabado en 2017), La máquina de ser feliz, se lo atribuyo atrevidamente a ese momento que vivimos en Madrid, porque cada vez que nos encontramos, Charly me decía: ‘¿Somo’ feliz?’ Sin querer arrogarme ninguna cosa mágica, siento que es una frase que le hizo muy bien en su vida”.
La guitarra y el mar
“Escucharlo tocar la guitarra es un instante sorprendente y sensible. La guitarra representa la singularidad humana y Rano representa la guitarra como pocos”, continuaba la cita de Calamaro hacia este músico cañaseño que, si bien hoy vive tranquilo en una isla “llena de mar transparente”, reconoce que en diez años va a volver a la casa de sus padres o quizás a Colonia (Uruguay), donde tiene un terreno. El mar también parece ser una palabra que repite con admiración, de hecho, antes de su llegada a Argentina, estuvo navegando por el océano Atlántico en un crucero como músico invitado. “Fueron ochos días partiendo de la Isla de Madeira, donde nació Cristiano Ronaldo, hasta Río de Janeiro”.
Es sabido que Rano es un hombre viajado, de mundo, una característica que tienen esos músicos que acompañan -sideman-, una suerte de condición necesaria para estar donde desean estar porque, al fin de cuentas, “a los buenos músicos lo único que les importa es que guste su música”. En este sentido, sabe que vivió una época de gloria del rock y cuando escucha bandas actuales, siente que ya las escuchó antes en Led Zeppelin, por ejemplo. “Lo que les gusta a los pibes ya no es rock. Mi hijo mayor escuchaba Zeppelin y ahora pone a Trueno o Bizarrap en el auto. Pero, ojo, que hay algunos temas que me gustan, ¡eh! Me parece que está bueno que haya cambios, tampoco puede ser rock toda la vida, porque nunca fue música clásica ni tango toda la vida”.
Sobre el cierre de la nota, como si fueran los últimos acordes de una canción, Rano responde a la consulta sobre la escena nacional. Durante la entrevista mencionó al pianista Leo Sujatovich, un apellido que gente joven puede reconocer en la voz de su hijo Mateo, el Ruso, el líder de Conociendo Rusia. “Me gusta lo que hace Mateo. Cuando él tenía 15 años, su padre Leo me pidió que le diera clases de guitarra. Y ahí está, ¡siendo el nuevo Fito, je!”
Vino y música
A su pasión por la música, los amigos, las juntadas de antes y las de ahora en su visita a Villa Cañás -en la casa de su hermana Ana; con Charly, su cuñado; y Horacio, el Cabezón-, Rano convive con su amor por el vino, que junto al enólogo y rockero Marcelo Pelleriti lo llevó a crear dos etiquetas: Black Dog y Estrella del Camino, nombres de sendas canciones de Led Zeppelin y Deep Purple. También juntos compartieron el Wine Rock, un festival que nació en la Bodega Monteviejo, en medio del Valle de Uco, Mendoza, donde Pelleriti es el enólogo oficial.
“Un día se me fue / Ese día yo volví a reír / Y la felicidad / No existe en soledad /La máquina no puede dar”, reza una estrofa de La máquina de ser feliz, un mensaje sincero sobre la magia de la felicidad, esa que sintieron Charly (García) y Rano en la pileta de Madrid.
“Rano realmente es un guitarrista mágico, un músico mágico. La sola posibilidad de que la magia sea ilusoria, que no exista, lo hace, a él y a la música, mucho más interesante y verdadero. Importante y valioso”, el final de esa frase de Andrés Calamaro oficia como el summum de un solo de guitarra, que se prende fuego para llegar al corazón de quien lo escucha. Al fin y al cabo, persiguiendo el mismo objetivo que todas las pasiones del ser humano: hacer y ser felices.
¿Con quienes tocó Rano?
Charly García, Gustavo Cerati, Vitico, Andrés Ciro Martínez, Memphis La Blusera, Gloria Gaynor, Suéter, Los Twist, Sandra Mihanovich, Guillermo Vadalá, Javier Malossetti, Jota Morelli, entre otros.