Rotania: “Memorias de una industria argentina” que dejó huellas
La editorial rosarina Homo Sapiens publicó recientemente un libro que se centra en la historia de la fábrica Rotania, productora de máquinas agrícolas durante 80 años. Se trata de “Memorias de una industria argentina. Recordando con Enzo Rotania” y su autor es Eduardo Mosso. Los textos e ilustraciones que se incluyen en la publicación intentan recuperar, según se señala, parte de la historia de la industria argentina a través del trabajo de pioneros y trabajadores de las fábricas nacionales; lo hace a partir de testimonios fotográficos, materiales varios y evocaciones de quien fuera miembro de la empresa familiar e hijo del inventor y primer fabricante mundial de cosechadoras automotrices, Alfredo Rotania.
Mosso es médico veterinario egresado de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de Esperanza (UNL), en donde también fue docente, y realizó estudios de posgrado en la UNR. Es especialista en Gestión Estratégica de Organizaciones Públicas y magister en Gestión Pública. Su trabajo “Medios masivos de comunicación, política y gestión pública ambiental” obtuvo en 2009 el primer premio del gobierno de la Provincia de Santa Fe a la tesis de maestría en Ciencias Sociales. Autor y coautor de investigaciones científicas y artículos de divulgación sobre temas ambientales en revistas especializadas de Alemania, Holanda, Brasil y Argentina, formó parte del equipo de redacción de los libros “Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas” (1997) y “Las Eco-regiones, su conservación y las Áreas Naturales Protegidas de la Provincia de Santa Fe” (2016).
En diálogo con Mirador Provincial, Mosso reflexiona acerca del legado de Rotania, su impacto en el país y el trabajo de reconstrucción histórica sobre esta etapa del desarrollo de la industria nacional.
-¿Quién fue Enzo Rotania y cuál fue el legado de la fábrica Rotania en la provincia de Santa Fe y en el ámbito nacional?
-Enzo Rotania (1921-2010) fue hijo del inventor y primer fabricante mundial de cosechadoras automotrices, Alfredo Rotania. Desde mediados de la década de 1930 y hasta 1994 integró la empresa fundada por el padre y sus hermanos, en Sunchales. Fue organizador de cámaras regionales de maquinarias agrícolas, cofundador y presidente de la entonces Asociación Fábricas Argentinas de Cosechadoras (AFAC), entidad integrada por todas las marcas nacionales con producciones significativas. La fábrica Rotania en ochenta años de existencia produjo miles de máquinas y numerosas innovaciones que contribuyeron al patrimonio tecnológico de la industria nacional, en paralelo al notable desarrollo de la agricultura argentina. El surgimiento y auge de la industria local de cosechadoras siguió un desarrollo particular, en gran medida independiente e innovador respecto de industrias similares de otros países, fabricando la mayoría de las máquinas que durante décadas recolectaron los granos del país. Fueron épocas donde los estándares de calidad de los productos nacionales igualaban o superaban en algunos casos, por ejemplo en capacidad de trabajo y adaptaciones a las condiciones de los cultivos argentinos, a los importados.
Las cosechadoras automotrices fueron los primeros vehículos autopropulsados fabricados en Argentina, anticipándose en años a la radicación de industrias extra-nacionales para la producción de tractores, camiones o automóviles, por ejemplo.
La unidad existente en Sunchales, correspondiente a las primeras series de fabricación industrial, fue readquirida por Rotania y Cía. a mediados de la década de 1960 y luego, en 1983, donada a la Municipalidad de esa ciudad como Monumento Histórico. Antes había participado en desfiles, desplazándose por sus propios medios, como se observa en fotografías de la segunda mitad de 1960. A nivel mundial, y hasta donde documentadamente se conoce, es considerada la unidad representativa de las primeras cosechadoras automotrices producidas industrialmente. Pero, probablemente, también represente a los primeros vehículos autopropulsados fabricados y comercializados en Argentina, mérito que tal vez esté pasando desapercibido.
-¿Cómo fue el proceso de reconstrucción histórica sobre esta etapa del desarrollo de la industria nacional?
-El libro procura aportar a la memoria de una de las tantas fábricas de maquinaria agrícola destacada en el rubro de cosechadoras (además de abarcar una serie considerablemente amplia de otros productos: motoniveladoras, tractores, autohileradoras, picadoras de forraje, maiceros, girasoleros, etc.). No se buscó un relato de logros empresariales, sino contextualizar su existencia en el marco del desarrollo agropecuario e industrial argentino. De allí que tanto los textos como las doscientos cincuenta imágenes que contiene refieran a memorias de “una industria argentina”, siempre en relación con “la industria nacional”, como idea central.
La producción nacional de cosechadoras fue un extraño ejemplo de fábricas completamente descentralizadas, ya que el rubro no se concentró, como en otros casos, en grandes ciudades, sino que se distribuyó en poblaciones pequeñas o medianas vinculadas a la agricultura en tres provincias: Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. Considerando además que la mayoría de las empresas operaron con capitales propios, ello posibilitó particulares y significativos desarrollos locales, a la vez que aportaron íntegramente al producto bruto nacional argentino.
Es sabido que el pasado no cambia ?no puede cambiar? pero sí puede ser reinterpretado y, eventualmente, resignificado en la medida en que se conozca nueva información. Entonces, ciertas situaciones o determinados hechos del pasado que dejaron de estar presentes en la memoria colectiva tienen la oportunidad de ser recuperados.
La idea del libro surgió a partir de conversaciones recurrentes con Enzo Rotania sobre las trillas antiguas (también conocidas como fijas, en parvas o estacionarias), hasta que en 2005 la intención inicial de rescatar una memoria del trabajo en un pueblo de Argentina, se transformó en un intento por recuperar parte de la historia de la industria argentina; en rigor de “una industria argentina”, y de allí el título.
A partir del libro he conocido a usuarios de maquinarias agrícolas, muchos de ellos conservadores y restauradores de equipos antiguos. Es frecuente que los conserven no solo como objetos de colección, sino como un modo de mantenerse ligados, cultural y emocionalmente, a sus pasados familiares. Unir los patrimonios materiales con los registros intangibles de sus historias particulares sería interesante, tanto para la historia de las industrias nacionales como de la agricultura argentina.
-¿Con qué criterio organizaste el libro a partir de un material tan variado: documentación, archivo fotográfico, datos históricos, testimonios?
-En lo metodológico, si bien reúne aspectos de “entrevistas en profundidad” y de “historias de vida”, predomina lo primero; el eje es la industria argentina, todo está relacionado (directa o indirectamente) con este aspecto. El libro resume testimonios fotográficos, materiales varios y “recuerdos” de Enzo Rotania. Es síntesis de conversaciones, fundamentalmente motivadas por la fotografía, durante aproximadamente treinta años. Estaba la cuestión de integrar imágenes y textos, establecer relaciones ?razonables y equilibradas? entre estos dos lenguajes diferentes, lo cual llevó su tiempo y dedicación. Además, buscamos que los relatos se sostengan en evidencias documentales (imágenes, escritos, etc.) y con testimonios orales de primera mano, lo cual obligó a revisar muchas veces los distintos materiales.
Entonces, organizamos los capítulos siguiendo, en general, un orden cronológico, etapas caracterizadas por “relativa” coherencia interna en los temas contenidos; para llegar a eso pasaron varias etapas entre los quince años que van desde 2005 hasta junio de 2020.
El investigador fotográfico Luis Priamo fue nuestra referencia en cuanto al tratamiento de imágenes. En el análisis fotográfico él propone tres momentos: en primer lugar, la necesidad de conocer el contexto histórico que enmarca una fotografía del pasado para poder calibrar su densidad significativa. Luego, la necesidad de desbrozar la imagen, centrar la atención en los signos más relevantes que la componen, así como a sus relaciones internas. Finalmente, propone destacar el objetivo teórico más importante en la puesta en valor de las fotos patrimoniales: la relación entre fotografía y cultura, el modo en que las fotografías del pasado contribuyen a relacionarnos intelectual y emocionalmente con nuestro acontecer histórico. Estas nociones operaron significativamente en cuanto a la “lectura”, selección y ubicación de imágenes y textos en el libro.
Luego del fallecimiento de Enzo Rotania, en 2010, el manuscrito permaneció casi intacto, sin hacer intentos concretos para publicarlo, hasta que una década después surgió la oportunidad de hacerlo y encaré la revisión final. El resultado de la edición, y en particular el diseño editorial, ha contribuido muy satisfactoriamente en la construcción de sentido que buscábamos.