(Por Emerio Agretti) – La conformación del llamado “frente de frentes” ya es prácticamente un hecho, y está en camino a su formalización. Lo que falta ahora es avanzar en la definición de candidaturas. ¿Para cuándo habría que esperar eso?
Scarpin: “El 10 de diciembre va a haber que tomar muchas decisiones juntas”
– Sí, el frente de frentes está prácticamente sellado después de muchos meses de diálogo, muchos meses de trabajo. El 25 en Cayastá se debería formalizar, previo paso por la aprobación orgánica en cada uno de los partidos. Esta conformación fue un camino difícil, pero que dio sus frutos.
– Soy precandidato a gobernador, eso es así. Nosotros pertenecemos a un equipo, ¿no? Y Carolina (lo hablé con ella en varias oportunidades, en diciembre, ahora) no tomó la decisión. Y por eso yo aparezco de ese grupo como precandidato a gobernador.
– Entre los simpatizantes de cada uno de los partidos políticos que van a confluir en esta coalición no todos están muy cómodos ante la sociedad con otros…
– Si se tienen los objetivos claros para una posible gestión de gobierno, que yo estoy convencido que se puede dar, no es problema. Eso exige seriedad, responsabilidad, y sentarse a una mesa, que es lo que venimos haciendo. Es decir, qué es lo que vamos a hacer con cada cosa en el gobierno provincial. Si eso está claro, no va a haber problema, más allá de las diferentes visiones que en algunos temas podemos tener. El 10 de diciembre va a haber que tomar un montón de decisiones juntas, si uno quiere en cuatro años hacer cambios profundos en la provincia, que es nuestro objetivo. Y el día que se tomen esas decisiones, tienen que estar todos los que participan de esta coalición de acuerdo. Ése es el objetivo y ése es el trabajo más fino que se está dando.
Ejes de la propuesta
– ¿Cuáles serían los principales focos a los que hay que apuntar? Algunos parecen obvios, pero creo que conviene explicitar esa agenda.
– Sí, parecen obvios, pero depende de cómo uno encare cada una de las gestiones. Sin duda que de seguridad hay que hablar, todos tienen que hablar de la seguridad. El tema es cómo se la enfoca y si va a ser la única prioridad. Yo personalmente lo que digo es que hay que darle otro enfoque, totalmente distinto. Ver solamente a la fuerza de seguridad y a la violencia como solucionadora de los problemas de violencia, no es algo con lo que esté de acuerdo. Periódicamente vienen candidatos nacionales, y uno promete dos mil gendarmes, otro tres, otro cinco. Y esa es la solución que están buscando hace 20 años. Recordemos que Omar Perotti en el 2011 prometió eliminar el narcotráfico en su campaña, en ese entonces no ganó. Pero en el 2019 lo volvió a decir y ganó prometiendo seguridad. Nosotros venimos y decimos hoy la Argentina tiene un 40% de pobreza, en Santa Fe hay más de un millón de pobres, 400.000 niños y adolescentes bajo la línea de pobreza. Y miles de ellos viviendo en situaciones de indigencia, hacinados. Nacen en situaciones de violencia, se crían en situaciones de violencia, no tienen absolutamente ninguna posibilidad. Entonces, ¿a eso qué le damos? ¿Más balas para solucionar el problema de la violencia? Ese es el concepto, hay una mirada equivocada y se piensa que solo con fuerzas de seguridad se va a solucionar.
– ¿Y cómo se debería solucionar?
– Tenemos que cambiar el eje. La forma de solucionar esto a mediano y largo plazo es invirtiendo fuertemente en el sector productivo. Y de manera inteligente. Nosotros tenemos que cambiar esa matriz santafesina, bajar los niveles de pobreza y de esa manera vamos a ir solucionando los problemas de seguridad.
Que vamos a hacer cosas en seguridad, no tenga duda, no somos necios. Hay que trabajar con inteligencia, no con violencia. Por eso yo estoy en este momento en la vereda de enfrente de Pullaro. Él lo está proponiendo cuando anuncia que va a salir a hacer campaña con una pistola en la cintura. Yo digo que los santafesinos no nos merecemos eso. Nos merecemos vivir en paz, poder ir a trabajar tranquilos, que los chicos vayan a la escuela sin problemas; no que tengan que salir de su casa y estar esquivando balas. Entonces, esto: inteligencia, trabajo, planificación. Y poner recursos para que Santa Fe sea una región del norte de Italia y no sea una región más de la Argentina. Ese es el foco de nuestra campaña, nuestro eje.
– En ese campo el flagelo que más apremia es del del narcotráfico, sobre todo en Rosario, que es un tema que ustedes han trabajado mucho desde el Senado. Y se logró media sanción en Diputados para la creación de nuevos juzgados, pero en el Senado la cobertura de cargos vacantes quedó frustrada por una confrontación política. ¿Cómo se sale de esta lógica para poder avanzar?
– Justamente, el tema de la ley de fortalecimiento de la Justicia Federal de Santa Fe fue un hecho que rompió la grieta. Porque nos juntamos el peronismo (en cabeza de Roberto Mirabella), el socialismo, el PRO, el radicalismo, diputados y senadores. El que faltó a la cita ahí fue Lewandowski, que nunca quiso bajarse de las pretensiones de los proyectos individuales para llegar a un proyecto en común. Todos los diputados lo firmaron, Carolina Losada y Dionisio Scarpín lo firmamos. Estuvimos cuatro meses trabajando. Porque todos tenían su proyecto de ley. Todos dejamos aparte nuestro proyecto de ley y consensuamos uno. Vuelvo a repetir, menos Lewandowski. El 19 de mayo del 2022 se presentó el proyecto de ley, y sistemáticamente el kirchnerismo, cuyo bloque integra Lewandowski, se negó a tratarlo. Nosotros no somos los culpables. En ese entonces ellos tenían la mayoría en las comisiones y en el recinto. Hoy el Consejo de la Magistratura debería estar haciendo los concursos de esos fiscales y de esos jueces, si el proyecto se hubiera aprobado cuando se debía aprobar. No importa. Creo que la política exige tener una mirada hacia futuro. Creo que la política necesita diálogo. Esperemos que ese diálogo aparezca. Que el jueves 13 de abril estemos sentados en el recinto, como corresponde, sin trampas, sin violar leyes, sin violar reglamentos del Senado y que se aprueben todos estos proyectos.
El factor regional
– Volviendo a la provincia, y esto conecta con el temario del encuentro en Vera, uno de los problemas estructurales históricos es la desigualdad territorial, la desproporción de recursos en perjuicio del norte. ¿Qué perspectiva tiene sobre esto?
– Lo que toda la provincia tiene que entender es que el norte le puede dar mucho a Santa Fe. A veces los del norte pecamos de quejosos, y los del sur de no entender nuestras quejas. Lo que tenemos que entender es que el norte es una oportunidad enorme para la provincia, para aumentar su PBI. Puede dar un millón más de cabezas de ganado, puede dar mucho más agricultura, mucho más industria de la que tiene. Y no son cosas faraónicas lo que hay que hacer. Obviamente el sector privado (no solo el norte, en toda la provincia, por eso hablamos de esta mirada al sector productivo), necesita ciertas cosas. A la empresa hay que asegurarle energía. Más allá de las leyes laborales, la presión impositiva, que son resortes de la Nación. Pero a nivel provincial necesitan energía, gas, infraestructura de ruta. No hay mucho secreto en eso. Y con eso es suficiente para que el norte se lo mire de otra manera. Y para que el norte realmente pueda aportar a la provincia lo que tiene para aportar. Es una tierra de oportunidades que todavía no fue aprovechada en su máxima expresión. Y ahí creo que hay mucho para desarrollar, el privado tiene mucho para hacer.
Así que hay que pensar la provincia integralmente. Así como el sur, porque el sur también tiene mucho más para aportar. Cuando nosotros decimos que el acceso a los puertos es el mismo de hace 20, 30 años y la producción creció por 10, estamos hablando también de eso. Estos días salió una noticia, Rufino quiere instalarse en una empresa que va a dar 400 puestos de empleo y necesita una línea eléctrica de 20 kilómetros. Y estamos discutiendo a ver quién se la da, cómo se paga. Ahí es donde tiene que estar el Estado. En Villa Guillermina hay una empresa de hace muchos años, una empresa famosa, digo que hace dos o tres años tiene parada una máquina porque no tiene una línea de energía y va a dar 30 puestos de empleo. Ahí es donde tiene que estar el Estado.
– Siempre en articulación con el sector privado.
– Siempre, sí. El Estado tiene que trabajar y tiene que aprovechar al sector privado, y todo lo que es el universo de las ONG. El secreto es armar redes. En lo empresarial, en lo social. Yo creo que eso es muy importante porque en muchos lugares adonde el Estado no puede llegar, llega una ONG. Nosotros en Avellaneda no hubiéramos podido desarrollar el parque industrial que tenemos si no hubiera sido por la articulación público-privada. Yo empecé la gestión con un parque industrial de 55 hectáreas, hoy tiene 114. Y están buscando comprar más. Y compramos, vemos la manera, compramos en conjunto, hacemos la obra de infraestructura en conjunto. Creamos un plan para impulsar la economía y el conocimiento a través de una agencia pública-privada. Esa es la manera. El Estado solo no puede, el sector privado solo no puede. Hay que articular, hay que aprovechar las capacidades de cada uno. Y eso seguramente va a dar en Santa Fe un resultado extraordinario.
“El populismo está agotado”
– Llevando la mirada al plano nacional. En lo político y social, ¿considera que se viene un cambio de época, como vaticinan algunos?
– Yo espero que sí. Como persona de la política, hace muchos años que venimos esperando un cambio en la Argentina. Que realmente se hagan las cosas bien, seriamente. Ser un país, ser la Argentina que fue; donde los valores tenían mucha importancia. El valor del trabajo, de que la superación personal y comunitaria se da a través del esfuerzo. Eso no se obtiene a través de un plan social. Y eso necesita un cambio de época. Este modelo populista está acabado. Porque entramos en un círculo vicioso que nos lleva para atrás permanentemente. Al apartarse Macri de su candidatura, me parece que eso también puede ser importante para este cambio de época. Y peronismo tiene mucho para dar, sin el kirchnerismo. Y el kirchnerismo para mí está agotado.
– ¿Le parece que es así como lo percibe la sociedad?
– Sí, porque nos mintieron hace muchos años y nos vienen mintiendo. Y bueno, ahora vemos los resultados de esas mentiras. El Estado que tenemos hoy es un Estado gigantesco. Que lo mantenemos entre todos. Los asalariados, las pymes, los comerciantes. Lo mantiene la persona que está bajo la línea de pobreza y le cobran el 21%. A este Estado bobo, gigantesco que tenemos, que no sirve para nada, lo mantenemos entre todos. Nos genera déficit, y el déficit nos endeudó; obligó al gobierno a imprimir y nos produjo inflación. Quemaron toda la guita del Tesoro, ahora quieren quemar la guita de Anses, de los jubilados. Eso es lo que produce esto, una decadencia total. ¿Porque cómo se va a seguir manteniendo esto? Ya no se puede imprimir más, a la Argentina nadie le presta dinero, no se puede cobrar más impuestos porque a la presión impositiva la llevaron a las nubes. Entonces, hay que cambiar el Estado. El día que la Argentina cambie esa mirada sobre el Estado, va a ser en beneficio de todos. Hay que hacer un Estado eficiente, dinámico, que esté al servicio de la producción. Que no le quite plata al sector que es más eficiente para destinarlo a un sector que es totalmente ineficiente. Una vez que cambiemos esa lógica, la Argentina va a cambiar el rumbo, no tengo duda.
– Y ahí aparece también la cuestión geopolítico-territorial, lo que hablábamos recién del norte y el sur de la provincia. A nivel país también hay que plantear esa cuestión de la participación en el concierto general de cada uno de las provincias.
– Sin dudas. Lo que pasa es que el populismo para funcionar necesita centralizar. Centralizar el poder, centralizar la toma de decisiones. ¿Cómo se centraliza? Desde la economía, desde lo financiero. Entonces, cuando en la década del ’80 teníamos un Estado donde el 55% de los recursos los manejaba la Nación y el 45% las provincias; ahora al 70% o el 75% lo maneja la Nación y el resto las provincias. Eso obliga a que las provincias tengan que pedirle recursos a la Nación para poder sobrevivir. Y ahí está el secreto del látigo. Hay que romper con esa estructura. Si no se rompe con esa estructura del federalismo, vamos a seguir con un federalismo solamente en el mapa político que nos enseñaron en la escuela, la división de provincias. Pero mientras la Argentina tenga un Estado centralizado, una toma de decisiones centralizada, no hay posibilidad de futuro de crecimiento.
Argentina va a salir con las economías regionales, con el campo, con todo ese agregado de valor que hay en la cadena del campo hacia atrás y hacia adelante. La biotecnología, la maquinaria agrícola y hacia adelante toda la industria. Ahí está la salida. Y así lo entendieron Uruguay, Brasil, Paraguay, lo está entendiendo Bolivia. Nosotros no lo entendemos y así nos va. Mientras todos tienen inflaciones de un dígito, nosotros tenemos de tres. Mientras todos van reduciendo los valores de pobreza, nosotros los vamos aumentando.
– No hay que ir a buscar referencias demasiado lejos…
– Para nada. Estamos hablando de una política pro campo, pro economía regional. Eso crea empleo, crea pymes, crea empleo, crea dinámica. Entonces hay que acomodar el Estado, hacer un Estado eficiente, ágil, económico para el país. Esto no quiere decir eliminar. Yo hablo de un Estado fuerte, pero un Estado fuerte en su justa medida, no un Estado gigantesco. Son dos cosas diferentes. Un Estado fuerte es una cosa, un Estado grande es otra. Hoy tenemos un Estado grande y débil. Nosotros le damos un Estado más chico y fuerte. Y romper la centralidad e ir al federalismo. Ahí está el secreto.
La campaña de los escarpines
– En los últimos días usted llamó bastante la atención con esta campaña pública de los escarpines, los afiches. ¿Cómo le parece que cayó en la comunidad? Porque hay un poco de desconcierto y hasta controversia.
– Logramos algo, que es que se hable el tema. Eso fue muy importante. El contenido de la campaña tenía dos mensajes. Un mensaje de los escarpines, el símbolo de algo transparente, algo nuevo, algo que genera esperanza, algo sano. Que fue la primera etapa, la de los escarpines en sí.
Después vino la imagen fuerte, controvertida, de la pistola con un escarpín en la punta. Que fue decir “paremos las balas, paremos la violencia”. Y enfoquémonos en la solución de fondo al problema, más allá de que nos cueste un poquito más de tiempo.