Arte en el Candilejas
Talleres de música "Cururú", abiertos a Rufino y la región
Tomás Luberriaga es el profesor de música que dirige este espacio que integra a niños en orquestas y talleres, acompaña a adultos en su desarrollo vocal y este jueves 2 presentó la muestra de cierre. Los adultos harán su aparición este viernes 3.
(Por Ana Inés Dobal) - Los talleres de enseñanza musical, percusión, experimentación y canto para niños, bajo el nombre de Cururú, se desarrollan en las instalaciones del Teatro Candilejas, y es de las actividades, no deportivas, con más crecimiento en el último año.
El jueves 2 se presentaron a la comunidad con muy buena repercusión y quedaron expuestas la sensibilidad y conexión con las infancias del profesor Tomás Luberriaga con sólo verlo interactuar con su pequeño hijo, quien participa activamente de cada interpretación, clase y taller como uno más, a pesar de su corta edad -menos de tres años-.
La música corre por sus venas y sostiene un taller en el que los más chicos pueden aprender música jugando. La evidencia tomó protagonismo el último jueves, desde las 21, y continuará este viernes con los adultos.
Puntual, con la entrada de niños de menos de siete años haciendo sonar sus instrumentos entre las butacas y el público, dio inicio la muestra de Cururú, la escuela de música y canto que cobra vida en el Candilejas.
Unos 10 pequeños fueron los primeros en habitar el escenario, cantando con tambores y su cuerpo, dos temas interactivos junto al profesor, acompañados por las palmas de todos los presentes. Siguieron dos solos de niñas cantoras con guitarra y cajón peruano y fue de lo más aplaudido una orquesta especial.
Orquesta de ruido
La orquesta de ruido, aunque pensar en ella por su nombre pueda sonar disruptivo, fue de las propuestas más celebradas, con más de 20 niños en escena dirigiendo el ruido del público, quien participó de la orquesta, también con aplausos gritos y sones al azar. Se trató de una de las performances más emotivas, a juzgar por las caritas de cada niño en escena recibiendo la respuesta y atención plena de todo el público animado.
Tres niños percusionistas y tres guitarristas dieron forma a un acústico rítmico muy bello, que bajó los decibeles cerca de las 21.30. De la presentación participaron también el cantante Franco Boffa y Joaquín Molina, acompañando con guitarra y percusión.
Que canten los niños…
El tema popularmente conocido "Que canten los niños" generó una emoción total entre los padres y amigos que vivenciaron el show, y al oírse y verse interpretado por todos los niños en el escenario, resultó uno de los momentos con mayor carga sensible.
Renata, una de las niñas protagonistas de los solos y con un gran dote interpretativo y vocal, se lució cantando tres solos en diferentes momentos, con acompañamiento de guitarra acústica y la mirada cálida siempre presente de su profesor.
Antes de las 22, Luberriaga tomó la palabra en el escenario para, frente a todos los niños, felicitar, pedir aplausos y reconocer a cada uno, con la entrega de sus certificados por haber participado del taller durante el año.
Un cierre festivo
Dos grupos de adultos hicieron su aparición sobre el escenario con temas folklóricos, uno integrado por seis mujeres acompañadas por dos guitarras y un cajón peruano, y otro por seis más, que lucieron sus voces y melodías combinadas interpretando "María, la curandera", combinando sus voces con plasticidad.
Completó la presentación la ejecución de un tema en el que niños, jóvenes y adultos, cantaron juntos versos como: "que se vuelvan polvo los colores", llevando al límite la capacidad del escenario por lo numeroso del ensamble y subiendo bien arriba la energía y familiaridad que caracterizó el encuentro.
En palabras de Tomás al finalizar: "Sólo agradecer al teatro por el espacio para poder vivenciar estas cosas, generar estos encuentros y disfrutar la música con otros. Para jugar, cantar y divertirnos. Mil gracias. Los espero mañana para la muestra de adultos", expresó, ilusionado, anticipando la muestra del viernes 3 que centró su atención en los grupos de adultos solamente.
El clima festivo y ruidoso que despliegan las infancias se adueñó entre risas, tintineo de instrumentos y sones, de la cálida sala del Candilejas en estas noches frías de noviembre para dar vida a una velada de canciones y voces vibrantes, con miradas luminosas y alma niña.