Emilio Tenti Fanfani, licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, docente, investigador y especialista en Educación, esgrime -a cuanta disertación es invitado-, una defensa potente de la escuela pública y de los docentes, sobre quienes se vierten desde hace tiempo los planteos más críticos en nuestro país.
Tenti Fanfani: “La escuela tiene el monopolio del conocimiento complejo, aunque exista Internet”
Uno de esos cuestionamientos apunta a la capacidad de enseñar de las instituciones educativas, y está fundado en las malas notas en las pruebas masivas. Por eso, el sociólogo considera que la escuela sigue detentando el “monopolio del conocimiento complejo o poderoso, más allá de que exista Internet”, porque es una institución especializada en el dispositivo de enseñanza-aprendizaje, con un tiempo especial y un recurso humano formado para la didáctica.
“Todos pueden acceder a la teoría de Einstein, sí. ¿Pero eso significa que está democratizada? Lo que se ha democratizado es el conocimiento objetivado, hecho cosa, pero para que el libro de Einstein sea efectivo tiene que incorporarse; o sea, tiene que interiorizarse como conocimiento”, sostiene Tenti Fanfani, que en una entrevista con El Litoral a su paso por Santa Fe, cuestiona la idea del “conocimiento democratizado” por las nuevas tecnologías e Internet.
-¿A quién le importa la educación? En un sentido profundo y no como respuesta políticamente correcta de que “nos tiene que” interesar la educación.
-Una primera respuesta es que nos interesa a los que vivimos de la educación pública, los maestros, los funcionarios, los especialistas. No parece muy romántica la respuesta pero indudablemente es así: nos interesa a los que vivimos de esto, que es un sector muy importante de la sociedad. Miles de personas. Después, lo que hay que preguntarse más que a quién le importa la “educación”, es a quién le importa el “conocimiento”. Porque la educación de los diplomas, de los títulos les interesa a todos; todas las familias quieren que sus hijos obtengan un certificado, un diploma, un título.
Otra cosa distinta es a quién le interesa el conocimiento, porque en las sociedades de América Latina hay una gran demanda de escolarización. Y las clases dominantes que controlan al Estado, han respondido positivamente a esa demanda; incluso gobiernos de derecha han contribuido a la escolarización. Eso se expresa en el aumento creciente de las tasas de escolarización de los más pequeños, de 3 a 5 años, que se han ido incorporando masivamente a la escuela, desde los más ricos a los más pobres. Y también se nota en la franja de la adolescencia: casi todos los chicos de 6 a 12 años van a la escuela, pero ahora ha empezado a ir también la franja de los 13 a los 17 años. Y eso sucede en Haití, Brasil y México. En los últimos 20 años se masificó la escolarización en el nivel medio o secundario y las curvas van para arriba.
-Si todo va tan bien ¿Por qué estamos así?
-Esto es algo que ha pasado desde el punto de vista sociológico en todos los países de Europa: donde el sistema educativo alcanza una masividad en el nivel medio, allí surgen los problemas de fondo. La sociedad es muy crítica, incluso los docentes mismos lo son. Si le preguntás a un docente de secundaria, te dice que los chicos vienen sin saber leer ni escribir desde la primaria. Si les preguntás a los de la universidad, ni hablemos.
-¿Hay una demonización, entonces, de la escuela?
-Lo que yo llamo en mi último libro “La escuela bajo sospecha”. Cuando se masifica la escolarización, viene la duda acerca de qué es lo que efectivamente saben hacer los que poseen los diplomas. Son miles de chicos que antes estaban excluidos y que ahora tienen certificados. Y ahí viene la pregunta en Europa allá por la década del ’70, cuando se masificó la secundaria. Ciertos sectores de la sociedad se preguntaban: estos muchachos que ahora tienen diplomas ¿saben calcular? ¿Y cómo se presenta esta sospecha sobre la escuela? Justamente cuando la sociedad empieza a evaluar a la escuela, le toma examen. ¿Cómo? A través de la institucionalización de los sistemas de evaluación que consisten justamente en la aplicación de pruebas de lengua, matemática, ciencias. La Unesco hace pruebas, los Estados nacionales hacen pruebas. ¿Y qué miden? Que a igualdad de diplomas hay una diferencia muy grande de las capacidades y aprendizajes reales que tienen los estudiantes de leer, escribir, de expresarse de forma escrita, de calcular. Este es el problema, aparece una nueva estadística en el firmamento.
-¿Hay una diferencia marcada entre estratos económicos?
-Claro. Y en todo el mundo, en todas las sociedades capitalistas que se caracterizan por ser cada vez más desiguales en términos de la distribución de recursos económicos, del ingreso y de la riqueza, también se registra desigual distribución del desarrollo de conocimientos. En todas partes se observa que la probabilidad de obtener elevadas calificaciones en estas pruebas está relacionada con la posición que se ocupa en la estructura social; es decir, con los que están mejor situados en los grupos privilegiados. No es que todos los hijos de ricos tengan éxito en la escuela, porque también hay hijos de ricos que fracasan. Pero el porcentaje de fracaso es mayor a medida que uno desciende en la escala social. Eso sucede en todas partes, los más pobres llegan a la escuela, obtienen diploma pero no desarrollan con la misma probabilidad el conocimiento. Esto no quiere decir que todos los hijos de pobres fracasen, hay hijos de pobres a los que les va muy bien, pero son una minoría comparada con el porcentaje de los hijos de los ricos que le va bien.
Rol de la escuela, hoy
-Después hay otro debate que es sobre el rol de la escuela. Se dice que ya no es tanto un lugar donde se imparten saberes porque el conocimiento está democratizado, está en todos lados con Internet. ¿Cuál es el debate que tenemos que dar en ese sentido?
-Yo cuestiono la idea de que el conocimiento esté democratizado, lo que está democratizado es el conocimiento objetivado, que le llamamos los sociólogos. ¿Qué quiere decir? Que todos pueden acceder a la teoría de Einstein, sí. ¿Pero eso significa que está democratizada? Lo que se ha democratizado es el conocimiento objetivado, hecho cosa, pero para que el libro de Einstein sea efectivo tiene que incorporarse; o sea, tiene que interiorizarse como conocimiento. Tenés que aprender, que es justamente internalizar esa cosa, ese conocimiento, que está allá objetivamente. Todo el mundo puede acceder a Cervantes y sí. ¿Ahora, cuándo leen Cervantes? Si vos no tenés a Mozart en la cabeza, no vas a poder disfrutar de Mozart, ni te va a interesar, ni vas a saber que existe. Además tenés que tener los criterios de apreciación de la obra de Mozart; y eso se aprende.
-Se aprende, pero por ahí queda corta la escuela en la enseñanza de estas habilidades para, justamente, evaluar ese conocimiento, ver si lo tengo que incorporar o no.
-La escuela tiene un monopolio, por más que exista Internet. Los valores, por ejemplo, los podés aprender en cualquier parte, la capacidad de distinguir lo que es bueno de lo que es malo, lo que es bello de lo que es feo… eso te lo enseñan Internet, los consumos culturales, la vida, los padres, las iglesias. Pero a sumar, restar, dividir, calcular, sacar un porcentaje, conocer ciertas leyes del mundo natural, hablar, expresarse, leer, escribir textos, sólo una institución como la escuela lo puede hacer.
La escuela tiene el monopolio del “conocimiento complejo”, lo que el sociólogo Michael Young llamó el “conocimiento poderoso”; es decir, el conocimiento que le da poder al que lo posee. Un papá analfabeto, le puede enseñar a su hijo a ser respetuoso, a no ser mala gente, a ser solidario. Pero no le puede enseñar la regla de tres simple. Solamente una institución especializada como la escuela, que tiene un tiempo y recursos humanos especializados, lo puede hacer. Yo sé Sociología pero no le puedo enseñar a mis hijos y nietos los principios básicos del funcionamiento del mundo social, porque no tengo la didáctica de las ciencias sociales y no sé a qué edad un chico puede entender este concepto abstracto. Hay gente que se dedica a la didáctica de las ciencias sociales. Por eso es estratégica la escuela, es inevitable.
Sobre los docentes
-Y los docentes, ¿están sabiendo transmitir ese valor del pensamiento complejo?
-Ahí entramos en camisa de once varas, porque es muy difícil hablar de los docentes porque no es un sujeto homogéneo; son un millón. Y hay docentes de las más variadas cualidades-calidades. Hay docentes excelentes, que no hay plata que compense ni el esfuerzo ni la calidad de lo que hacen. Y hay otros que no se merecen ni el básico que cobran. Yo creo que es una profesión compleja porque para cumplir con esos objetivos el docente tiene que tener cada vez más conocimientos. Hay que preguntarse si hoy en día, el maestro sale de las instituciones formadoras equipado con aquellos conocimientos básicos necesarios para resolver estos graves problemas de enseñanza-aprendizaje que tenemos en las escuelas ¿O bien hay que mejorar la formación inicial de los docentes? Yo creo que hay que mejorarla; hay que aumentar el nivel de profesionalización de los docentes.
El trabajo docente es uno de los más difíciles que hay en la sociedad contemporánea, porque a los docentes nos cambian permanentemente los problemas que tenemos que resolver. Los cambios en la familia, el celular, los medios masivos de comunicación, la crisis económica o política, el mundo del trabajo, el autoritarismo; todo se siente en la escuela. ¿Qué hago con el celular en la escuela?, me preguntaban los docentes. Y bueno, eso no lo estudiaron en el instituto; el conocimiento que han desarrollado no les alcanza para resolver los problemas de hoy. Por eso viven haciendo cursos; hay una alta demanda porque hoy día evidentemente los docentes no tienen todas las herramientas que necesitan para resolver los problemas que deben enfrentar. El cardiólogo, doy como ejemplo, tiene siempre que enfrentarse más o menos a los mismos problemas y va acumulando las técnicas de diagnóstico, nuevas estrategias de intervención, nuevos fármacos. Pero a nosotros nos cambian los problemas continuamente.