Teodelina recibe el Museo del Holocausto y será visitado por escuelas de toda la región
Visitar hoy el Museo que deja al descubierto la Shoá (término hebreo con el que se refiere al genocidio realizado por el régimen de la Alemania nazi contra los judíos de Europa durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial) es sólo accesible con un viaje a Buenos Aires donde se encuentran las instalaciones del mismo.
Por eso cuando el gestor cultural teodelinense Pablo Leger tuvo la oportunidad de visitarlo pensó en su localidad y en la posibilidad de poder llegar con lo exhibido, al menos, con una pequeña muestra de todo lo que pudo apreciar. Para su sorpresa, tiempo después, tras largas gestiones, confirmó que el mismísimo Museo del Holocausto de Buenos Aires visitaría la localidad de Teodelina en un hecho histórico para todo el sur santafesino.
Camino inicial
La idea de Pablo Leger partió desde su preocupación sobre el “no pensamiento analítico” de los jóvenes. “Entiendo que en épocas en que Google soluciona todo, y que la inteligencia artificial nos gana por miles de kilómetros de distancia, es necesario reservar un espacio para el pensamiento, para la generación de juicios, de nuevos paradigmas, de diferentes maneras de afrontar la realidad, y poder hacerlo desde un lugar al que llegué luego de pensar, construir y deconstruir”, señaló sobre el punto de partida de esta iniciativa, primero personal.
“Desde ese momento comencé a elaborar el proyecto para presentar al gobierno de Teodelina, estimando que la respuesta iba a ser ‘no’. Sin embargo, el ‘sí’ fue inmediato. Vino, entonces, el comienzo de los contactos con el Museo del Holocausto, tarea que no fue fácil. Y no por negligencia o negativa de éste, sino porque hay que cumplir determinados cánones para lograr que se presten a esta iniciativa”, rememoró.
El primer paso fue “un mail de intención”, cuenta el también director teatral. “En ese correo electrónico -detalló- se les proponía realizar una actividad conjunta, pero con la mira puesta en traer una ‘pequeña muestra’ del Holocausto. Para nuestra sorpresa, a los pocos días ese mail fue contestado, y nos propusieron encontrarnos para una reunión en Buenos Aires, donde sentaríamos finalmente las bases sobre las que íbamos a trabajar”.
En esa reunión aumentó aún más sus expectativas ya que la propuesta fue que “todo un grupo de personas trabajaran desde el Museo del Holocausto de Buenos Aires para poder montar una gran muestra en nuestra localidad, en la que se observen objetos, flyers, videos, etc. Además, se nos ofreció la posibilidad de hacer visitas guiadas virtuales y en vivo para los colegios de la zona que hayan reservado su visita con anterioridad (la inscripción cierra a fines de abril); visita que durará una hora, será proyectada en pantalla gigante y al final de la misma, los alumnos podrán hacer todas las preguntas que deseen a la guía que tendrá a su cargo esa visita”, detalló.
Recorrido y apertura
Al momento de describir los requisitos pedidos para llegar con el Museo a la localidad, contó que “como es de esperar, todo material necesita un seguro para su traslado, una fuerte inversión económica para poder montar (erogación que en este caso está solventada por el gobierno de Teodelina); personal de seguridad, etc.”.
Sin embargo, hizo un paréntesis y explicó que la idea es que “los chicos de las escuelas puedan recorrer la muestra en absoluta libertad, sin nadie que les esté ‘encima controlándolos’. Si los traemos a un Museo donde se exhibe lo que provocó la falta de libertad, lo ideal sería que puedan recorrerla en su tiempo, a su manera, sin prohibiciones”, reflexionó.
A su vez, cuando se dio a conocer la noticia de esta importante visita, escuelas de la región mostraron su interés en poder concurrir y a partir de allí se enviaron invitaciones a todas las instituciones educativas. “Creemos que todos los jóvenes tienen el derecho a estar frente a esta muestra, disfrutar de lo que se aprende de manera concreta y repensar su postura frente a determinados ‘ismos’ que los conducen a la nada. Maravillosamente, fueron muchas las escuelas de toda la zona que ya reservaron sus turnos y estamos en condiciones de asegurar que ya tenemos casi todo el cupo cubierto”, contó Leger con entusiasmo.
Y consideró que “si bien es posible que se hayan realizado actividades que hablen sobre el Holocausto, lo cierto es que es la primera vez que -en el sur santafesino- se monta una exposición de estas características, tratando de respetar y honrar a las víctimas del Holocausto”.
La invitación del gestor cultural es “desafiarlos a generar pensamiento y a confrontar a la gente con las consecuencias de la indiferencia, la discriminación y la exclusión, tanto de aquel momento como de la actualidad”, agregando a su cometido que “en los campos de concentración y exterminio murieron seis millones de personas, pero en total, y según el Museo del Holocausto de EEUU., fueron 11 millones los que murieron por no encajar en el paradigma del nazismo”.
Turnos
La muestra será en un espacio sito en la principal avenida de ingreso a Teodelina (avenida Oscar “Bocha” Coego), y para concurrir, las escuelas deben solicitar turno antes del 30 de abril, ingresando al sitio https://my.forms.app/gestionculturalteodelina/turnomuseodelholocausto y desde ahí, gestionar dicho turno. Por la mañana (solo para escuelas), los turnos serán dos: 8.30 y 10.30. Y por la tarde (sin turno), el Museo abrirá para el público en general, en el horario de 17 a 20.30.
El Museo del Holocausto se expondrá el miércoles 7, jueves 8 y viernes 9 de junio. “Sin embargo, y ante el requerimiento de algunas personas que no pueden asistir por sus horarios laborales, estamos manejando la posibilidad de mantenerlo abierto el sábado 10 durante todo el día”, agregó Leger.
Once salas
La muestra contará con 11 intervenciones, donde se recorrerá el paso de los prisioneros judíos por los campos de concentración nazi, con proyecciones y exposición de trajes y otros objetos referentes a la Shoá. Las salas son: Memotest; Historias de sobrevivientes; Noche de los cristales rotos y “yo, judío”; Las estrellas y la botica; El traje o pijamas; Cocina; La sala de los nombres; Avance del nazismo; El principio y el final; Auditorium; e Imágenes finales.
Sala 1: Memotest
Permite, de manera lúdica, abordar el proceso de segregación que vivieron los judíos durante los primeros años del régimen nazi. Se enfocarán en el aspecto legal para poder entender de qué manera las leyes contribuyeron en la exclusión de los judíos de la sociedad. Se juega de la misma manera que el tradicional “juego de la memoria”, dando vuelta pares de fichas hasta que se encuentren dos del mismo tipo. En ese caso, ese par queda fuera de juego y así se continúa hasta culminar el juego, cuando la tabla queda vacía. El ganador es quien más pares haya reunido.
- Conociendo la historia
El conjunto de flyers permite un acercamiento a la historia del pueblo judío, ampliando el panorama sobre lo ocurrido durante el Holocausto, desde la perspectiva de la juventud con la intención de empoderar a los jóvenes de la actualidad, generando un sentimiento de empatía con sus pares de hace 80 años
Sala 2: Historias de sobrevivientes
En esta sala, y a través de manera tecnoconvivial, nos acercamos a los testimonios de sobrevivientes del Holocausto.
Sala 3: Noche de los cristales rotos y “Yo, judío”
Proyección del video “Yo judío”, como así también de una réplica de lo que fue la “Noche de los cristales rotos” (también conocida como Kristallnacht), fue el 9 de noviembre de 1938. Durante escasos dos días, 90 personas fueron asesinadas en las calles, y alrededor de 30.000 enviados a un campo de concentración. La violencia fue instigada por el Partido Nazi, cuyos integrantes rompieron los vidrios de comercios y domicilios de familias judías, pintando (a manera de identificación), la palabra “jude” o la Estrella de David en los pedazos de vidrios que quedaron en las ventanas.
Sala 4: Las estrellas y la botica
Mientras que se exhiben frascos de viejas boticas de la época del Holocausto, de manera tecnoconvivial se exhibe un video que da cuenta y explica el uso de las Estrellas de David en diferentes colores, como forma de identificar cual era el “delito” que había cometido cada judía, además de profesar esa religión (gitano, homosexual, ladrón, etc).
En cuanto a los frascos de boticas, es de destacar la importancia que la ciencia bio médica tuvo durante el genocidio, aportando conocimientos en la búsqueda de la “purificación de la sangre”.
Sala 5: El traje o pijamas
Apenas comenzaron a funcionar los campos de concentración, los nazis se ocuparon de uniformizar a los reclusos con trajes a rayas. Eran confeccionados con una tela tosca fabricada en el recinto femenino del campo de Ravensbrück, y se cortaban y cosían en talleres de otros campos.
Dada la alta mortalidad, los uniformes y el calzado perteneciente a aquellas personas asesinadas pasaban a otros prisioneros.
La réplica que se exhibe en esta sala está confeccionada de acuerdo al original que se exhibe en el Museo del Holocausto de Buenos Aires (donado por Miriam Barber, y fue usado por su esposo), presenta dos piezas: chaqueta y pantalón confeccionadas en tela rústica con rayas verticales que viran del gris al celeste pálido. El tejido exhibe una trama que le da un poco más de firmeza, aun así, la tela es sumamente liviana lo cual hace pensar en el terrible frío que debieron soportar los prisioneros durante el duro invierno. El pantalón es recto con cintura reforzada, y la chaqueta tiene cuello camisa y botones en el frente. Lleva cosido un parche cuadrangular con el número de prisionero: 107876
Sala 6: Cocina
Reconstrucción de una cocina con elementos y vajilla que se utilizaba para la preparación e ingesta de la comida de los judíos en los campos de concentración; comida que consistía en sopa aguada hecha con carne y verduras podridas, un poco de pan, algo de margarina, té o una bebida amarga parecida al café. Tener diarrea era común. La gente, debilitada por la deshidratación y el hambre, contraía fácilmente las enfermedades contagiosas que se propagaban por el campo.
Sala 7: La sala de los nombres
Las víctimas del Holocausto fueron personas atacadas por el gobierno de la Alemania nazi mediante diversas prácticas discriminatorias debido a su origen étnico, religión, creencias políticas u orientación sexual. Más de 6 millones de seres humanos murieron en este período negro de la historia mundial. Sin embargo, el Museo del Holocausto de los Estados Unidos calcula el número total de asesinados durante el Holocausto en 17 millones: 6 millones de judíos y otros 11 millones incluidos civiles soviéticos, polacos, prisioneros de guerra, discapacitados, etcétera. En esta sala, se proyecta un interesante “desafío para concientizar”: ¿cuánto tiempo nos llevaría leer la totalidad de nombres de los muertos en el Holocausto?
Sala 8: Avance del nazismo
Desde Alemania, las tropas nazis fueron expandiéndose por Europa rápidamente. Esta proyección nos muestra cómo fue esa expansión.
Sala 9: El principio y el final
A cada judío, a la hora de ser conducido a un campo de concentración o exterminio, se les permitía llevar “lo que más valor tenía” en una valija. Al llegar, se les confiscaba esa valija y nunca más les era devuelta. Así, tras la caída del régimen, aparecieron cientos de valijas vacías, con números pintados de manera tosca. Por otra parte, en esta sala se exhibe una tumba judía, sobre la cual se puede colocar una piedra. A la hora de explicar esta costumbre, hay varias explicaciones posibles: el Talmud (obra que recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas), menciona que cuando una persona muere su alma continúa habitando por un tiempo en la tumba donde fue enterrada. Poner piedras en la tumba mantiene el alma en este mundo, situación que algunas personas encuentran reconfortante.
Otra explicación, relacionada con las flores, indica que se marchitarán y morirán en algún momento. Una piedra no morirá, y puede simbolizar la permanencia de la memoria y el legado.
Sala 10: Auditorium
En este auditorio, los alumnos de los colegios que solicitaron turno podrán disfrutar de un recorrido guiado virtual (y en vivo) de una hora por el Museo del Holocausto de Buenos Aires, a cargo de una guía especializada. Finalizada dicha visita, dispondrán de 15 minutos para realizar preguntas, las que serán respondidas por esa guía.
Sala 11: Imágenes finales
Sobre el final de la muestra, se exhiben imágenes sensibles. Las mismas se encuentran debajo de un paredón que simula ser el extremo de un ghetto. Durante el Holocausto, los ghettos eran distritos de la ciudad (rodeados por altos paredones con alambre de púas en su parte superior, para evitar el escape de cualquiera que viviera dentro de él) donde los alemanes concentraban a la población judía y la obligaban a vivir en condiciones miserables.
NOTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DE SUR24 DE ESTE LUNES 10 DE ABRIL DE 2023