Fenómeno meteorológico
Termina El Niño: expectativa por la probable vuelta La Niña este 2024
El Niño elevó las temperaturas del Pacífico central y oriental el año pasado. Ahora, se espera una fase de neutralidad en el sistema climático.
El fenómeno meteorológico de El Niño llega a su fin, marcando el cierre de un período de intensa actividad climática que dejó su huella en diversas regiones del mundo. Según el comunicado oficial emitido por la Oficina Meteorológica de Australia (BoM), El Niño ya no está activo, dando paso a una fase de neutralidad en el sistema climático conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS).
El Niño, un fenómeno que se produce de forma periódica pero irregular, había emergido a mediados del año pasado tras un trienio de condiciones más frías asociadas con La Niña. Durante su período de actividad, elevó las temperaturas de la superficie del mar en el Pacífico central y oriental, generando una serie de efectos climáticos en todo el mundo.
Los indicadores oceánicos y atmosféricos ahora señalan que ENOS regresó a la neutralidad, con una disminución constante de las temperaturas de la superficie del mar desde diciembre de 2023. Este enfriamiento, respaldado por datos que muestran un enfriamiento sustancial en las capas subsuperficiales del Pacífico, es característico del final de la fase de El Niño.
Los modelos climáticos sugieren que ENOS probablemente permanecerá en neutralidad hasta al menos julio de 2024. Sin embargo, existe un aumento en las probabilidades de que La Niña, la fase opuesta y más fría del ciclo ENOS, regrese en la próxima primavera.
Vuelve La Niña
El potencial regreso de La Niña generó expectativas y preocupaciones entre los científicos y observadores del clima. Si La Niña se materializa a finales de este año, sería el cuarto episodio en los últimos cinco años, marcando una secuencia sin precedentes de tres episodios de La Niña seguidos de El Niño, y luego nuevamente La Niña.
La Niña, al contrario de El Niño, se caracteriza por temperaturas del mar más frías en el Pacífico ecuatorial, lo que puede tener importantes repercusiones en el clima global y regional. Los expertos advierten que La Niña puede influir en la formación de tormentas y huracanes, y algunos pronósticos sugieren una temporada de huracanes muy activa en el Atlántico si se desarrolla.
Calentamiento global
Además de su impacto en los patrones de tormentas y precipitaciones, La Niña también puede tener efectos sobre el ritmo del calentamiento global. Se espera que el enfriamiento de las temperaturas superficiales del mar durante La Niña pueda ralentizar ligeramente el aumento de las temperaturas globales, lo que podría influir en la interpretación de los récords de temperaturas experimentados el año pasado.
Los científicos, sin embargo, instan a la cautela en las predicciones sobre la posible llegada de La Niña y sus efectos. Dado que las condiciones oceánicas globales actuales son inéditas, las inferencias basadas en eventos pasados pueden no ser confiables. Es crucial continuar monitoreando de cerca la evolución del sistema climático y mejorar las capacidades de predicción para comprender mejor el impacto de estos fenómenos en el contexto del cambio climático global.
El fenómeno de El Niño y su contraparte, La Niña, son parte de un ciclo natural del sistema climático, pero su frecuencia e intensidad pueden estar siendo influenciadas por el cambio climático inducido por el hombre. Los científicos continúan estudiando estos fenómenos para comprender mejor sus mecanismos y efectos, así como para mejorar las predicciones y mitigar sus impactos en las comunidades vulnerables en todo el mundo.
Por qué se forman El Niño y La Niña
Los científicos no están seguros de qué es exactamente lo que inicia el proceso. Pero, de vez en cuando, las condiciones de presión del aire cambian sobre el Pacífico ecuatorial, afectando los vientos alisios del sureste - de las regiones intertropicales- que normalmente soplan de este a oeste.
Algunos barajan que la rotación de la Tierra pueda afectar al movimiento de esos vientos, que actúan sobre la superficie del agua oceánica.
Aunque se sabe que el viento es el detonante, hay distintas teorías sobre por qué ese viento se altera, entre ellas la que sostiene que las variaciones en la actividad solar provocan calentamientos diferentes en el planeta y, a su vez, presiones diferentes.
Sea como fuere, durante El Niño los vientos alisios se debilitan, de manera que se mueve menos agua hacia el oeste, por lo que la parte central y oriental del Pacífico se calientan más de lo habitual.
A veces viene después un enfriamiento muy brusco y se convierte en La Niña, aunque también puede haber Niñas cuando no hay Niño, según los expertos. Durante La Niña los vientos se fortalecen, por lo que la masa de agua calentada por el sol es empujada hacia el oeste. Mientras tanto, en el Pacífico oriental, se eleva agua fría y profunda para reemplazar la caliente.
El Niño no tiene un período fijo: suele durar entre 9 y 12 meses y su intensidad también puede variar. El desarrollo de este fenómeno suele ser monitoreado por centros meteorológicos internacionales que utilizan modelos climáticos y observaciones satelitales para predecir su aparición y potenciales impactos.
De la misma manera, La Niña no sigue un calendario fijo y su frecuencia e intensidad pueden variar. Los eventos de La Niña pueden durar de 9 meses a 3 años, y su predicción también depende de observaciones climáticas y modelos meteorológicos avanzados. Los científicos continúan estudiando ambos fenómenos para mejorar las predicciones y entender mejor su impacto en el cambio climático global.