Un libro que explora la figura del “Príncipe de los Gauchos”
Por Juan Ignacio Novak
El Litoral
Cuando murió, en agosto de 1815, hacía cuatro meses que Francisco Antonio Candioti había sido elegido primer gobernador de la provincia de Santa Fe del período revolucionario iniciado en 1810. Un recorrido vital plagado de peripecias le permitieron conquistar ese lugar como uno de los hombres más conocidos de la historia santafesina virreinal e independentista. Un liderazgo que forjó en base a su habilidad para los negocios y el cultivo de las relaciones interpersonales, que extendieron su fama hasta Chile, Asunción, el Atlántico y el Perú. Que inclusive le granjeó el respeto de próceres como Manuel Belgrano y José Gervasio de Artigas. Además del apelativo de “Príncipe de los Gauchos”, impuesto por el viajero inglés John Parish Robertson en sus escritos.
Sobre la figura de Candioti la doctora en Historia Adriana Milano centró su libro, publicado este mes por Editorial Prometeo. Milano es también Licenciada en Historia y Contadora Pública por la Universidad Nacional de Rosario, docente investigadora en la Facultad de Humanidades y Artes de la misma Universidad en las cátedras de Historia de Europa Medieval y Europa Moderna. También es miembro investigador del CEHISO (ISHIR CONICET) y del IECH (UNR-CONICET).
En una entrevista concedida a este medio, sostuvo que su decisión de abordar la biografía del hacendado y político santafesino obedecer a que es “una figura muy importante en la historia santafesina cuya vida entre 1743 y 1815 transcurrió en un lapso en que el mundo transatlántico (entendido en función de las interconexiones entre Europa, América y en particular lo que hoy conocemos como Argentina) experimentó un conjunto de modificaciones trascendentales que involucraron cambios políticos, económicos, sociales, de las ideas y de los lenguajes para expresar la realidad, entre otros”.
En la visión de Milano, Candioti representa una vía de acceso desde la ciudad de Santa Fe a ese mundo que para el sur de América significó el fin del poder virreinal y el comienzo del período revolucionario en 1810. “Su vida brinda la posibilidad de revisitar hoy a los hombres y mujeres de Santa Fe del momento con una mirada renovada, que inserte a nuestra región en diálogo con la historia a ambos lados del Atlántico, a la luz de análisis historiográficos actuales, dando a conocer aspectos poco conocidos de su ajetreada vida y, sobre todo, rescatándolo en su aspecto humano, como un hombre inmerso en el devenir de un mundo incierto y cambiante en extremo en el que debía decidir y actuar”, apuntó.
Enfoque
El libro de Milano, parte de la premisa de que “más allá de la idea tradicional que a veces se tiene de las sociedades de la época como homogéneas y estructuradas en base a vínculos en función del ‘deber ser’, es posible rescatar trayectorias que no respondan a un modelo determinado, conductas promotoras de heterogeneidad no obstante el marco tradicional”.
De este modo, la propuesta de la historiadora parte de recuperar al género biográfico revalorado por la historiografía desde fines de la década de 1980 como vía de ingreso en el contexto de la época para dar cuenta de Candioti pero también de los problemas del período que se vinculaban con sus acciones. “Se hace hincapié en el análisis relacional para reconstruir la amplia red de contactos con los que Candioti interactuó, las amistades que supo mantener en el tiempo y que lo acompañaron para soportar en conjunto los embates de la guerra que supuso la dislocación de los circuitos comerciales en los que habitualmente operaban. También fue muy importante el rol de sus familiares: su suegro José Teodoro de Larramendi, su cuñado Francisco de Aldao, sus sobrinos y, sobre todo, su esposa Juana Ramona de Larramendi, clave como continuadora de sus negocios desde 1815”, aseguró.
Candioti en la Revolución de Mayo
“Previo a la Revolución, surgieron sospechas en 1809 en torno a su probable conexión desde Santa Fe con el movimiento conspirativo de Martín de Álzaga en Buenos Aires, situación que no pudo ser comprobada. Durante las guerras desatadas a partir de la Revolución su participación política no fue permanente, sin embargo, se requería su presencia para la decisión de asuntos claves de la ciudad hasta ser electo gobernador en 1815”, remarcó Milano consultada por el papel de Francisco Candioti en la Revolución de Mayo de 1810.
“Hay que destacar que Santa Fe se vio envuelta en el clima de violencia general del Río de la Plata. Desde Buenos Aires se sospechaban alianzas contrarias a la revolución y con los años se incrementó el control sobre los santafesinos. Cuando se estableció la Junta en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810 y se fija desde la elite porteña como prioridad lograr el acatamiento en todo el virreinato, el cabildo santafesino tomó conocimiento de la obligación de nombrar un diputado para la Junta. Candioti fue considerado como uno de los candidatos que pudiera garantizar ‘seguridad, tranquilidad y felicidad general’ aunque finalmente la votación recayó sobre Juan Francisco Tarragona. En octubre de ese año Santa Fe adhirió de forma activa a la causa revolucionaria y nombró a Pedro Aldao, sobrino de Candioti, como diputado para recibir a Belgrano destinado como jefe de expediciones a la banda oriental del río Paraná y demostrar el patriotismo del vecindario”, describió.
Apuntó en el mismo sentido que Candioti fue “activo colaborador con fondos, carretas, yerba, tabaco, otros víveres y caballos para el ejército en la ‘gloriosa revolución’, como la calificara más tarde en sus escritos. A fin de ese año fue convocado como sargento mayor de milicias urbanas de la ciudad para conformar la Junta de Guerra para mayor servicio al gobierno. Fue propuesto en 1811 como alternativa local al gobernador militar porteño designado luego de la instalación del Primer Triunvirato en un ambiente de tendencias antirrevolucionarias en Santa Fe. Luego de estos en varias oportunidades más Candioti fue señalado como el hombre idóneo para asumir las responsabilidades que la coyuntura exigía para definir y defender la posición de la ciudad”.
Su gestión de gobierno
En relación a los aspectos que se pueden resaltar de la corta gobernación de Candioti en la provincia, Milano trazó un contexto. “Para fines de enero de 1814, Artigas había roto relaciones con el Directorio. Díaz Vélez asumió en Santa Fe en marzo de ese año con sus fuerzas militares, con el descontento del Cabildo pero luego, ante la amenaza de la llegada de tropas artiguistas Díaz Vélez, decidió no confrontar y retornar a Buenos Aires. Eso sucedió en marzo de 1815. Díaz Vélez entregó las armas de Buenos Aires a las tropas orientales comandadas por José Eusebio Hereñú. Los capitulares santafesinos acuerdan entonces reasumir el poder para ejercerlo en nombre del pueblo y es así que Candioti fue electo por unanimidad al creerse que resumía en su persona las cualidades para representar la autoridad del pueblo”.
“Candioti se encargó -prosiguió la historiadora- de promover la elección de diputados por Santa Fe para responder a la convocatoria al Congreso del Arroyo de la China. Otro tema que lo ocupó fue la decisión del director supremo Ignacio Álvarez Thomas desde Buenos Aires entre julio y agosto de enviar a Santa Fe un ejército de 1.500 hombres al mando de Viamonte para someter a la provincia rebelde proclamada independiente bajo la égida de Artigas. Por esta situación, Candioti se comunicó personalmente con Álvarez Thomas por la situación de la ciudad. También debió enfrentar en vísperas de su muerte las tensiones a nivel local dentro de la élite por el control político disputado por la facción contraria, a favor de Álvarez Thomas, con Juan Francisco Tarragona a la cabeza (exdiputado revolucionario en 1810 y bien vinculado a Buenos Aires) como presidente de la Junta Representativa de la Provincia. Un grupo contrario a Candioti que veía esperanza para sus aspiraciones con la inminente llegada del ejército de Viamonte. Así Santa Fe estaba entre dos frentes, el artiguismo y el Directorio, en un escenario de avance de las tropas evocadas luego en las memorias de Manuel Ignacio Diez de Andino”.
La mirada de un inglés
A la relevancia de Candioti como actor histórico se suma el registro que hace John Parish Robertson quien lo llegó a señalar como “Príncipe de los gauchos”. Milano indicó que la visión de Robertson “responde a un conjunto de ideas que, en el marco más general de las corrientes ilustradas europeas, de los siglos XVIII y XIX buscaban diagnosticar y promover medidas para el progreso. Robertson responde a esas miradas que al recorrer el territorio evaluaban sus posibilidades y diagnosticaban los factores a favor o en contra para el desarrollo. En tal sentido, Candioti, su impronta, su habilidad para dirigir negocios, el efecto que causaba en el entorno su presencia, la manera de tratar a los huéspedes y modales eran un ejemplo de las posibilidades del Río de la Plata, de su abundancia y recursos a pesar del salvajismo circundante con lo mucho por hacer al respecto. El territorio era una dificultad, pero una promesa a futuro. Leer a Robertson es ver en Candioti esa posibilidad personificada”.