Documental sobre el músico
Un paseo por las noches que forjaron al "Polaco" Goyeneche
Marcelo Goyeneche, sobrino nieto del cantante, estrenó “Las formas de la noche”, que desentraña la magia de uno de los grandes intérpretes del tango argentino, a través de archivos inéditos y testimonios de amigos, familiares y colegas.
Por Juan Ignacio Novak
“¿No te gusta el tango? Crecé, crecé pibe, el tango te espera”. Esas son las palabras que Roberto “Polaco” Goyeneche le dijo a su sobrino nieto Marcelo Goyeneche cuando este era todavía -para usar un término acorde a las circunstancias- un purrete.
Transcurridos muchos años, puede decirse que efectivamente el tango lo estaba esperando: aquel pibe, ahora ya un hombre, presentó el documental “Las formas de la noche”, que está centrado en la vida de uno de los más grandes intérpretes del tango argentino, quien se “metió en el bolsillo” en medio siglo de carrera a un público muy heterogéneo, desde puristas del género hasta rockeros, que vieron en él un referente.
Para plasmar este trabajo, que le llevó más de cuatro años de labor, Marcelo Goyeneche no solo se valió del recuerdo de sus propias interacciones con su tío abuelo, el “Polaco”. Utilizó material de archivo hasta el momento desconocido, que fue proporcionado por familiares y amigos. Así, recortó y editó las partes más intensas de un vasto universo conformado por imágenes caseras, grabaciones inéditas y entrevistas.
El apoyo de la familia del cantante fallecido en 1994 resultó fundamental, no sólo en términos de aporte de materia prima, sino también por la dosis de confianza. En efecto, el hijo del “Polaco” que lleva su mismo nombre de pila puso hincapié en este punto en recientes declaraciones mediáticas: “no hubiéramos dejado que cualquiera hiciera esta película”.
El film intenta desplegar, a partir de los testimonios reunidos, los momentos más relevantes de la vida del tanguero, desde sus inicios en las orquestas de Horacio Salgán y Aníbal Troilo. Para eso, se apela a la palabra de familiares, amigos, colegas, periodistas y figuras de la escena musical.
Una voz carismática
Más allá del obvio valor emotivo que posee el documental, la figura de Roberto Goyeneche es fundamental para la historia de la música argentina del siglo XX, más allá del tango que lo tuvo como gran cultor. ¿Por qué? Es difícil de sintetizar, pero podría decirse que voz profunda y ajada, su interpretación apasionada, su carisma en el escenario y su destreza para transmitir las emociones propias del tango son elementos que remarcan tal condición. Si a esto se suma que trabajó en sintonía con compositores y letristas de renombre, su posición en la música argentina se explica con cierta facilidad.
El principal aporte de Goyeneche al tango argentino fue que esculpió una interpretación única y distintiva. Es imposible escuchar un tango cantado por él sin terminar movilizado de alguna manera. Hay un registro televisivo de la década de 1980 que da cuenta de esa particular cualidad de Goyeneche. El Polaco está de visita en el programa de Juan Carlos Mareco. A su lado, está sentado el bailarín Jorge Donn. Goyeneche comienza a cantar, sin micrófono, “Naranjo en flor”. Donn se emociona tanto que cierra los ojos y le toma la mano al Polaco y la aprieta fuerte. Termina la canción y el bailarín le da un beso al tanguero. Está profundamente conmovido.
Es que Goyeneche no solo era un virtuoso en términos técnicos, sabía contar historias con la canciones, podía ir a la médula de cada obra y transmitir dolor, alegría, nostalgia, pasión o lo que fuera necesario. Desde que, en 1944, ganó un certamen en Club Federal Argentino hasta que murió medio siglo después, cambió su voz pero en ningún momento su compromiso con el género que eligió. Muchos, incluso, señalan que su mejor época fue la última, cuando su voz estaba tan degradada como su condición física, pero no su talento para difundir el alma del tango. Atilio Stampone, músico y compositor, lo expresó con claridad: “el polaco es la antítesis de Gardel”. Es que, según Stampone, su parafraseo de las letras, le descubrió al gran público las historias que contaban las canciones con su particular manera de narrar.
El mito
Hay que agregar otra arista, que marcó el periodista y escritor Hernán Firpo y que tiene que ver con la “estatura mítica” de Goyeneche, que marcó un punto de partida para la carrera de otros cantantes que cultivaron el género, como Adriana Varela. “El desgaste de su voz, las leyendas urbanas, la frula, la cheno y el chupi, lo tiñeron todo de color ciudad. Nunca hubo tanto tango como con el Goyeneche de sus últimos diez años”, expresó Firpo.
La propia Gata Varela coincidió en este punto: “Hay quienes prefieren lo virtuoso, pero a veces lo virtuoso no atraviesa al público, aunque mucha gente decía que el Polaco cantaba mejor en la primera época. Quienes éramos jóvenes en la última etapa del Polaco lo conocimos así, así nos llegó, y el hecho artístico pasó ahí, cuando ya era solista”.
Los fríos datos señalan que Goyeneche grabó cerca de cien discos y que fue acompañado por las más prestigiosas orquestas: Pontier, Baffa-Berlingieri, Pugliese, Piazzolla y la Filarmónica del Teatro Colón. Tal fue su conexión con el público que no solo quedan sus canciones, sino también un busto realizado por la escultora Coca Ocampo en 1996, pocos años después de su muerte. Y, ahora, una película que permite redescubrir su figura en otras facetas, en las cuales era igual de apasionado que cuando se ponía, simplemente, a cantar.