M.G. comenzó a ser abusada por su tío cuando tenía 4 años.
Un pedófilo en el gabinete de Scarpin
Por las dudas, por si no se entendió bien, voy a repetir esa frase.
M.G. comenzó a ser abusada por su tío cuando tenía 4 años.
Esa situación continuó hasta que M.G. tuvo 11 años.
Es decir que el tío, abusó de su sobrina desde los 4 años hasta los 11. Más todos los otros hasta la actualidad, porque esa persona es del propio entorno familiar, no un violador ocasional y extraño. En palabras de la víctima que vivió y vive un infierno, su tío “fue su diablo personal” durante 20 años.
La persona que cometió esa atrocidad es Marcelo Galaz, quien fuera hasta hace dos años la mano derecha del actual senador nacional Dionisio Scarpin, entonces intendente de la ciudad de Avellaneda. Tal era el vínculo entre ambos, que Galaz fue el secretario privado y quien le manejaba la agenda a Scarpin; y para muchos, hasta que fue detenido en 2021, un eventual sucesor del senador norteño en la intendencia.
Más allá de que (me) cuesta mucho figurarme cómo un monstruo puede aprovecharse y abusar de una niñita de 4 años (y desde luego, no importa la edad: un abusador es un abusador, siempre), la realidad arroja todo el tiempo aberraciones semejantes y todo lo que se haga es poco para visibilizar estas situaciones, que dejan secuelas en las víctimas para toda la vida.
Uno podría suponer, además, erróneamente, que estas conductas delictivas estarían concentradas a ámbitos rurales o sectores marginales, donde la ignorancia, la pobreza, el hacinamiento, contribuyen quizás a sostener un machismo atávico. Error: Galaz es una persona instruida, conectada, que tenía una ascendente carrera política, truncada al salir a la luz la denuncia y posterior condena. Y que se trate de un pariente directo, tampoco sorprende: en las estadísticas de abusos o ataques sexuales tienen repetida incidencia los que son intrafamiliares.
La política, en el medio
¿Y por qué se mencionaría a Scarpín en esta nota, si la conducta de su amigo y secretario privado es una acción personal y no institucional y fue rápidamente destituido? Porque la política está filtrada desde el mismo comienzo en esta terrible historia de abuso y poder. Además de ser Galaz el secretario del Municipio de Avellaneda (un pueblo laborioso, prolijo, pujante, de trabajo, de valores religiosos muy marcados) y la mano derecha y posible sucesor del entonces intendente Dionisio Scarpin; su detención se produjo en la propia Municipalidad, el 16 de julio de 2021 (en plena pandemia), en lo que pareció entonces un mensaje político…
¿Por qué detener a Galaz en la Municipalidad, si en ese sitio, donde todos se conocen, era más fácil ir al domicilio y apresarlo allí?
Dicen los mentideros políticos (que es el de los pocos sitios donde no se miente en política) que se habría tratado de “un vuelto”, una “atención” del senador departamental, el poderoso caudillo local Orfilio Marcón, quien habría tenido algún encono con Scarpin, su pupilo, (hay que entender que Avellaneda siempre tuvo gobiernos radicales de manera ininterrumpida: Marcón, luego su discípulo Scarpin y luego, el actual Braidot, tras la caída en desgracia de Galaz), ya con alas propias y con ansias de volar más alto que su mentor…
Un fallo escandaloso
En la semana, además, se conoció el fallo, abreviado, que roza (del lado de adentro) lo escandaloso: 7 años de prisión para Galaz por abusar de su sobrina en vez de los más de 30 que corresponderían por la gravedad del hecho.
Días atrás salieron a la luz polémicos audios en donde se buscaba cerrar y abreviar el caso, cosa que sucedió finalmente. Y la Legislatura está poniendo la lupa en la participación, entre otros, del fiscal Aldo Gerosa, que bien podría ser destituido (en el norte se recuerda, con iguales ribetes de escándalo la destitución del juez Muse Chemes, por su increíble argumentación en un fallo por violación, entre otras cuestiones).
Es decir que además del hecho en sí, el abuso a una niña de 4 años, gravísimo; hay que analizar aquí lo que hicieron política y justicia con el caso, en lo que muchos (también M.G., la víctima) definen no sin razón como una revictimización.
Nadie se preocupó por la contención o acompañamiento de la víctima, nadie se acercó a ella y a su familia para ayudar. El caso fue usado para jugadas y movidas, mensajes y pases de factura de la política del departamento General Obligado, algo que desde luego no pueden desconocer ni Marcón ni Scarpin: son actores, forman parte de esa trama.
Ahora, con todo a la vista, tanto política como justicia tienen la oportunidad histórica de efectuar las reparaciones necesarias que modifiquen este clima de escándalo y de miserias, de tráfico de influencias, de corrupción. ¿Será, finalmente, justicia?