Una historiadora de Elortondo considera “innecesaria” la polémica por la Marcha San Lorenzo, pero ratifica la versión
La polémica por la creación de la música de la Marcha San Lorenzo sigue recorriendo la región. La publicación en redes sociales realizada días atrás por la Comuna de Elortondo, donde aseguran que los acordes fundamentales de la famosa obra, que conmemora el combate y rememora la acción heroica del soldado Juan Bautista Cabral, fue creada y tocada por primera vez en un burdel de Elortondo por Juan Botta y comprada por Cayetano Alberto Silva, versión que fue descartada por historiadores y músicos venadenses.
En comunicación con Sur24, la escritora e historiadora de la localidad de Elortondo, Eliana Negrini, dio su parecer al respecto. Negrini es la autora de la historia tomada de los relatos de ‘boca en boca’ y a través de un testigo de la época “Chiche”, quien en ese entonces tenía siete años. Ella escribió hace algunos años la historia del prostíbulo que estaba ubicado en Sarmiento y Libertad de esa localidad y hasta le puso precio a la partitura supuestamente comprada por Silva, aunque, como también ella asegura, “es lo que dicen, que dijeron…”.
Discusión innecesaria
Sobre la polémica suscitada luego de la postura de la Comuna de Elortondo, Eliana Negrini aseguró que cuando vio la publicación, “opiné que no está bueno la forma en que se planteó; yo trabajé más de 10 años en dirección de escuelas de Venado y sé el orgullo que tienen los venadenses con respecto a la marcha. En mi opinión, debería dejarse así, como comentarios, porque hay muchas canciones y marchas que no sabemos quién las hizo; me parece que faltan pruebas”, destacó, a la vez que opinó que “habría que tratarlo con mayor libertad y hasta con más humor, sino va a generar una discusión que no tiene demasiado sentido y no va a terminar en nada”.
A su vez, y en el mismo sentido, la escritora destacó: “Me parece un pleito innecesario y me parece que tendría que haber quedado como comentarios”.
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Aves de paso
A continuación, la historia redactada por Eliana Negrini hace algunos años, donde describe el prostíbulo de antaño y la historia trasladada de boca en boca en la sureña localidad de Elortondo.
“En Elortondo, pocos ignoran que sobre calle Sarmiento hacia el norte, donde hoy todavía se levanta una misteriosa pared, pintada con guardas antiguas, había un prostíbulo.
En 1932, Chiche tenía 7 años y vivía con su familia en la esquina de Sarmiento y Libertad. Ellos tenían una quinta y se dedicaban a la venta de verdura y conejos. Muchas veces, en los atardeceres, los sulkys llegados de otros pueblos se detenían, desorientados al final de la calle. Entonces él y sus hermanos les hacían de guías:
-Pibe, ¿dónde está el quilombo?
Y ellos, solícitos, les indicaban, que era allá, adonde había una lucecita… de modo que a veces les daban hasta 20 centavos por el dato, que les alcanzaba para ir a la matinée.
A ese misterioso lugar, que cerraba a las 3 de la mañana, iba la policía todas las noches. Tenía un elenco estable de 8 o 9 señoritas, regenteado por una “madama”, que con el tiempo llegó a ser la dueña. Cuentan que está registrado en un libro de actas de la Comuna, que una de estas madamas fue multada, en los años en que era presidente comunal, don Luis Saffores, por haber cerrado el local un domingo, para irse a Rosario, ya que era el día de mayor actividad.
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Cabe aclarar que a fines del siglo 19 la prostitución cundía, con verdaderas mafias de rufianes, cafiolos, cafishios y proxenetas, que se dedicaban al negocio de esclavas sexuales. Hasta que en 1913 se sancionó una ley que penalizaba la explotación de la prostitución de mujeres y niñas. Fue propuesta por un joven diputado socialista llamado Alfredo Lorenzo Palacios, por eso se llamó “Ley Palacios”, y fue la primera ley en América que protegía a las víctimas y combatía a sus responsables. Años más tarde, en 1936, se promulgó la ley de profilaxis antivenérea, que prohibía las “casas de tolerancia”. En estos días, en nuestra provincia, existe un proyecto que pretende prohibir la apertura y funcionamiento de prostíbulos que toman por nombres eufemismos tales como whiskerías, cabarets, boites, locales de alterne o clubes nocturnos. Abundan en distintas localidades, facilitan el desarrollo del proxenetismo, la trata de personas y la explotación sexual de mujeres, que en su mayoría son de bajos recursos y muy vulnerables. Porque cuando hay trata, la mujer está en una situación de servidumbre.
El prostíbulo de Elortondo contaba con un encargado, “don Pedro”, que como tenía dificultades para caminar, les pedía a Chiche y a sus hermanos ciertos mandados a la farmacia, con un papel “…que nosotros no entendíamos…”, para luego regresar trayendo un enigmático paquete. Ellos lo entregaban a las chicas, quienes los recibían con muestras de calidez “…nos abrazaban, eran muy cariñosas con nosotros…”
Ellas salían de paseo algunas veces a la semana, en un coche tirado por caballos que pertenecía a la Funeraria de Solari. Así es que paseaban por el pueblo, y muchas veces se asomaban para saludar a los conocidos…”.
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La Marcha
“De allí salieron varias para casarse con personas del pueblo, ya que “…se enamoraban y se las llevaban”. Y de ese modo también salió Elvira, de la cual se había prendado Juan Botta, un músico de la banda de Elortondo, que tocaba el acordeón y el bandoneón. Juan y Elvira se instalaron en Sarmiento y Libertad, y regenteaban un boliche en la esquina que hoy pertenece a la familia Gauchat. En ese lugar Chiche, nuestro pequeño amigo, conoció a Cayetano Silva. Porque al Boliche de Doña Elvira, como todos lo llamaban, asistían músicos de la banda del pueblo y de Venado Tuerto. Se conocían porque eran reemplazantes de ambas bandas. Dicen que, en ese lugar, Juan Botta tocó por primera vez, en su acordeón, un tema del que era autor: la Marcha San Lorenzo, que “…no era una marcha en ese entonces…”. También dicen que Silva se la compró a Botta por 10 pesos, y que luego nadie quiso hablar más del asunto, pero quien lo sabía bien era el padre de Ismael Vidigh que tocaba en la banda…
Esa sería la relación que existe entre la sagrada marcha que narra el famoso combate, con una casa que dio que hablar durante muchas décadas en nuestro pueblo, y de la que aún queda como testigo una vieja pared pintada con guardas antiguas…”.