Una multitud disfrutó de la 1° Feria del Libro venadense
La primera Feria del Libro de Venado Tuerto se desarrolló entre viernes y sábado en el predio del Club Jorge Newbery, con la presencia de destacados escritores, investigadores e intelectuales, y la participación de miles de personas de la ciudad y la región, tras las palabras inaugurales de Rafael Sevilla, quien sostuvo: “Ojalá esta Feria del Libro sea la primera de muchas. Ojalá el espíritu contracultural perdure y se acreciente. Ojalá que esta Feria sea una verdadera fiesta”.
La clase magistral del filósofo Darío Sztajnsrajber generó la mayor atracción del viernes, con un millar de personas disfrutando de la disertación “El amor, entre el mito y la filosofía”. Antes se desplegó el espacio “Pensar la Escuela”, un diálogo de la socióloga Marcela Martínez con la docente venadense Carolina Moskatelo, y la presentación del libro “Nada que esperar”, de Sebastián Scolnik, en conversación con la concejala rosarina Caren Tepp y el venadense Omar Guerra. Y más tarde, “Los Libros y la vida” (Homenaje a Horacio González), con Diego Sztulwark, María Pía López y la historiadora local Alejandra García; y la clase magistral de cierre de la socióloga María Pía López sobre “Feminismos: debates y promesas”.
El sábado, algunas de las atracciones fueron la presentación del libro “Porqué el capitalismo puede soñar y nosotros no”, de Alejandro Galliano, en compañía del edil venadense Bruno Taddia; la charla “El futuro del trabajo”, entre el presidente del Inaes, Alexandre Roig, y el venadense Jorge Sola, secretario de Prensa de la CGT nacional; la clase magistral de la novelista Liliana Heker titulada “La trastienda de la escritura”; y “El feminismo y lo político”, con la investigadora Florencia Angilletta, junto a Florencia Giacometti.
El público se volcó con ganas a los stands de las decenas de editoriales, buscando las temáticas y títulos de su interés, y adquiriendo centenares de ejemplares de los más diversos géneros, en algunos casos con precios muy ventajosos.
Además, los visitantes disfrutaron de los patios de comidas, barras de tragos y música en vivo.
También se destacó la presencia de delegaciones escolares -con ingreso gratuito-, en tanto que los estudiantes secundarios abonaban la mitad del costo y los terciarios el 25 por ciento.
Los cierres musicales fueron de lujo, con La Sasasa el viernes, y el Concierto Homenaje a Piazzola, con Mijail Stancich y Maia y Mila Bozikovic, el sábado.
“Estamos muy contentos por este comienzo, con una multitud que mostró su entusiasmo por lo que encontraba. Esto confirma que Venado Tuerto necesitaba una oferta cultural de estas características”, destacó a Sur24 Rafael Sevilla, una pieza clave de la organización autogestiva del evento entre Ciudad Futura y Revista Ají.
Discurso inaugural de Rafael Sevilla
¿Qué significa dar un discurso inaugural en la inauguración de una Feria del Libro? ¿Y en la Feria del Libro de esta fisura ineludible que es Venado Tuerto? ¿Qué significa fundar una Feria del Libro? ¿Qué significa que un grupo de personas decidan hacerlo, lo digan y lo hagan? ¿Qué significa inventar algo que antes no existía?
En una época donde todo parece inventado, elegir un rincón del mundo (o nacer en él y no huir) para proyectar lo que en otros lados ya existe, pero para hacerlo (crearlo) a nuestro modo. Construir respuestas sin imperativos, pero con algunas certezas. Hacer para después decir.
Elegir colores, discutir el cronograma, viajar a otras ferias, llamar a editoriales, soportar disertantes que quieren una suite, organizar lecturas, cargar tablones, repartir folletos, hacer pegatinas, fumar un tabaco, conseguir comida para todos, reírte del mate lavado, estar muy cansado, dormir mal, pelearle el precio al servicio de ambulancias, colgar banderines y guirnaldas, salir a buscar guita, embarcarte en una que no sabés para qué te metiste.
Antes de eso un deseo, pronunciado en voz alta y al pasar. Casi por azar. Alguien que lo arroja al aire y otro que dice sí. Ese otro sabe que es un delirio, pero no importa. Y otros, otras, que confían como si lo que se hubiera propuesto es ir a comprar caramelos, se arremangan y preguntan ¿por dónde arrancamos?
Tal vez pretensiones: fundar algo, sentirse dioses, pero al revés. Dioses minúsculos que van desde abajo, que tratan de construir una trama para dar vuelta el mundo, dejarlo como una tortuga con las patas para arriba.
Sentir que todo está mal pero que decirlo ya no tiene sentido. (De esos hay tantos). Hacer, por qué no hacerlo. Pero en conjunto, entre quienes hasta ayer éramos desconocidos. Una profesora que se está por jubilar, una abogada que va a renunciar a su laburo porque quiere cambiar el mundo, otro que a la distancia tiene contactos, un pibe que vive entre chapas y a la noche escucha al gordo Casciari, una que es muy resolutiva, un mañoso, una fotógrafa, un docente y una docente, uno que filma bien, pero pica poco, otra que es muy diligente, pero de malos tratos, otro que será intendente. Y sería imposible querer nombrar a todos los que participaron.
Pero detrás del hacer: ideas. Si quienes hacen y escriben son siempre otros, desde otros lugares y otros tiempos, (o desde acá simulando ser aquellos) nuestros sentimientos y preguntas se parecerán mucho a quienes nada se parecen a nosotros. Abandonaremos nuestros cuerpos, nuestro territorio, con una ilusión que no nos pertenece. Entonces ¿Cómo hacer de nuestras palabras, nuestro hacer y nuestras escrituras una red, un entramado, que grite nuestros deseos y dolores?
Detener el movimiento del tiempo sobre nuestros cuerpos para hacer, leer y escribir. Leer, leer, leer y creer que allí hay algo. Hacer y después escribir: intentar aprehender lo que nos excede y nos desborda.
¿Cómo transformar la lectura o la escritura, un hecho que a priori parece individual, en un acontecimiento colectivo? De manera explícita en esta feria, en la organización de esta feria. De manera oculta, en los textos que leemos y fueron escritos por otros u otras que leyeron otros textos que otros u otras también escribieron y también leyeron.
No hay literatura sin riesgo, no hay literatura sin corrección desalmada y atroz. Decidir qué palabras y artilugios persisten y cuáles no. Sin deliberación y sin correrse uno mismo de los textos no hay escritura potente.
No hay vida sin riesgo. No hay futuro si no es con otros.
Creemos que los libros pueden detener el viento. Creemos que el libro conserva todavía un lugar sagrado, de importancia mayor sobre las mercancías del mundo. Aunque haya libros -o escritores, bien lo sabemos- que intentan congregarse únicamente con el comercio, sus lógicas y sus formas que lo han inundado todo.
Creemos en los libros, entonces, como la última resistencia o, mejor dicho: la primera. Inclusive como resistencia a otros libros. De modo que esta Feria puede significar eso: la posibilidad de construir de a poco una resistencia (también literaria), una escritura que no reniegue de su territorio ni de sus ruinas, que parta desde allí para creer que lo que se dice tiene potencia y dejarlo todo al hacerlo.
Crear una resistencia no es de ningún modo un hecho fortuito o azaroso, hay que doblar las esquinas hasta hacer que todas las calles se crucen. Una Feria del Libro, una primera Feria del Libro no es un hecho fortuito. Una feria ni privada ni estatal, sino autogestiva, tampoco. Menos aún una Feria en esta tierra (¿olvidada? ¿arrasada? ¿por quiénes?) que es Venado Tuerto.
Ir por más y dar un puntapié para que la resistencia tome forma y diga, de algún modo, aquí estamos aunque no importe.
Mirar hacia Rosario, Buenos Aires o Europa, pero también mirar hacia abajo, hacia el suelo que pisamos, ese suelo lleno de arsénico y agrotóxicos, que se vuelve reticente y arisco, pero del que nacen entre sus grietas sujetos y colectivos que creen que pueden cambiar el mundo y lo intentan con hechos y palabras.
Ojalá esta Feria del Libro sea la primera de muchas. Ojalá el espíritu contracultural perdure y se acreciente. Ojalá que esta Feria sea una verdadera fiesta.