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Uruguay: caída de otro oficialismo en Sudamérica con el triunfo del Frente Amplio
La victoria de una oposición en los comicios presidenciales se repitió en ocho países de la región. Además, en el vecino país, el electorado giró a la izquierda.
(Por Gonzalo Fracchia) - Yamandú Orsi, candidato opositor del Frente Amplio en las elecciones a presidente en Uruguay, se impuso este domingo en el balotaje ante el oficialista Álvaro Delgado del Partido Nacional.
Orsi obtuvo el 52% de los votos y le regresó el poder al partido del ex líder José Mujica, luego de los cinco años de gestión de Luis Lacalle Pou, sosteniendo la tendencia de las oposiciones en su país y en todo el subcontinente.
El resultado refleja dos realidades concretas de la política uruguaya: un uso efectivo del sistema democrático y una inclinación por los “tradicionales” por encima de los “outsiders” que crecen en la región.
Con un claro outsider en el poder, pero sí como ejemplo concreto de la efectividad democrática, aparece Argentina que con su Cristina-Mauricio-Alberto-Javier se posiciona como el mayor exponente de la inestabilidad oficialista y una discontinuidad de gestión brutal.
Yamandú Orsi del Frente Amplio fue elegido como nuevo presidente de Uruguay. Crédito: Mariana Greif/Reuters
El fenómeno, con las particularidades de cada país, se replicó durante los últimos años en Ecuador (2021 y 2023), Colombia (2018 y 2022), Brasil (2019 y 2023), Chile (2010, 2014, 2018 y 2022), Perú (inestabilidad desde 2016 con 6 presidentes) y Bolivia (controversia de 2019 y elecciones 2020).
El dato es que de las 20 elecciones más recientes en Sudamérica en los últimos nueve años, en sólo tres ganó el oficialismo.
En otra categoría, ya con la consolidación del régimen de Nicolás Maduro tras 20 años de chavismo, se ubica Venezuela, que sin números oficiales y con turbiedad desde todos los sectores, habría elegido este año al exiliado Edmundo González Urrutia.
La gran excepción se da en Paraguay, donde el Partido Colorado gobierna desde 1948 con un corte entre 2008 y 2013.
Giro a la izquierda
Mientras en Europa y parte del mundo occidental crece la sensación de una renovada ola de ultra derecha, con Donald Trump al frente en Estados Unidos y Javier Milei con figura disruptiva en el plano internacional, algunos datos dicen lo contrario en Sudamérica.
Lejos de emular el concepto de Patria Grande, algunos líderes izquierdistas han logrado pisar fuerte en el subcontinente.
A la foto del reciente G20 en la cual Lula da Silva (Brasil) toma las manos de Gustavo Petro (Colombia), Gabriel Boric (Chile) y Claudia Sheinbaum como aliado latinoamericano desde México, se le podrá sumar Orsi, hijo político de Mujica.
En la cumbre de Río de Janeiro, los líderes latinoamericanos acordaron un plan de acción para abordar desafíos globales como la pobreza y el cambio climático. Crédito: Andrea Puentes/Presidencia
Ingobernabilidad, cambios constantes y estancamiento
El “pro” de la cuestión sudamericana recae en un sistema democrático efectivo, fenómeno cada vez menos común incluso en algunas naciones europeas. La “contra” es precisamente ese cambio constante, también con Argentina como ejemplo predilecto.
La alianza de partidos con Luis Lacalle Pou al mando desde el Partido Nacional dejará el cargo tras sólo cinco años.
La “voluntad del pueblo” tampoco estaría entregando estabilidad política a las naciones sudamericanas. El asalto a la Plaza de los Tres Poderes de Brasilia, las condenas masivas en Perú y los crímenes ecuatorianos son sólo un puñado.
Esa inestabilidad puede reflejarse a su vez en las rupturas constantes de políticas que no poseen transversalidad de gestión, estancado el avance de los sudamericanos en comparativa con la lista de los considerados “en vías de desarrollo”. Con una polarización social y discursiva que crece, la conservación de conceptos nacionales que se posicionan por encima de los colores políticos resulta un tanto utópica en estas latitudes.
Imagen ilustrativa. Segundo tramo del Gasoducto presidente Néstor Kirchner (GPNK).
El caso argentino si tiene para valorar al ahora llamado Gasoducto Néstor Kirchner y con futuro rebautismo. Partiendo del DNU de Mauricio Macri en 2019 donde instruyó a la Secretaría de Gobierno de Energía a “convocar a licitación pública nacional e internacional” para la “prestación del servicio de transporte de gas natural”, la tentación de sus beneficios pasó incluso por encima de las ideas reformistas de la gestión mileista. Un simple ejemplo del progreso del sostén de las políticas.