Venado Tuerto, ciudad de plazas mutiladas
Venado Tuerto sufrió su primera vez en la ocupación de espacios públicos en la década del ’30, y aún hoy se pagan las consecuencias. No se trató de usurpaciones, sino de cesiones de espacios públicos a pedido de Nación o Provincia, y en algunos casos por caprichos del propio gobierno municipal.
Con sabiduría, el fundador de la ciudad, Eduardo Casey, en el trazado original de fines del siglo XIX ubicó en el centro la plaza mayor (hoy San Martín) y en las cuatro esquinas de ese cuadrado -conformado por 100 manzanas- dispuso cuatro plazas: Sur, Norte, Este y Oeste. Así, quería asegurar desde el vamos la existencia de espacios verdes, intuyendo que algún día quedarían en medio de la trama urbana.
Sin embargo, con el correr de los años, y hasta no hace mucho tiempo, Venado Tuerto se caracterizó por vulnerar una y otra vez esos legados ambientalistas originales; incluso cuando se los estableció, como en el Plan General de fines del siglo XX, sus mismos impulsores lo transgredieron, hasta dejarlo en el olvido.
En la actualidad, el gobierno de Leonel Chiarella trabaja internamente en la elaboración de un nuevo Plan Estratégico, y en la antesala de la convocatoria a la participación pública, es oportuno bucear en la historia para descubrir los primeros grandes e insalvables errores. En este sentido, uno de los combatientes contra las intrusiones en los espacios verdes fue y es el escritor e historiador Roberto Landaburu, quien ubica la primera excepción a finales de la década del ’30, cuando Venado recién había adquirido la categoría de ciudad y su máxima autoridad era el escribano José Amado Aufranc, el del Sillón.
De Aufranc para acá
Jornada inaugural del Mercado municipal, en el año ’38, en Mitre y Saavedra; ayer la celebración, hoy los lamentos.
“Todo comienza en el gobierno de José Aufranc, un intendente emprendedor en una década clave para el desarrollo local, pero cuyo gran desacierto fue disponer arbitrariamente de espacios públicos, como la plaza Este (luego España), comprendida entre las actuales Mitre, España, Alvear y Saavedra”. Y amplió: “En el ’37, ante problemas en el abastecimiento de alimentos, Aufranc impulsa el Mercado Municipal (hoy Centro de Educación Física N° 54) en la esquina de Mitre y Saavedra y lo inaugura el año siguiente. Poco después, en junio, otorga sin cargo a la Dirección de Correos y Telégrafos de la Nación otro sector de la plaza. Y enseguida aprueba la cesión al gobierno de Santa Fe del terreno lindero, sobre Saavedra, para construir los edificios de la Comisaría y el Juzgado (…) El espacio verde restante se transformó en el Parque de los Niños, con acceso por Mitre y España, hasta que en los años ’70, cuando el Colegio Industrial solicita un terreno para el nuevo edificio, se le destina ese lugar, lo único que quedaba de la plaza, y así desaparece”, graficó.
Con suerte diversa
De las otras tres plazas dispuestas por Casey, sólo la Sur (actual plaza Sarmiento), entre calles Mitre, Junín, Lisandro de la Torre y Alvear, diseñada sobre un bajo, mantuvo su aspecto virginal, sin sufrir construcciones sobre su superficie. También la plaza Oeste (actual plaza de la Democracia), entre Lisandro de la Torre, Colón, Junín y Brown, resistió los embates del cemento, aunque en la esquina de Colón y Junín soporta desde hace unos cuantos años una estación de bombeo de líquidos cloacales de la Cooperativa de Obras Sanitarias. En cambio, la plaza Norte (actual plaza Padre Alfredo Giraldi) debió alojar la Asistencia Pública Municipal “Dr. Julio Maiztegui” y el edificio de la Junta Nacional de Granos (hoy Senasa). “Para colmo, por las necesidades de las instituciones, los edificios se iban ampliando, siempre en perjuicio del espacio verde, que se mutilaba más y más, y sólo unos pocos se oponían ante la indiferencia de la mayoría”, admitió.
“En todos los casos, demás está decir que se trata de instituciones importantes de la ciudad, por eso siempre aclaro que el reproche no es hacia ellas, sino a la irresponsable elección de los lugares para alojarlas. Comprendo que décadas atrás no existía la cultura ambientalista de estos tiempos, ni tampoco los derechos de los niños y de los abuelos, que son los principales usuarios de esos espacios verdes, pero también es cierto que otras localidades supieron respetar las plazas y hoy las nuevas generaciones disfrutan de las sabias decisiones de sus antecesores”, reflexionó el escritor.
Sociedad indiferente
Roberto Landaburu, escritor e historiador regional.
Más allá de la suerte de esas cuatro plazas, “lo de Aufranc fue el punto de partida de una serie de excepciones, siempre toleradas por la ciudadanía, hasta naturalizarse”, sentenció el autor de Vascadas, quien agregó que esos mismos deslices se reiteraron en el Pueblo Nuevo, es decir, la ampliación de la ciudad desde la actual calle Rivadavia hacia la estación del ferrocarril y el sector de “atrás de la vía”.
“Ocurrió idéntico fenómeno con la Casa del Niño, a la que se asignó una parte de la plaza Rivadavia (hoy Fleming), y con el Colegio Nacional N° 1, ocupando la totalidad de la entonces plaza Italia. También sufrió un penoso recorte la plaza del Tiro Federal, en ruta 8 y Chile, para dar lugar a una escuela, un jardín de infantes y una sala de primeros auxilios”, historió Landaburu. Y agregó: “En plaza San Martín, la más emblemática, no hubo construcciones, más allá del Monumento al Libertador”, para añadir como anécdota pintoresca que en la década del ’40 se la cercó (con alambres) para evitar el ingreso de animales que llegaban por arreo para los remates, en tanto que los vecinos accedían a través de molinetes.
Cambio de rumbo
“Veo que este gobierno municipal no sólo no planifica construcciones en plazas, sino que las privilegia en su funcionalidad y embellecimiento, y espero que ese concepto se refleje en la próxima planificación estratégica”, auguró y fue un poco más allá: “Como reivindicación a los fundadores, y también por una conveniencia ambientalista, no habría que conformarse con evitar nuevas edificaciones en los espacios públicos, sino también, en la medida de lo posible, recuperar las superficies invadidas”.
Además, razonó que así como en tiempos fundacionales las actuales plazas céntricas limitaban con el campo, las plazas periféricas de hoy también quedarán en medio de la urbanización en algunos años más. “No repitamos los mismos errores”, reclamó Landaburu.
Las voces díscolas
La tendencia venadense a la mutilación de sus espacios verdes recibe críticas aisladas desde hace décadas, como las del propio Landaburu o el ex secretario de Obras Públicas, Carlos Dimmer, quien en su momento se opuso a la construcción del nuevo Hospital Gutiérrez en un espacio adyacente al gran pulmón verde del Parque Municipal General Belgrano.
Otro que se hizo escuchar fue el recordado ingeniero civil Dante Casadei, abordando la cuestión hace 25 años (en julio del ’97) en el diario El Informe. Sobre el plano original de Casey, el de las 100 manzanas, destacaba que abarcan 135 hectáreas y que el conjunto de espacios verdes contemplados (plaza central y cuatro periféricas) sumaban 8 hectáreas, representando 5,92% del total, aunque con las mutilaciones se reduce al mísero valor de 4,81%. Luego, tomando como referencia el rectángulo más amplio, comprendido entre Santa Fe, Sarmiento, Sáenz Peña y ruta 8, alertaba que el déficit de espacios verdes se agravaba.
También señalaba la intervención en la materia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), dada la influencia de los espacios verdes en la salud pública, estableciendo que cada ciudad debe contar con 9 metros cuadrados de área verde por habitante, como mínimo, en tanto que como superficie óptima fija entre 10 y 15 metros cuadrados por habitante.
A fines de los ’90, los cálculos de Casadei para ese cuadrado -con Mitre, España, Brown y Lisandro de la Torre como perimetrales-, en función de la cantidad de habitantes y el espacio verde existente, daban 5,42 metros cuadrados por habitante (la mitad del mínimo sugerido por la OMS). Además, dicho sector céntrico no incorporó espacios verdes en estos últimos 25 años, sino todo lo contrario, a la par que se incrementó la población, es decir que las recomendaciones internacionales estarían aún más incumplidas en nuestros días.
Sin embargo, saliendo del centro venadense, los espacios verdes son un poco más generosos, e incluso hay proyectos para su ampliación, por ejemplo, en la franja ferroviaria, sobre avenida 2 de Abril, donde la Municipalidad está gestionando con buenos resultados, y en el Área Recreativa Norte, donde el próximo objetivo es consolidar unas 15 hectáreas desde ruta 8 hacia Chapuis.
En breve, el nuevo Plan Estratégico será el ámbito institucional adecuado para debatir políticas públicas en materia de espacios verdes y -ojalá así sea- consolidar una cultura ambientalista y sustentable que no vuelva a resignar espacios ante el cortoplacismo ni el mercantilismo.