Venado Tuerto, siempre bajo los efectos de la crisis habitacional
Si hay un diagnóstico que tiene consenso, es la falencia habitacional qu sufre la “Esmeralda del Sur”. Triste presente que se profundiza año tras año y que toma una referencia al momento que surgen las propuestas de los gobiernos provinciales de turno con los anuncios de “planes de vivienda”.
La última novedad es que Venado Tuerto recibió un plan de 64 viviendas, el que fue anunciado en 2015, 2017 y 2019, terminándose de construir en el 2022, para ser entregadas las casas en agosto del corriente año.
Entre cinco y siete años demora la Provincia de Santa Fe en promover las soluciones de complejos habitacionales para esta ciudad. Este dato, duro, sensible, con características obsoletas, es festejado como un éxito por la clase política.
A este ritmo vamos a tener en 20 o 30 años un déficit habitacional nuevo, que podría ser el doble del existente. Los planes de vivienda vigentes por la Provincia en los últimos tres años han aportado a Venado Tuerto una solución que ronda el 1% en un escenario de entre 5 mil y 8 mil familias y personas solas con necesidades de vivienda.
Estadísticamente, los últimos planes de vivienda entregados en Venado Tuerto, en su relación tiempo-ejecución-calidad, no han superado la política habitacional iniciada en 1970 con el famoso plan VEA (Viviendas Económicas Argentinas), realizadas por el Estado nacional a través del Banco Hipotecario Nacional. Para dar un ejemplo, el barrio Provincias Unidas fue construido bajo estas políticas y se entregaron 404 viviendas de 2, 3 y 4 dormitorios, en un período no superior a tres años, acompañado de una donación por parte de la empresa constructora Cibelli Viviendas SA de un edificio completo, la Escuela Nº 1189 “Carlos J. Benielli”, conteniendo ya en ese momento un centro cívico para el lugar, con las dependencias de correo postal, sala vecinal, sala de primeros auxilios y destacamento policial.
Esto ocurrió en Venado Tuerto hace 50 años, y en detrimento de las clases sociales más necesitadas, las nuevas propuestas de complejos habitacionales fueron de mal en peor. Promoviendo así, parches incrustados en la ciudad, sin vuelo estético y con una arquitectura que hacen sangrar la vista. Podemos decir que la utilización de recursos limitados para estos planes de vivienda, arrojan un concepto donde la austeridad, humildad y la sencillez tienen que contemplar el mal gusto arquitectónico.
Antecedentes
Revisar la historia nos compete a todos, pero en este caso, por la fluidez de mi pasión, logro encontrar esas estadísticas que nos arruinan el espíritu. Uno de esos casos es, décadas atrás, el del complejo habitacional “Mateo Fernández”, donde la clase política del momento sugirió oportunamente la incorporación de viviendas a la ciudad, fue modificado sobre la marcha con otro derrotero histórico para incorporar en el espacio aéreo (primer piso) otras 200 viviendas (relegando toda situación de vivir dignamente) sobre la cantidad original. Aun hoy subsisten, a pesar de algunos materiales nobles utilizados, un sinnúmero de problemas estructurales y de convivencia, sin cuantificar lo estético, que sería en un plano secundario.
Hoy, al 2022, en el siglo donde se hacen edificios de mil metros de altura, puentes de 30 kilómetros de largo sobre un océano, y autos que se conducen solos, se proyecta para Venado Tuerto otro plan, en este caso de 118 casas con el concepto de “vivienda dúplex”. Con todo el incordio y lo obsoleto que es proyectar una vida desde un espacio así, aparentemente está planteado como una solución de urbanismo contemporánea. Con este criterio de urbanización aplicada al aprovechamiento de espacios, se propone una idea que ha sido un éxito comercial en todo, menos para las familias que las tengan que habitar. La revista de fama mundial “Forbes” nos referencia que en Manhattan (Estados Unidos) son, desde 2006, las más cotizadas, que justamente para una metrópolis de esa envergadura podría ser factible. Acá, por el tipo de región donde vivimos, se podría evitar estos hacinamientos, llamados comúnmente “palomares”.
Los propios interlocutores de nuestra región toman a voz propia que una vivienda que tenga azulejos en los baños, terminaciones de yeso en las paredes y una torre de servicios cada dos viviendas, es un barrio de vanguardia. Duele escribirlo pero, o están sumergidos en un desconocimiento profesional o en un análisis supino de nuestra realidad. Esta clase de complejos habitacionales no contemplan ni la calidad de vida ni la proyección de una vida desde ese lugar. Las familias sorteadas son relegadas a viviendas precarias y un concepto de barrio desactualizado.
Es necesario, casi diría, un deber, que los interlocutores locales, regionales, tales como intendentes, concejales, senadores, diputados, ministros, asesores, etc., de forma mancomunada aúnen fuerzas y diseñen un plan habitacional que aporte más del 1% o el 2% al escenario actual y por sobre todo al futuro plan territorial de la ciudad. La audacia en las decisiones políticas son las que hacen trascender a las políticas, porque los recursos siempre están.
Mauro Bertozzi, escritor e historiador