Viernes Santo: por qué no se puede comer carne en Semana Santa
Semana Santa es un período sagrado del catolicismo que inicia en el Domingo de Ramos y concluye el Domingo de Resurrección, tiempo en el que los fieles respetan ciertas tradiciones como no comer carne roja durante los seis viernes de cuaresma, incluido el Viernes Santo y el Miércoles de Ceniza.
La Iglesia Católica dice que la carne roja representa el cuerpo de Cristo crucificado. Es por eso que los católicos practicantes evitan este alimento y cualquier otro derivado del mismo y lo reemplazan por pescado para cumplir con las Sagradas Escrituras. De hecho, en el Evangelio según Juan (21:5) se puede leer: “Entonces Jesús les dijo: Hijos, ¿acaso tenéis algún pescado? Le respondieron: No”. De esta manera se busca honrar los deseos que tuvo Jesús en vida el mismo día de su muerte.
También se hace referencia a este alimento en el Evangelio de Lucas (9:13), uno de los momentos más recordados de Jesús donde multiplica los panes y el pescado para un pueblo entero. Así se profesaba dicho momento: “Jesús les contestó: ´Denles ustedes mismos de comer´. Ellos dijeron: ´No tenemos más que cinco panes y dos pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para todo este gentío?”.
Además, a la carne roja se la asocia con grandes celebraciones y festines. Es por eso que a este alimento se lo considera un lujo en muchas culturas y se lo evita en días tan especiales, buscando mantener entre los cristianos un espíritu simplista y humilde en honor al sacrificio de Jesús.
En todos los años de la Iglesia Católica han existido diferentes variantes acerca de la abstinencia de la carne.
En algunos lugares del mundo, los católicos no comen ningún tipo de carnes ni productos animales, mientras que en otros, se hacen excepciones y se consumen carnes blancas como el pescado y el pollo.
En base a estos escritos de la Biblia, se acostumbra consumir pescado y evitar las carnes rojas durante todos los viernes de la cuaresma.
De cualquier forma, la consigna va más allá de los simbolismos y la abstinencia de carnes vacunas, de aves o el reemplazo con pescado: la idea es que los creyentes católicos se sacrifiquen y sientan un poco el hambre que padecen los que menos tienen.