Milei presidente
Cambios drásticos sin tibieza
Por Gabriel Rossini
Javier Milei fue electo este domingo como presidente de los argentinos a partir del próximo 10 de diciembre con una diferencia que sorprendió a la inmensa mayoría de quienes se dedican a medir la opinión pública y a buena parte de los factores de poder que ahora deberán resetear sus sistemas operativos para empezar a tratar con alguien que empezó su carrera política hace dos años y dejó al radicalismo y al peronismo juntos en la oposición por primera vez desde 1916.
¿Por qué ganó Milei? Porque el hartazgo y la ira fueron más fuertes que el miedo y terminaron definiendo una elección que para el oficialismo se presentaba imposible por las condiciones en las que la enfrentaba. Muchos argentinos, sobre todo los jóvenes, percibieron además una desigualdad en el trato que le daba el Estado por ejemplo a quienes trabajaban en él o entre quienes tenían un empleo registrado y quienes no. El libertario despertó en quienes lo votaron expectativas e ilusiones que lo llevaron a la Casa Rosada con una diferencia que lo inviste de poder para enfrentar a una Argentina corporativa y organizada, lo que para presidente electo es una de las causas de la decadencia argentina, que no se quedará quieta como no lo hizo nunca.
La derrota de Massa como candidato del oficialismo no debería llamar la atención para quienes siguen los procesos electorales. Desde 2018 se realizaron en América Latina 18 elecciones y a excepción de Paraguay en 2023 perdieron todos. Con una inflación de tres dígitos e índices de pobreza que rondan el 40 por ciento no había chances ciertas para Massa ni para nadie en una sociedad agotada por una década de retrocesos económicos y disputas políticas que dejaron de lado las necesidades de la inmensa mayoría de quienes vivimos en este país.
Milei anunció con mucho énfasis durante la campaña electoral una serie de medidas disruptivas y con ellas sacó el 57 por ciento de los votos para implementar la dolarización de la economía, la apertura total del comercio como ni siquiera lo hizo Martínez de Hoz, una refroma laboral y previsional regresiva, romper relaciones con Brasil y China por estar gobernadas por comunistas, sacar el ejército a la calle para que haga tareas policiales, reformular el sistema de coparticipación, terminar con el sistema de ciencia y técnica estatal, eliminar la obra pública, establecer un libre mercado de órganos humanos, la libre portación de armas, el fin de la educación y la salud pública y la privatización de los medios públicos.
También anunció la concreción inmediata de medidas económicas de ajuste tendientes a bajar el gasto del Estado en 15 puntos del PBI al mismo tiempo que bajar impuestos, y terminar con los subsidios de la economía en general y de los servicios públicos en particular para equilibrar las cuentas públicas. Cómo podrá ejecutar estas ideas en el contexto de una sociedad que lo hizo presidente porque no da mas y sin aumentar impuestos es otra de las incógnitas por develar. ¿Conseguirá la tolerancia social para estas medidas? ¿Qué significa fuera de la ley nada? Buscar imponer medidas a palazos no es la mejor idea en una sociedad como la argentina.
La concreción en la práctica de estas políticas Milei deberá negociarlas con un Congreso donde no tendrá mayoría, con una justicia que la le advirtió que algunas son inconstitucionales como la dolarización, y con gobernadores mayormente opositores que por una cuestión elemental de supervivencia política tendrán los dos ojos puestos en sus provincias y no en el eventual cumplimiento de sus promesas de su campaña, lo que no debería ser una sorpresa para nadie cuando esto ocurra. Tampoco parece que vaya a tener mucho éxito amenazar con apelaciones a mecanismos de consulta popular para forzar apoyos.
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Claramente uno de los ganadores de esta elección fue Mauricio Macri que, aún siendo el dirigente con peor imagen del país junto con Cristina Kirchner, volvió a ocupar el centro de la escena y tendrá un rol importante y una influencia decisiva en el armado y las políticas del próximo gobierno, sobre todo en la economía, donde seguramente intervendrá en la elección del ministro para implementar políticas que, tal como lo anticipo el presidente electo, no serán graduales como en 2015, lo que activará y pondrá a prueba la tolerancia social ante el ajuste.
La campaña mostró dos proyectos de país y la gente ha elegido con contundencia uno que todas las veces que se implementó dejó consecuencias sociales y económicas devastadoras como en 1976, en la década del 90 y durante los cuatro años de Macri. Una de las curiosidades que marcó esta elección es que muchos de quienes lo votaron creen que no va a hacer lo que dijo que va a hacer porque no va a poder, a diferencia de Menem que una vez que ganó las elecciones en 1989 e implementó sus reformas dijo que si hubiera dicho lo que iba a hacer no lo hubiese votado nadie. El tiempo juzgará este razonamiento de argentinos que querían un cambio que solo les ofreció Milei.
La dirigencia política, sumida en una crisis de representación profunda, subestimó a la gente que, una vez más, votó de acuerdo con sus ideas y sus emociones y no por lo que le dijeron que tenía que hacer. Pocas veces hubo tantas expresiones de rechazo de tantas organizaciones y entidades y grupos de la sociedad en contra de un candidato y a favor de otro. Pocas veces tuvieron tan poco éxito. La volatilidad de los electores, un signo de nuestro tiempo, y el hartazgo hicieron lo suyo mientras sonaba de fondo "Se viene el estallido" de la Bersuit Vergarabat.
Milei, que anunció que la reconstrucción y el fin de la decadencia de Argentina comenzó anoche, se convirtió en el primer presidente liberal libertario de la historia de la humanidad, así es como se definió, un experimento que será analizado en todo el mundo y será vivido por los argentinos en los años por venir cuando si solo perdió el peronismo o si perdimos todos y, para quienes puedan aguantar, ver el país convertido en una potencia dentro de 35 años como lo volvió a prometer en su primer discurso como presidente electo.