Tribulaciones de Milei
De los que no manejan la tropa hasta los que no tienen tropa suficiente
El libertario también padece desplantes en sus propias filas. Cristina balconea cambios en la Corte; no pocos radicales se mantienen en significativo silencio.
"Macri no maneja su tropa", definió Javier Milei después de reunirse con el expresidente. Fue en referencia a legisladores del PRO que votaron contra el DNU que asignaba fondos millonarios para gastos reservados de la fangosa SIDE, y que consintieron un aumento a jubilados que jaquea el superávit fiscal, pilar fundamental de la desinflación, el punto de apoyo en la pretensión de un cambio de régimen populista a otro menos libertario que de derecha. Dirá el tiempo lo suyo.
La palabra es un camino a la verdad, no necesariamente de quien es definido, pero de seguro de quien la habla. La expresión del presidente es su pecado político original, la falta que al nacer políticamente al poder, no puede cometer y de la que él mismo es culpable.
Un puñado de legisladores identificados con La Libertad Avanza visitó a represores condenados por violar derechos humanos; la vicepresidente está en desacuerdo con la postulación de Ariel Lijo a la Corte; el presidente dice que no tiene nada que ver.
Ariel Lijo, el candidato a la Corte Suprema.
¿Quién no maneja su tropa? Más aún, con las derrotas legislativas padecidas en los últimos días, Mile deja en evidencia que no tiene tropa suficiente para la batalla que pretende dar; ganó la elección presidencial, pero no las legislativas y no tiene Corte adicta. Por eso pone intensidad ahora y en el camino a las elecciones parlamentarias de 2025.
Horacio Rosatti es el presidente de un tribunal en el que -junto a Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz- Ricardo Lorenzetti queda en minoría. Cuando el cordobés se jubile a fin de año, ese desequilibrio se estrecha. Ariel Lijo, Manuel García Mansilla y Lorenzetti podrían dejar en minoría al santafesino y a Rosenkrantz, si las polémicas postulaciones prosperan. Especulaciones que el poder ensaya sin contrato vinculante.
En todo caso Rosatti es un hombre de la Constitución. Más aún, lo es con especial énfasis en el artículo 14 bis de la Carta Magna, que consagra las protecciones laborales, la seguridad social, el rol de los gremios…
¿Compró Milei la idea de un tribunal que ponga esas premisas en segundo plano? ¿Contará con jueces capaces de hacer prevalecer que el Poder Ejecutivo es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país, como define el artículo 99 del texto constitucional? Toda ley que se precie -saben políticos y abogados- ofrece fundamentos a interpretar.
Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti.
Son preguntas hipotéticas, claro. Deliberar sobre ellas sirve acaso para pensar en el destino de los DNU, en el aumento por ley (un privilegio excluyente) a universidades, en la suerte de una hipotética reforma laboral por ley o por decreto, en el uso y abuso -en fin- de recursos de vigilancia por espías, impropios de la República declamada pero habituales en el uso cotidiano, apenas cruzando la Casa Rosada. Y empezando en ella, ¿por qué no?
No se ha explicitado el fundamento de las postulaciones de Lijo y García Mansilla. Una vez más, la palabra es el camino de la verdad, por eso nadie la expresa; campea el silencio del propósito oficial como de la especulación kirchnerista ante las causas pendientes contra Kristina. Más aún, no está nada dicho por parte de legisladores radicales que provienen de un partido que se autopercibe inquebrantable.
El presidente defiende a Santiago Caputo; junto a Karina forman un "triángulo de hierro" según el propio Milei. Mientras no se demuestre lo contrario, la estrategia del "mago del Kremlin" avanza en materia de reconfiguración de la Corte; pero queda claro que, sin el diálogo negociado del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, el Congreso es un espacio en el que el Poder Ejecutivo tiene mucho por perder.
Las dos cámaras del Congreso cuentan, aparentemente, con "degenerados fiscales" suficientes para sumar dos tercios de los votos y rechazar el veto prometido por Milei a la reforma jubilatoria. Macri tiene una carta en la manga: los senadores del PRO votaron a favor en general de esa propuesta nacida en la UCR y con el respaldo kirchnerista. Pero también votaron en contra los artículos en particular (aumento retroactivo del 8,1% a jubilados, incremento anual extra en marzo, pago a las cajas no transferidas como las de Santa Fe y Córdoba). Si en una hipotética revisión, el macrismo responde como tropa, Milei salvará su preciado -costoso- superávit.
Al presidente y al líder del PRO no los une solo el espanto común a radicales de Martín Lousteau o más aún al kirchnerismo, un PJ implosionado en su propio fracaso y en las vergüenzas morales del ex presidente. También está el interés común en el RIGI (la falta de gestión demoró dos meses su reglamentación) que traería inversiones; eso y la falta de pesos que huyan al dólar, los dólares que entren por el blanqueo, el nuevo acuerdo con el FMI.
Javier Milei saludando a Mauricio Macri.
¿Quién se quedará con los dólares de la Hidrovía? ¿Qué inversores en rutas a cambio de peajes estarán dispuestos a enterrar inversiones en el país, si genera confianza en su moneda y en la disponibilidad de divisas para girar utilidades? ¿Qué empresas manejarán las hidroeléctricas y las eólicas? ¿Las mineras traerán los US$27 mil millones que estiman? ¿Las Pymes de qué provincia las proveerán? ¿Se liberarán recursos retenidos a la agroindustria? ¿Cuáles aviones volarán libremente si se despejan los paros aeroportuarios como las calles se liberaron de piqueteros? ¿Cuántos dólares generará Vaca Muerta exportando gas? ¿Quién traería fondos a tecnologías a un territorio pleno de capacidades humanas y libre de tensiones de guerra?
Federico Sturzenegger es ambicioso en la reforma; por ahora trabaja en la "hojarasca" que promueva un cambio en el clima hasta que las inversiones de fondo lleguen, si llegan. Macri y Milei tienen sueños compartidos -otros, por supuesto- en las antípodas de las utopías. Negocios que en silencio están allí, en lo que no dicen. Sería otra Argentina que podría justificar la tolerancia social al ajuste más dramático de su historia. Un país tan posible, tan cerca, tan lejos. Uno que no podrá prescindir de la calidad institucional.