Miradas desde el Sur
El Niñito Dios en "situación de calle"
Lo primero es lo primero, dejar las mayúsculas para Niñito Dios y las "comillas" para el hecho: "situación de calle". Señor corrector: gracias. Nada es sencillo con los eufemismos, las finezas y las traducciones. "Homeless, sin techo; sin hogar; homeless, desamparados; desahuciados; homeless, sin ningún hogar; homelessness: falta de hogar; el problema de la falta de vivienda..." y sigue la lista. El Niñito Dios en Argentina vive en las calles, ya no es un portal y una tradición, es una cachetadita al relato tranquilo.
Hay una nota de Claudia Peyró en Infobae que recomiendo leer. La escritora menciona ese juego que estamos practicando: las tiranías de las minorías sobre las mayorías. Ya no es lo que corresponde, que las mayorías respetemos a las minorías con un plano de igualdad sino que las minorías quieren -a veces lo consiguen- decidir sobre las mayorías.
La izquierda marxista, leninista, trotkista y sus arrabales tienen derecho a las protestas, pero apenas se llega a los votos y si se acepta la democracia representativa la sumatoria dice 5%. Esto es fácil de mostrar y entonces la pregunta es sencilla: ¿El 5% protestando puede alterar al 95% que no piensa lo mismo sobre la "dictadura del proletariado", el partido único, las asambleas populares y todo el poder a los soviets o a Nicolás Maduro? Es demasiado fácil la respuesta. El asunto se enrarece, porque hay más altura en el escapismo si el tema de las infiltraciones culturales, la inserción de la "clase dominante" y sus criterios culturales (Gyorgy Lucáks dice), refiere a los rituales de fin de año.
En "El Recurso del Método" (novela, 1974) el escritor cubano Alejo Carpentier define como pocos eso que pasó con un extraño animal de cornamentas, la nieve en mitad del Caribe, un coche tirado por esos animales (pero sin ruedas) y un señor entrado en años y en abdomen haciendo ofertas en la puerta de los negocios, avanzando sobre "el Niñito Dios". Concluye con la difusión de las coníferas donde el suelo indicaba su ausencia. A su modo, Carpentier denuncia el tema: penetración cultural que finalmente se acepta y se incluye. No habla de revolución ni de Sierra Maestra, cuenta los hechos de un día para otro día, para otro día y así, hasta que todo fue diferente.
Quien recorra la extensa geografía argentina, con sus características, esto es: una Mega Ciudad, sus arrabales apretando el pulmón, finalmente el pensamiento de ese centro -unitario- donde se pretende pensar un país y, a la vez, visite las ciudades, las medias ciudades y las mini ciudades advertirá que los desniveles de la periferia hacia el centro, contienen un mundo diferente. Que en todas hay un centro que sobrevive y un círculo exterior que se degrada y se degrada. Claramente dos mundos.
Ese universo a la baja, apuntando esforzadamente hacia la depreciación humana, no se formó en un día ni fue parido desde los repollos. A propósito del tema, las "zonas de quintas", resabio de las ciudades finiseculares (a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX) entre aguas servidas, costo de la tierra, barrios cerrados y delincuencia han desaparecido. La pobreza crece y no hay siembras ni huertas, excepción de los que asumen que los productos libres de contaminantes, cobrados a precio de libre mercado, sean algo más que un negocio de emprendedores que sueñan como corresponde: la utopía de viajar "hacia un mundo feliz" (Aldous Haxley). Se cotiza caro esa mercadería que declaran libre de químicos. Já.
En esa geografía de los conglomerados urbanos el menor, el infante, el niño, el piberío creciendo en basurales es un paisaje, una fotografía que, en muchos casos en blanco y negro, se usa para elogiar a un fotógrafo que tiene sentimientos y buen ojo para retratar lo peor. Ganan premios porque conmueven y se exhiben en galerías de arte. La miseria, lo horrible, las bajezas, si se convierten en sujeto artístico adquieren una dimensión universal y sin culpas por su conocimiento y reconocimiento. Aplausos al artista que logró retratar, describir… etc.
Sobre este año, acaso de un modo más notorio, ese muchacho de los arrabales mugrientos se vio más. Fue central. Había que esquivarlo si se quería caminar pero, ay, ay, ay, con esta "inseguridad urbana" son pocos los que caminan sorteando pobres en las calles. No es parte de una manifestación creativa o lo que hoy se dice: una intervención artística. Visitar a los shoppings alivia, los cuidadores no dejan entrar a los mendigos. Es a prueba de confrontaciones entre esto y aquello.
Una sumatoria de la que no se puede escapar el gobierno nacional del siglo XXI, se repite, no se puede escapar el gobierno nacional del siglo XXI acumuló pobreza y ha mandado al mismísimo Niñito Dios a sitios peores que el narrado: un recoveco húmedo no es el portal de Belén. La verdad supera las metáforas sobre el tema. Conversar con algunos de los que hacen noche en un portal devuelve capas de historia. Cuentan que es momentáneo. Uno debe asentir. Cuentan que tienen una profesión y sólo necesitan una posibilidad. Uno debe disculparse, no tiene influencias ni es empresario.
Uno debe creer en ellos. Primero fue un pueblo lejano, después una casa alquilada, después un trabajo que se perdió, una pensión que no se puede pagar, la necesidad de comer y dormir. Por una veredita sombría vienen el alcohol, que es una droga permitida y devastadora y las otras, no tan permitidas pero iguales en el desastre, parte indispensable del desastre; el resto una mala ocasión, un tropiezo, voy a salir, yo domino esto… me voy a reencontrar con mi familia… por ahora necesito unos pesos…
La sumatoria de la que no se puede escapar el gobierno está dejando al Niñito Dios en estado de infinita indigencia, de máxima pobreza, "en situación de calle". Cuando se menciona gobierno, el gobierno, de qué se habla. Nada más impecable que el "yo no fui" de los actores políticos del siglo XXI y algunos, convengamos, sobrevivientes del siglo XX; cuidado, hay más recovecos y distorsiones, algunos con reivindicaciones del siglo XIX.
Hay quienes se enojan con la colonización española como si hubiese un Imperio bueno en el fondo de la historia. No hay ejemplos: afuera. Conozco a los que sostienen que las tribus originarias eran mejores. Hay ejemplos, todos los pueblos, así es la secuencia del hombre sobre estos suelos, todos los territorios, todas las civilizaciones, los hombres, uno sobre otro, la Mezquita de Córdoba es un ejemplo inapelable. Reivindicaciones sobre civilizaciones originarias: afuera.
Han aparecido los que sostienen que la Argentina de 1910 (la del centenario de 1810) era mejor. Censo, producción y métodos de producción, habitantes, PBI y legislaciones laborales, constituciones, derechos humanos elementales dicen que algo cambió. Reivindicadores de 1910: afuera.
No soy un militante católico, ni de cerca. Entiendo el valor, el rigor, las fuertes ligazones de las cuestiones de fe con las férreas condiciones en que -por eso- se mantienen las sociedades. Podría decirse que sociedades sin fe no son sociedades, que son grupos errantes que tienden a desaparecer, así lo avisa Charlie con los Dinosaurios.
Bañarse en un río, visitar una tumba en Nueva York, recibir aceites en la frente, las cuestiones de fe consolidan sociedades y atacarlas, desconocerlas, humillarlas no soluciona nada. Debe indicarse, según todos los tratados, que la fe no alcanza y que es más difícil si, como la distorsión que Weber denuncia, se es creyente a ultranza un día y feroz e impiadoso comerciante los otros seis días de la semana. Libertad de Mercado seis días y abluciones, abstinencia, descanso sabatino y misa con confesión los domingos. Algo no va, la situación de calle es jornada por jornada, creciente. La caída es "a tiempo completo".
Un cuento de Enrique González Tuñón, el otro hermano, hablaba de "cinco de queso" como la mínima expresión de una frugal comida en la pobreza. La foto de un pan frutado de fin de año, vendido en rebanadas, se mostró en las redes y semeja aquella narración. El 50% de pobres, que en Argentina se han conseguido en veinticinco años (fin de siglo XX, el delirio del efecto Y2K, las tonterías de los gobernantes se suman y se suman dando un resultado de pesadumbre) ha colocado, sin ninguna duda, varios querubines en situación de calle.
Argentina no se remedia con un decreto urgente sobre necesidades mal resueltas o, acaso, imposibles de resolver. Tampoco exigiendo democracia y cordura cuando -en cada caso puede denunciarse- no se tuvo cordura ni se ejerció la acción democrática cuando se fue actor principal. ¿Si el pueblo es un "colectivo", puede resolverse con un "individuo"? No me pregunte, soy periodista, soy el que hace las preguntas.