Triste moraleja
En la lechería, el que apostó a crecer, perdió
El envío de vacas y vaquillonas a faena es uno de los síntomas de la crisis que atraviesa al sector. En este marco, "el peor problema es para los tambos que estaban cambiando y tratando de seguir una onda de crecimiento", dijo Javier De la Peña, presidente de AUT e integrante del Foro de Lechería de Coninagro.
(Por Juan Manuel Fernández) - Las vacas lecheras yendo a faena son el resultado de múltiples dificultades creadas artificialmente por el gobierno nacional con medidas distorsivas. Este contexto, hoy estaría penalizando más a los establecimientos que decidieron invertir en una apuesta al crecimiento. Como si fuera una triste moraleja, el mensaje pareciera ser "achícate y sobrevivirás".
"El peor problema es para los tambos que estaban cambiando y tratando de seguir una onda de crecimiento; ese productor para mí es el que está en zona de riesgo. En cambio, el que tiene un tambo de 2.000 litros, que se quedó con su espinita de pescado, o su brete a la par y un ordeñe familiar, es muy probable que pueda resistir mejor la situación", resumió el médico veterinario y productor Javier De la Peña, integrante del Foro de Lechería de Coninagro y flamante presidente de la cooperativa Asociación Unión Tamberos (AUT) con sede en Franck, provincia de Santa Fe.
Tras la viralización de corrales llenos de hacienda Holando Argentino en el Mercado Agroganadero de Cañuelas, el dirigente reiteró el mismo diagnóstico que desde el sector repiten hace tiempo: es el resultado de tener un techo para el valor de la materia prima por el control que ejerce el gobierno nacional de los precios en góndola; más el tope al valor de las exportaciones "porque te ponen retenciones y dólares diferenciados"; y el encarecimiento de costos, como alimento y alquileres por los "dólar soja" y "dólar maíz". A ello se suma el perjuicio de la sequía que recortó la oferta de granos y pasto. Así, el precio por litro de la leche cruda que actualmente recibe el productor es $25 menor al costo de producirlo, por lo que la media de las empresas -con un ordeñe de 3.000 litros diarios- estaría perdiendo unos $2 millones mensuales, detalló el productor.
"Se nos ha hecho muy complicado y, en general, el productor se está descapitalizando; tomando el camino de cerrar el tambo, porque no ve el horizonte claramente", afirmó De la Peña. Es la opción obligada -explicó- para poder alimentar las lecheras.
Peor aún es que están yendo a faena no sólo las vacas de descarte, sino las hembras que debieran entrar próximamente en producción. "La vaca en el tambo hoy genera leche y un ingreso; pero la vaquillona genera salida (de dinero), salvo cuando la vendés; entonces (venderla) es el único camino que te queda para achicar gastos; se las vende por carne, porque nadie tiene pasto y nadie está dispuesto a gastar plata en un negocio deficitario", sentenció.
También añadió que se está dando un atraso tecnológico ante la imposibilidad de invertir en herramientas. "Nos hablan de manejo de efluentes, de confort de vacas y no podemos pagar las cuentas que tenemos". Por ejemplo, se promulga el cuidado del medioambiente y proponen dejar de embolsar el silo; pero para hacer un sistema de búnker de mampostería se necesitaría un plan financiero -que no está- para construir el piso de hormigón. "No aparece nada de eso y se podría pagar con el ahorro de las bolsas, que valen 500 dólares; pero por uno mismo no se puede invertir el dinero que demanda armarlo".
De la Peña destacó que les resulta muy difícil hacer estos planteos ante el gobierno nacional. "Asumieron hace casi 4 años y desde ese momento no hubo más reuniones de la Mesa Nacional de Lechería", reveló. Y recordó que el Ministro de Economía Sergio Massa dijo en Pilar -cuando, en campaña, anunció quita de retenciones y ampliación de "compensaciones"- que quería reuniones más frecuentes como esa. Pero aún no hay novedades. "Nunca tenemos eco para saber dónde estamos parados o qué piensa el gobierno", lamentó.
Sobre la asistencia directa que implica el plan Impulso Tambero (para compensar el perjuicio que les causó el "dólar soja"), el productor remarcó que los $960.000 de tope para un tambo que hoy pierde $2 millones al mes tiene poca utilidad. "Son migajas las que siempre nos están dando, en relación a las necesidades reales que tenemos".