Polémica y fuego cruzado
Entre la sombra de los árboles y el sueño de la pista: una ciudad que debate su futuro
En Venado Tuerto, como en tantos otros rincones del país, el deporte y el medio ambiente se cruzan, se chocan y, a veces, hasta se abrazan. Los últimos días dejaron en evidencia una contradicción tan humana como inevitable: la de pedir progreso, sin querer pagar su costo.
La ampliación y modernización de la pista de atletismo del Parque Municipal “General Manuel Belgrano” despertó una polémica encendida. Se talaron 15 árboles centenarios (en principio iban a ser 40, pero se paró por el momento) para dar lugar a una pista sintética con características internacionales. No cualquier intervención. Una obra que marca un antes y un después para el atletismo de la ciudad y la región. El dolor por la pérdida de esos árboles es genuino. La reacción de quienes los defendieron también. Porque detrás de cada árbol hay una historia, una sombra, un recuerdo, un símbolo.
Pero el deporte también construye símbolos. Y si no, miremos a Guillermina Cossio. La atleta nacida en Murphy que acaba de ser convocada para integrar la delegación argentina en el Sudamericano de Atletismo Mayores. Ella misma dio sus primeros pasos en esa pista de tierra que hoy se quiere transformar. Y fue justamente ese salto, no sólo deportivo sino también geográfico, lo que la llevó a España, donde sí pudo entrenar en condiciones de alto rendimiento.
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La paradoja no tardó en aparecer. Algunas de las voces que criticaron con dureza la obra por el daño ambiental, fueron las mismas que celebraron con orgullo la noticia de Guillermina. ¿Y cómo no entenderlas? Defender los árboles y festejar el mérito de una atleta no son cosas opuestas. Pero sí nos obligan a pensar. Tal vez sea simplemente una muestra de lo complejo que es crecer como comunidad.
Claro que se puede, y se debe, exigir que las obras se hagan con responsabilidad ambiental. Y en ese sentido, es saludable que el municipio haya aclarado que por cada árbol talado se plantarán diez en otras zonas del parque. Porque la ciudad necesita oxígeno, pero también necesita sueños. Y ambos pueden y deben convivir.
Pero también nos enorgullece que una deportista que entrenó en esa misma pista, de tierra, con recursos limitados, pero con pasión de sobra, hoy sea convocada para representar a la Argentina. Guillermina Cossio, nacida en Murphy, pero formada en gran parte en Venado, nos recordó en estos días que el deporte también es parte de nuestra identidad.
Esta emblemática pista vio nacer a figuras como los velocistas Gerardo Meinardi y Nancy Chemini, el especialista en 400 metros con vallas Andrés Giovanetti, el mediofondista Oscar Amaya, entre otros talentos formados por el recordado entrenador Danilo Wherly. También fue sede de recordados encuentros nacionales infantiles que marcaron una época.
Una pista profesional no garantiza el surgimiento de nuevos talentos, pero sí elimina una barrera. Le da al chico o a la chica que hoy entrena en condiciones precarias, la chance de soñar con un futuro grande sin tener que emigrar. Es apostar a que la próxima Guillermina no tenga que cruzar el océano para encontrar una pista digna.
A veces, para crecer, hay que cortar. No con liviandad, no sin escuchar, no sin compensar. Pero crecer al fin. El deporte es, también, una forma de sembrar. Y quizás, con el tiempo, entendamos que esos árboles talados pueden haber sido el abono de un futuro más justo, más sano y más competitivo para nuestros atletas.
Porque no se trata solo de lo que se pierde, sino también de lo que se gana. Y en este caso, se gana en oportunidades para los y las atletas de hoy y de mañana. Para que no tengan que irse lejos a entrenar como hizo Guillermina. Para que Venado no solo sea cuna de talentos, sino también tierra fértil para desarrollarlos.
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Y que esa sombra que hoy se extraña, mañana se transforme en la sombra de una bandera argentina flameando en lo más alto, sostenida por el esfuerzo de quienes se atrevieron a correr más allá de los límites.
Hoy, los árboles ya no están. Pero el debate sigue en pie. Y mientras tanto, allá va Guillermina, con su nombre en una lista internacional, llevando también un pedacito de esa pista vieja en la suela de sus zapatillas. Que su ejemplo nos ayude a pensar, y también a soñar.