La condena
La "Operación Fernández" crece y Milei festeja
"El caso Fernández se está comiendo agosto. Los Hermanos Milei siguen impertérritos su marcha. ¿Hacia dónde… con quienes, con que resultado?", interroga el autor.
Revisando teléfonos, buscando frases sueltas que se uniesen y ayudasen, mucho, a condenar a Alberto Ángel Fernández, aparecieron frasecillas de una pareja que es, sin dudas, una pareja tóxica. Frasecillas es una licencia.
La condena que aún se busca es por mal uso de la función pública, tráfico de influencias, ganancias fuera de la ley, trampas, coimas, una suma delictual de la que hay semiplenas pruebas por todos los flancos. Todavía se buscan más implicados. Los teléfonos son una fuente infinita de derivaciones.
Ya la relación de Fernández, el ex presidente, con su esposa Fabiola Yáñez, no estaba bien, ni siquiera estaba clara, habida cuenta la convivencia abandonada y los malos tratos y desplantes públicos. Las informaciones son concurrentes. Fabiola no era una muchacha tranquila y la situación de máximo stress por el cargo de su pareja y sus obligaciones -a las que no estaba acostumbrada, ni preparada- conformaban una situación que de princesa la llevaba, al instante, a esclava dependiente de protocolos. Eso necesita un temple que, a estar por los resultados de estos años, no poseía. Nadie ayudó a que lo consiguiese.
Alberto Fernández era conocido por su desesperación hacia el mensaje, la alabanza, el “piropo” y la insinuación de rápida amistad física con muchas mujeres que aparecieron en su vida. Muchos tiros al aire y algunas palomas que aceptaron aparecer en el nido.
Los flirteos de Fernández se paran en una encrucijada. Esto es privado a un punto. Esto es público a otro punto. Entre ambos puntos la convención de “el calavera no chilla”, “el hombre no debe ser batidor”, “es un pito duro que no hace bien las cosas”, “déjalo que se divierta, las tontas son ellas”, “mientras se distraiga con eso no molesta”. Todos sabían y todos sonreían… todos aceptaban. Es al uso. Hay antecedentes en el mundo civilizado.
En Argentina estamos parados -todos- en un punto de cruce. Salimos del peronismo recalcitrante de CFK y los suyos, verdaderamente partisanos puestos en mitad de una milonga palaciega, para introducirnos en el laboratorio del Doctor Jekyll y su señora hermana, convencidos de que la milonga palaciega es en su honor. Muchos, estoy incluido, tienen prevenciones muy altas de que esto concluya en calma y para bien de la sociedad entera. No sería la secuencia racional.
Los 100 capitales argentinos que forjan la historia y tuercen las veletas no aguantaban más a los partisanos, sus desplantes y sus coimas y prefirieron el experimento que, por ahora rinde frutos. Solamente por ahora. Los estudios de algoritmos y la I.A. y sus múltiplos y submúltiplos ofertaba un mensaje, que se usó. Argentina está alineada con una derecha del mundo Occidental y Cristiano donde los diferentes Jekyll, doctorados en macro economía y torniquetes, cantan la misma canción: …”porque él es un buen compañero, porque él es un buen compañero…” Esa festichola, donde Los Hermanitos Milei están invitados, no tiene final o peor: si, tiene un final, caramba, es un final infeliz. Avanzamos contra la podredumbre de “la casta política”… pactando con parte de la casta. ¿Es que no lo ven?
Por cuestiones de tranquilidad, la muchacha tóxica se retira a vivir en Madrid. De algún lado sale el dinero para solventar la lejanía. Mucho dinero. El ex presidente tóxico aquieta sus deseos, poco controlables, y un disparador pone las cosas en un plano luminoso, fin de la oscuridad, demasiada luz en dos cuestiones. Un juicio y una miniserie.
La miniserie sobre Fabiola, que de un casting para una dupla de payasos en Rosario llega a la alcoba presidencial, es tentadora. Rubia, mona, con poco lenguaje académico, una muchacha del interior que termina conociendo Secretos de Estado y que, además, ayudará a denigrar a una persona poco útil (un verdadero inútil para el futuro del peronismo) consigue dinero y el Okey. Hubiese sido interesante su realización total. Quedan esperanzas.
Una apertura de celulares en la causa por trampa / fraude/ robo/ delito en los Seguros que debe pagar el Estado (no olvidar, sus primeras trapisondas, en la década del ’90, Fernández las hizo en la Superintendencia de Seguros) abre una ventana al amor desaforado, al amor prohibido, a las confidencias de alcoba, a la toxicidad, al infinito de los códigos rotos y los folletines con vista a la Casa Rosada.
Invitada por el juez a charlar del tema que aparece en los celulares la muchacha en Madrid dice esperemos. Personas presentadas como periodistas, casi amigas, un poco confidentes y otro tanto pájaros carroñeros acompañan. Las noticias siempre son la excepción, no lo usual. Una ex primera dama en tal estado es excepcional. Se pelean por la primicia y el enfoque. También por el pago de cachet y autorización para la “miniserie”.
Quien puede lo más puede o menos. Si la muchacha aceptaba dinero para una miniserie está claro que aceptará una retribución por un reportaje… o dos. El equipo de Hadad (Infobae) lo consigue. Elogiosa vida la de Hadad y su grupo. No es diario, no es canal de televisión, no es radioemisora. Es portal, el portal mas leído en muchos países de habla hispana.
Fernández entra en pánico. El resto de las productoras de los diferentes medios entran en desesperación por síndrome de abstinencia. Cada quien paga por un video, una frase, una toma, una constancia de amoríos. El tema es el eje.
El más joven y mejor operador (el más joven de los Caputo) sonríe. Si Milei no es el eje que mantiene despiertas a las redes, al menos que las noticias que sí las mantienen despiertas no hieran a Javier. Un torneo de fútbol de selecciones. Un bebé secuestrado. Un Maduro en una lejana Venezuela. Un Fernández versus Fabiola. Nada hiere a Milei. Aparece CFK. Nada hiere a Milei. Se desespera el peronismo. Engordan a Milei.
No tiene salida segura el tema, pero en el looping donde se encuentran los Milei Brothers no necesitan hablar, se pide silencio a su gente. Preguntan cuánto y cuándo hay que pagar (o volver a pagar) para que esto siga… Aparece una variable impensada: se recupera, circunstancialmente, la red tradicional. No los mensajitos, los programas de horas y horas en televisión abierta. Hay una cadena nacional del moretón.
El caso Fernández se está comiendo agosto. Los Hermanos Milei siguen impertérritos su marcha. ¿Hacia dónde… con quienes, con que resultado? Favorecidos por estos temas que dilapidan la atención de una cuestión elemental, el bolsillo de cada quien, la mirada regional, continental, nos alinea con un difuso bloque en formación, una neo galaxia con escasa sensibilidad popular. ¿Es bueno o es malo para nosotros? No me pregunte, soy periodista, soy el que hace las preguntas.