Profundo pesar
Lo que no se dijo de la trágica muerte del dirigente ruralista Achetoni
El asesor y productor del sur santafesino Silvio Montenegro planteó una serie de interrogantes a raíz de las condiciones en las que perdió la vida el presidente de la Federación Agraria Argentina.
Por Silvio Montenegro
Profundo pesar causó el fallecimiento del presidente de Federación Agraria Argentina (FAA), Carlos Achetoni. Quienes lo conocieron lo definieron como una buena persona y un buen amigo.
Para los que no lo conocimos personalmente, fue un dirigente rural que, por lo menos para mí, marcó la agenda en política agropecuaria a partir del 09/07/21 cuando en la concentración multisectorial organizada por el grupo Independencia dijo: "me presionaron para que no viniera, ¿pero, cómo no voy a venir si acá están los productores?"
Otro momento que recuerdo fue en la rotonda de Armstrong, a principios de 2022, cuando dijo que hacía dos años que no cobraba sueldo; en la única entidad donde cobran, o cobraban, desde los directores hacia arriba. En aquella ocasión me di cuenta de que, después de muchos presidentes, a partir de ese momento FAA tenía un verdadero representante del sector agropecuario, porque defendía a los pequeños y medianos productores sin atacar a los grandes. Los otros se decían dirigentes agropecuarios, pero solo de una parte del sector. Su propuesta de reducción y eliminación de retenciones, en base a mínimos no imponibles crecientes de toneladas, iba en ese sentido, el de beneficiar al de menor escala sin discriminar a nadie, todo lo contrario, a todos por igual. Las anteriores conducciones proponían retenciones segmentadas, pero con la intención de que otro pague lo que no querían pagar ellos, sin darse cuenta de que, perpetuándolas, nos exponían a que el día de mañana otros, más chicos que nosotros, pidan retenciones para nosotros y no para ellos.
Más acá en el tiempo, en Villa Constitución, a principios de 2023, ante las críticas de los productores presentes, dijo: "yo no le debo nada a nadie", haciendo alusión a que no había aceptado ningún favor a cambio de algo. Ni siquiera para tener los recursos que le negaron para poder cumplir con sus funciones de presidente de FAA. Función que cumplió hasta el último segundo de su vida y que lo encontró manejando su propio auto, sin chofer, con niebla y de madrugada, después de haber estado en Buenos Aires y Rosario representando a su entidad; con la responsabilidad de volver a su casa, a su familia y a su trabajo como productor agropecuario, con el cual sostenía su deber como dirigente, ya no solamente como presidente de FAA.
En estos últimos días muchas cosas se han dicho, todas buenas sobre Carlos Achetoni. Falta explicar por qué Achetoni tenía que usar su vehículo personal, por qué no sólo no tenía chofer sino, también, por qué no podía pagarle los gastos a algún conocido para que lo ayudara a ir y volver. Falta explicar por qué una institución que forma parte de FAA, por no estar de acuerdo con la conducción de Achetoni y/o presionada por otra u otras líneas internas, dejó de aportar lo que venía haciendo hasta ese momento con el propósito de quitarle recursos, o poder, para llevar a cabo la función para la que había sido elegido. Esa costumbre que tienen algunos dirigentes (de todo tipo: gremiales, políticos, profesionales, etc.) de reclamar ser democráticos, pero sólo cuando ganan ellos.
Para terminar: Achetoni dejó la vara muy alta, espero que los que lo sigan -no solo en su entidad- tengan, como él, el mismo desinterés personal por el poder y la misma fuerza de voluntad y decencia para defender a todo el sector agropecuario.