Ley Bases
No pudieron esconder una manada de elefantes
El autor de la columna examina cómo se llegó a la aprobación en Senadores de la polémica norma que, ahora, deberá ser girada a la Cámara de Diputados.
El debate previo y la votación de una ley en el Senado de La Nación nos lleva a un viejo dicho, conocido pero muy claro: …”¿ dónde se puede esconder con éxito un elefante robado….? Respuesta: en la mitad de una manada de elefantes.
Los cronistas parlamentarios y los improvisados cronistas (parlamentarios) muchos de ellos con absoluto desconocimiento de rituales y protocolos, además del desconocimiento de la mecánica parlamentaria, cubrieron la sesión de la semana de junio que cierra el 14 y comenzó el día del periodista. Debieron quedarse hasta la hora del sueño del 95% de la población y convertirse en cronistas del trasnoche de los medios que representaban. Trabajo insalubre en un lugar que se califica, por parte de los libertarios, como sitio insalubre.
Aclaración: viejos cálculos sostienen que el porcentaje mencionado, el 95% de los habitantes urbanos, duerme en un horario fijado que, se supone, hace un cierre sobre la medianoche, cuando queda despierto un 5% de la población, incluidos bohemios, presos, nocheros de los hospitales e insomnes y que reabre las pestañas el 95% sobre las 6 de la mañana. Cuando un programa de trasnoche tiene altísimo porcentaje de audiencia es sobre un tope, el que indica el 5% de la población despierta. Suponemos, para el debate parlamentario del Senado de la Nación y las votaciones, una alteración a esta clásica advertencia sobre medición de audiencias, pero es suposición, nomás.
Una de las constantes de la campaña mediática de Javier Milei, sobre la que hizo centro, porque advirtió, según estudio realizado que sugería esa ponderación, que se volvió real, arrollador, fue la repulsa popular e indiscriminada a los políticos profesionales. Hizo de la acusación y condena una constante. La identificación con “la casta” le dio réditos cuantiosos. Aún los obtiene.
Un punto inatajable es este: “la Casta” quedó expuesta por sus transacciones, sus sobregiros y favores, su calidad de tramoyistas, lenguaraces, vendedores callejeros; esa genética de buhoneros y descuidistas tomó estado público, Milei lo hizo. Desde el periodismo expusimos cada transacción cercana al chantajeo, el apriete y la concesión maloliente pero cuidado, cuidado, cuidado: ¿no es la política el arte de parlamentar y consensuar? ¿Si… no?.
¿Estamos muy mal pero iríamos bien…? Supongamos que si, que es bueno, que eso no es malo sino lo obvio. Quedan dos hilachas. Aparecieron expuestos ante la totalidad del televidente, del lector de zócalos, del escucha de los comentaristas, del consumista de redes y esa es una hilacha que corrobora la adjetivación o la sustantivación: Casta. Pero ay, ay, ay… fueron los que venían para quitar el poder a La Casta los que negociaron. Libertarios con todo deshilachado, tanto el rubor como la pureza y la inocencia ¿Los que negociaron con “La Casta” son iguales a la casta? No me pregunte, soy periodista, soy el que hace las preguntas.
En caso de tener que responder diría que… sería esta la verdadera perforación por debajo de la línea de flotación.
Javier Milei estaba como lo que es, un omnipresente de un gobierno que solo le pertenece. Es una especie de “El Principito” sin inocencia, con maldad, autodestrucción, venganza, ignorancia… un resumen del 56% que lo votó… ¿o no? Negoció, no consiguió mucho y los convirtió en interlocutores válidos.
El Presidente perdió la virginidad parlamentaria. Su insólito barco sigue a la deriva con una altísima adhesión popular, silenciosa y popular, pero hay señales. Tanto ignorar, tanto despreciar, tanto insultar para terminar como los otros. Uff. Sordos ruidos oír se dejan…
Es la segunda perforación del casco. La primera fue el dinero de las Universidades. Los Universitarios son “tribus”, que no es lo mismo que “castas”. Derivemos: todas estas definiciones son con el único interlocutor válido: Javier Milei, acaso y en las sombras con su acompañante terapéutico, Karina Milei. Es en ése punto incandescente del poder, esto es: Javier y su acompañante terapéutico, donde se ha pegado por debajo de la línea de flotación. Negociaste, bichito de luz… no se puede negar la crónica, ni siquiera los amigos fingieron.
Deberán salir mil mensajes en redes diciendo que la casta son ellos y nosotros los puros. Tengo para mi que no tan puros después de la votación en el Senado.
Milei también debe esconder su elefante del pecado, la concesión y la torpeza en la negociación. Las cámaras, los cronistas, desde los que saben a los chapuceros, improvisados y atrevidos, todos asistieron a la violación de la inocencia o la caída de la careta y el portaligas.
Para traficar elefantes hicieron desfilar a estos, los elefantes, durante 24 horas por cada sitio mediático que existe en los radares de Argentina. Como este es un país Unitario los elefantes se vieron en todas las cadenas televisivas y sus repetidoras en “el interior”. Convivimos con los elefantes.
Un elemento lateral, muchos sostenemos que menor, que cada tanto se vuelve a presentar es el de una palabreja que califica: terrorismo. Demasiado en claro está que terrorista es el que quiere imponer sus ideas socio/político/económicas por medio del terror. No hay terror sin su base: la violencia. La inversa no siempre es válida. La violencia no siempre es terrorismo, siempre es violencia y como tal indigna y con reprimenda, captura y condena.
Esas confusiones oficiales en las calificaciones de la violencia en las calles les duelen a los normales e irritan a los terroristas que sobreviven y los exégetas, los militontos que viven de aquella torcida memoria que los reivindicaba. Aclaremos. Los terroristas son siempre violentos y con posibilidad absoluta de convertirse en asesinos. Los violentos deben condenarse.
Queda una pregunta con los elefantes expuestos y la confesión que el hecho indica: negociaste, bichito de luz, no lo podés negar, eso dicen las conciencias urbanas en el insomnio. Hasta personajes tan crematísticos como el antiguo cadete del Diario de Massera o el hijo del primitivo cronista deportivo, que adhieren de modo irrestricto a tu gobierno monotemático, debieron aceptar el fin de la virginidad con una palabra, un giro: “intensas negociaciones”.
Si se lo piensa con un vaso medio lleno pidiendo diálogo y consenso lo sucedido es bueno. Conversaron, negociaron. El mismo vaso medio lleno, pero de otros bebedores sugiere que … “tuvo que hocicar y negociar”.
Para muchos Milei es un inútil (poco útil, nada útil, sin utilidad para determinada cuestión que el contexto indica) y su acompañante terapéutica una inconciencia del sistema monárquico / republicano que ejerce. Mayans, el hombre del señor Feudal, Gildo Insfram, como Lousteau, el pavo real a las órdenes del vicerrector no hacen más que demostrar que los elefantes gozan de buena salud.
Esto puede ser levantisco pero… ¿elefantes con acompañante terapéutico? ¿elefantes que dejaron sus bolsillos prebendarios expuesto en televisión? ¿elefantes como toda solución a la gestión pública? Después de la ley votada en el senado…¿Los elefantes son una casta triunfadora? ¿Volvieron? ¿Nunca se fueron? No me lo pregunte, soy periodista, soy el que hace las preguntas.