Por Padre Tadeusz Giza
"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos"
Comentario bíblico.
Queridos Amigos. Muy buenos días. ¿Como están? Espero que bien. Para comenzar mi reflexión del día de hoy, primero quiero contarles una historia, que puede ser la de muchos:
"Había un hombre que buscaba desesperadamente por todos lados, por todos los caminos la verdad. Llega finalmente una noche a una casa perdida. Cuando ingresa ve en el piso miles y miles y miles de velas prendidas consumiéndose en diferentes espacios. Un señor mayor se le acerca cabizbajo y le pregunta por su visita. El visitante le cuenta que está buscando "la verdad" y el viejito responde: viniste al lugar exacto. Este es el mundo de la verdad. El visitante pasea por toda la casa, pero solo ve velas y en diferentes tamaños. Queda sorprendido. El viejito le explica: cada vela simboliza la vida de una persona. Cuando la vela se apaga, la persona se muere".
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"El visitante, angustiado, le pregunta por el paradero de su propia vela y entonces el viejito se la muestra. Era una muy pequeña. Su vela está a punto de apagarse. En ese momento el viejito se retira y el visitante, al ver que no había nadie, rápidamente toma la vela de al lado, bien larga, y la cambia por la suya. Pero el dueño de la casa vuelve, se da cuenta de la situación y le pregunta: ¿Amigo, qué has hecho? ¿No estabas buscando la verdad? A vos no te interesa la verdad, solo quieres asegurarte que la vela no se apague".
¿Qué buscamos en la vida? ¿Qué nos interesa de verdad? El tiempo pasa, pero la pregunta es qué hacemos con el tiempo y en el tiempo. Cada uno tendrá sus propias respuestas, pero viendo cómo somos y cómo vivimos, no me resulta muy difícil percibir lo que verdaderamente buscamos. El principio ontológico tomista, que tiene sus raíces en Platón y en Aristóteles, me lo confirma diciendo: Agere sequitur ese. Traducido al español, la frase significa "hacer sigue al ser". Puntualmente: hacemos según lo que somos.
Cuando Jesús, en el evangelio de hoy, pregunta a sus discípulos "¿Sobre qué hablaban por el camino?", todos se quedaron callados, porque en realidad hablaban sobre los primeros puestos en el reino de Jesús. Los doce apóstoles, compañeros de Jesús, eran adultos ambiciosos, aparentemente no estaban interesados en la catequesis de Jesús. Eso de morir por los demás, servir a los demás, no entraba en sus cabezas como tampoco entra en las nuestras.
Los apóstoles querían hacer carrera y triunfar. Incluso la madre de los hijos de Zebedeo pide directamente a Jesús: "Quiero que mis hijos estén sentados en tu reino, uno a la derecha y otro a la izquierda". Es decir, no quería otra cosa que ocuparan los primeros puestos, nada menos. Por eso miso, viendo sus aspiraciones poco evangélicas, Jesús les da una verdadera catequesis al afirmar lo siguiente: "Ustedes saben que los jefes de las naciones se portan como dueños de los demás y los poderosos los oprimen, pero entre ustedes no deberá ser así. Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos".
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¿Qué buscan los hombres y mujeres de hoy? ¿Qué buscan nuestros diputados en el Congreso? ¿Qué buscan nuestros senadores cuando debaten y discuten distintos temas? ¿De verdad, sus preocupaciones están orientadas hacia la mejora de la vida de la gente? Y si su presencia en el Congreso no sirve para mejorar la realidad, la vida de miles de nuestros hermanos… ¿para qué sirve?
Todavía estoy de vacaciones en mi país natal, Polonia. Durante este tiempo largo de tres meses, he podido encontrarme con mucha gente, dialogar con varios sacerdotes, religiosos, educadores, dirigentes de distintos colores políticos. Cada persona encontrada en el camino considero como un verdadero regalo de Dios. Pero lo que más me impactó, era el testimonio y la vida de un grupo de hermanas religiosas, que desde los comienzos del conflicto bélico en Ucrania trabajan ahí, atienden a los huérfanos y acompañan a las víctimas de la guerra.
Me impresionó ver su capacidad para recaudar fondos, llevar comida, ropa, dinero, todo lo necesario para la existencia básica de miles de nuestros hermanos necesitados, otros "Cristos". Ciertamente, ellas son personas muy sencillas, pero verdaderas samaritanas. Sus caras no aparecen en las primeras páginas de los diarios ni en las pantallas de la TV, pero son unas heroínas. ¿Hasta cuándo lo seguirán haciendo, no lo sé? ¿Por qué lo hacen? No lo sé. Están ahí porque saben que es el mismo Cristo que sufre en cada uno de estos niños y niñas sin familias, en los soldados mutilados, en los huérfanos de la guerra verdaderamente absurda.
Estas hermanas me enseñan, por lo menos a mí, que la belleza verdadera de las personas no es la que presenta el mundo, no aparece en las pasarelas, o en la alfombra roja: la belleza verdadera del hombre y la mujer consiste en entregar su vida al servicio de sus hermanos. Queridos Amigos, pensemos unos minutos en las realidades concretas de nuestra Patria y preguntémonos: ¿Cuáles son nuestras actitudes? ¿Qué aportamos nosotros a la verdadera felicidad de nuestra Patria y de nuestros hermanos?
Que Dios nos bendiga,