No hubo Tormenta de Santa Rosa
Sin lluvias, la siembra de maíz caería hasta un 40% en el centro-oeste provincial
Las lluvias volvieron a ser esquivas y el campo lo sufre. Productores empiezan a mirar de reojo a un cultivo amenazado por la falta de agua y la chicharrita.
Los pronósticos de precipitaciones que anunciaban hasta 40 milímetros para el pasado fin de semana fueron sólo una ilusión en el centro oeste santafesino. La Tormenta de Santa Rosa fue esquiva en la región y para el campo significó sólo un riego en medio de una sequía de largos meses. Los trigos resisten, pero el maíz empieza a ser mirado de reojo considerando, además, un antecedente tan amenazante como fresco: la chicharrita. Anticipan que la superficie sembrada podría caer hasta un 40%. "Todos esperábamos estas lluvias para largar la siembra. Pero no hay movimiento en los campos. Vamos a tener muchas menos hectáreas que la campaña anterior", le dijo a este medio Gustavo Almada, ingeniero agrónomo y jefe de la Agencia de Extensión Rural del INTA Carlos Pellegrini.
Los pronósticos elevaron las esperanzas de los productores a lo largo de varios días. Pero las mismas se desvanecieron con el correr de las horas. El sábado por noche, cuando todo había pasado y los pluviómetros más repletos del centro oeste provincial marcaban 10 milímetros, los ánimos volvieron a ser los mismos. "Cuando todos se miraban y veían pronósticos de hasta 40 milímetros pensaban que se cortaba la seca. Pero la realidad es que el máximo registrado fue escaso", se lamentó Almada.
Ante este panorama, el signo de interrogación se abre para el maíz. La falta de agua, el recuerdo fresco del daño generado por la chicharrita y los altos costos del cultivo ponen en duda a más de uno a la hora de ingresar con las sembradoras a los campos. "Los productores que van a hacer maíz se van a jugar a hacerlo lo más temprano que se pueda, y estamos en la época. Y los maíces más tardíos, los de diciembre, no se van a hacer porque fueron los que más afectados", indicaron desde la Extensión Rural.
Sin embargo, existen otros factores, no menores, que también juegan su papel en las decisiones de los productores. "Observamos que por la problemática de la chicharrita está en duda la superficie que se va a hacer esta campaña. Algunos hablan de una reducción de entre un 30% y un 40% por el impacto que sufrió el año pasado derivado de esta plaga que apareció", indicó el ingeniero agrónomo, quien agregó: "Está claro que la superficie va a caer. Es un cultivo muy caro por las inversiones en semillas y fertilizantes. Los productores no quieren arriesgarse después de lo que pasó. La plaga hizo mucho daño a los maíces sembrados en diciembre, al menos en nuestra zona. Entonces nadie quiere arriesgar a perderlo todo".
Los números para controlar la plaga son demasiado elevados para pensar en llevarlo a cabo. Por un lado, se trata de un insecto capaz de volar por largas distancias, con lo cual eliminarlo de un lote propio no es suficiente para que a los pocos días se vuelva a reinfectar. Pero a su vez, a nivel nacional se trata de un cultivo caro a la hora de pensar en su desarrollo. Costos de semillas, retenciones y aplicaciones de productos se transforman en un combo inviable. "Controlar la plaga tiene un valor muy grande. Pensemos que en Brasil o Paraguay, donde hace años que conviven con la chicharrita, están haciendo masacres ambientales. Están tirando seis o siete aplicaciones. En Argentina, con el precio de los productos, no es posible porque la rentabilidad no da. Además pensemos en la gravedad del impacto negativo que provoca en el planeta", deslizaron desde el INTA Carlos Pellegrini.
Sin embargo, ante este panorama, el crudo invierno le dio un guiño al campo. Las bajas temperaturas cortaron el ciclo de los insectos adultos de chicharrita. "En las recorridas actuales por lotes de la región casi no encontramos. El año pasado, en esta época, ya observábamos estos insectos en los cultivos", recordó Almada.
El trigo aguanta
A pesar de largos meses sin lluvias considerables en el centro oeste santafesino, los lotes con trigo aún resisten. Si bien es cierto que las situaciones son variables de acuerdo a la ubicación de los campos, los acumulados en el cuarto mes del año fueron suficientes para recargar los perfiles y llegar a septiembre con algo de margen. "En los lotes que fueron bien manejados hay humedad. Pensemos que en abril cayeron 150 milímetros. Además, este invierno fue muy frío y seco, con lo cual el consumo de agua de las plantas fue escaso. Sin dudas que si no hay precipitaciones a lo largo de estas tres o cuatro semanas próximas el máximo potencial de rendimiento quedará condicionado", concluyó el ingeniero.